William Vallejos es tan sólo un adolescente, pero está más comprometido con el futuro de su país que muchos adultos. No le importa resignar horas de sueño, tiempo libre o momentos de diversión para luchar por un Chile mejor, donde la educación sea un derecho y no un bien con el cual se pueda comerciar. “Sin sacrificio no hay salvación”, afirma el dirigente estudiantil de apenas 16 años en diálogo telefónico con Página/12, durante el cual se lo escucha eufórico, exaltado, emocionado por el momento que le toca vivir. Hablando a borbotones, el joven estudiante del Liceo Aplicación criticó el paquete de medidas educativas anunciado por el gobierno de Michelle Bachelet y contó cómo es ser “pingüino”.

–¿Qué opinión te merecen las medidas anunciadas por el gobierno chileno?

–El gobierno se aprovechó de los temas más fáciles para calmar los ánimos de un paro social en Chile. Hay temas que no se tocan, como la libertad de enseñanza. Si ésta se mantiene, continuará habiendo grandes brechas entre los colegios. En cuanto a los otros puntos, nosotros no somos economistas, pero tenemos cierta idea. Nos da vergüenza que digan que en Chile no hay fondos, porque hay mucho excedente de cobre y dinero circulando. Nos apena que esa gente (del gobierno) haya sido elegida por los chilenos.

–¿Por qué surge el reclamo ahora?

–El movimiento estudiantil nunca estuvo tan unido como en la actualidad, ya que tenemos una sola coordinadora de estudiantes. La unión hace la fuerza. Los problemas salieron a la luz con el cambio de gobierno, pero es un proceso que viene de hace tiempo y que vuelve a comenzar. Estamos sembrando lo que cosechamos en años anteriores.

–¿El paro de mañana tendría la misma fuerza si los trabajadores no se adhieren?

–Nuestro movimiento es fuerte con o sin los trabajadores. Ellos se han acercado y están tan comprometidos como los estudiantes. Pero hemos sido recelosos con la gente que se acerca a nosotros. Hay una autonomía muy marcada, no nos dejamos manejar. Lo más importante es que la educación es de todos los chilenos.

–Siendo tan jóvenes, ¿no están cansados? ¿Cómo se maneja la presión, las extensas reuniones y la relación con sus familias?

–Es una tarea ardua, no sólo de los dirigentes, sino de todos los estudiantes. Pero sin sacrificio no hay salvación. Tenemos que estar acá en la lucha para que mañana tengamos una educación de calidad. Obviamente somos humanos, no robots, y sentimos el cansancio. Pero recordamos a nuestros compañeros caídos en la lucha (en la dictadura de Pinochet) y eso nos da fuerza. En cuanto a lo familiar, mis padres me apoyan y me dejan ser libre. Están preocupados, pero están conmigo. Trato de mantenerlos informados de lo que hago, pero tengo que admitir que a veces me retan por no llamar. Lo bueno es que confían en mí.

–¿Cómo va a ser tu fin de semana?

–Los fines de semana por lo general me junto con mis amigos, pero ahora eso queda en segundo plano. Mi vida está acá, en levantar un movimiento. Esa es mi vida. Acá trabajando también la pasamos muy bien.

Reportaje: V. S.