Domingo, 13 de abril de 2008 | Hoy
EL PAíS › UN EXTRAÑO CASO POLICIAL DE DROGAS, EXTORSION Y VIDA EN LA VILLA
Jorge Serrano nació y se crió en una familia pudiente en San Isidro. Con serios problemas de adicción, terminó mudándose a La Cava. Hace un año desapareció por completo y el único rastro fueron llamadas pidiendo rescate.
Por Raúl Kollmann
El Rubio desapareció hace un año. Criado en San Isidro, Jorge Alejandro Serrano pertenecía a una familia de empresarios y empezó la secundaria en el Colegio Nacional. En 2003 e incluso en el momento de su desaparición, El Rubio frecuentaba a sus amigos de toda la vida, que terminaron siendo prestigiosos profesionales de la zona. Pero el gran quiebre se produjo entre fines de 2006 y marzo de 2007: El Rubio se fue a vivir a La Cava, la villa más populosa de San Isidro. La última vez que alguien supo algo de él fue el 1º de abril de 2007. Dos días antes, le había dicho al padre de uno de sus amigos de San Isidro: “Estoy harto de vivir drogado todo el día y de vivir en la casa de Riobamba, la casa del Gran Hermano de La Cava”. Esa noche fue a bailar a Tropitango. Algunos dicen que con la mujer de un pesado de La Cava, violando los códigos no escritos. Otros suponen que tuvo un problema con el mundo de la droga. Lo cierto es que su madre, su padre y el juez federal Ariel Lijo lo buscan desde entonces y nunca más se supo nada.
Hubo dos llamadas pidiendo dinero a la familia, un informe de Migraciones de que un joven con ese nombre y apellido y su número de documento había salido a Chile y la declaración de una chica que escuchó una conversación entre Harry, Cadena, Carloncho y Ramón, de La Cava: “Ya está, ya fue, ya no existe ese guacho. Ya está, lo hecho, hecho está”. Se produjeron decenas de allanamientos, búsquedas, detenciones, intervenciones telefónicas, testimonios, pero no existen pruebas de que se trató de un secuestro ni de que se haya ido por su propia voluntad ni apareció su cuerpo. En el juzgado de Lijo esperan que alguien les acerque algún dato.
Con padres profesionales, de buen pasar económico y una vida que oscilaba entre San Isidro, Belgrano y Núñez, Serrano paseaba su pinta de rubio de ojos celestes por los ambientes de clase media. En la causa judicial hay una larga enumeración de sus conquistas, más allá de Belén, su pareja más estable, cuyo nombre llevaba tatuado en el pecho. Los problemas afloraron en 2003 cuando su familia detectó que consumía cocaína. Según el expediente, allí se planteó un conflicto entre sus padres, ya divorciados, que llegaron a Tribunales porque el padre quería internarlo y la madre aducía que pretendía hacerlo sin su consentimiento. Más allá de su adicción, El Rubio siempre trabajó: en empresas familiares, en una constructora del tío, en la Patagonia, en reparto de pizzas y en otros repartos que hacía con la moto Honda roja por la que tenía pasión.
En 2006 empezaron sus contactos más fuertes con La Cava, a partir de sus vínculos con la hinchada de Racing. El primer incidente de gravedad ocurrió a fines de 2006: El Rubio desapareció durante dos días. No fue a trabajar, no contestaba el teléfono. En el expediente se deja constancia de la versión más creíble: una familia pesada de La Cava lo retuvo para que se hiciera cargo del aborto de una novia ocasional.
Ya por entonces vivía en La Cava más que en la casa de su madre, pero la mudanza no era definitiva. Pero había más conflictos. El 16 de diciembre de 2006, en un cumpleaños de 15 en La Cava, le partieron una botella por la cabeza. Terminó internado y con varios puntos en el cuero cabelludo. Incluso lo merodeaba el riesgo del sida. Según les contó a sus amigos, tenía que hacerse un análisis después de una relación con una mujer a la que frecuentaba.
A principios de 2007, El Rubio ya vivía en la villa en forma permanente. En el expediente definen la precaria vivienda como un aguantadero en el que pernoctaban muchísimas personas, algunas muy vinculadas al delito. Al Rubio le robaron su preciada Yamaha nueva, que había cambiado por la Honda, pero Harry y Cadena lograron que se la devolvieran. Los testimonios de los contados encuentros con su familia, amigos y ex novia coinciden en que la adicción se hizo cada vez más fuerte.
El sinceramiento más evidente se produjo dos días antes de su desaparición. El 30 de marzo de 2007 fue a buscar a un amigo de San Isidro, pero como no estaba se quedó conversando con su padre. Este percibió que estaba bajo los efectos de un estupefaciente: “Estoy muy mal. Estoy harto de vivir drogado todo el día y de vivir en la casa de Riobamba, que es la casa del Gran Hermano de La Cava. Fumo treinta cigarros por día. En mi trabajo se drogan todos y cuando quiero empezar bien el día, llego al laburo, veo que se drogan todos y no aguanto. Ahí hay uno que vende. No consigo ningún otro trabajo, pero no puedo más”. Al día siguiente, su madre fue a la villa a buscarlo, pero no lo encontró. Hubo un último diálogo: “Vos no entendés. Vivo con gente humilde, pero de muy buen corazón”, le dijo a la madre. Pero ella percibió que él había estado llorando.
El desenlace se produjo en la noche del 1º de abril, que, como buena parte de sus noches, lo llevó a Tropitango. Los testimonios se contradicen sobre la chica que lo acompañó y la chica con la que se fue a las 6 de la mañana. Pero una de las mujeres que declaran señala que se hizo la dormida cuando llegaron Harry, Cadena, Carloncho y Ramón a la casa de Riobamba. Entonces escuchó que Harry decía: “No voy a decir lo que le hiciste al Rubio”. Y Ramón le contestó: “Ya fue, ya está, ya no existe más ese guacho”. La chica contó que a la mañana siguiente escuchó varios disparos y que le parecía que esos disparos fueron los que mataron al Rubio, pero la versión nunca pudo ser comprobada. Lo cierto es que a partir de allí, no se supo más nada de Jorge Serrano. No volvió a llamar a su madre, no fue a trabajar, no se comunicó más con sus amigos.
Cinco días más tarde se recibió el primer llamado extorsivo. Quien atendió fue la madre de El Rubio y le pidieron dinero para liberarlo. Todos en La Cava sabían que El Rubio provenía de una familia adinerada. A raíz de esa llamada, se hizo la denuncia por secuestro extorsivo e intervino el juez Lijo. Pasaron casi diez días sin llamadas de los supuestos secuestradores, pero el 18 de abril de 2007 se volvieron a comunicar. Insistieron con el pedido de dinero. Pero ya para ese momento todos los teléfonos estaban intervenidos y se determinó que la llamada vino del locutorio Guido, en Beccar. Lijo siguió el rastro y llegó hasta el grupo que rodeaba a El Rubio en La Cava. Más concretamente a Ariel Becerra, Cadena, quien le dio el teléfono de la madre del Rubio a José Luis Desideri, un compañero de trabajo del Rubio en una pizzería. Desideri y dos personas más fueron responsabilizados por la extorsión, aunque siempre estuvo claro que ninguno tenía secuestrado a Jorge Serrano.
La investigación de Lijo llevó a la detención de varios de quienes convivían con El Rubio en La Cava. Se hicieron numerosos allanamientos, pero en la villa parece haber un pacto de silencio. Incluso el juez ordenó otro allanamiento en la villa 25 de Mayo a raíz de la declaración de un tal Tontin que dijo haber hablado con El Rubio. Nada dio resultado.
Una vertiente adicional apareció con el supuesto paso de Jorge Serrano a Chile. Un informe de la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) estableció que el 7 de mayo de 2007, a las 9.17 de la mañana, una persona llamada Jorge Serrano, con el número de DNI de El Rubio, intentó pasar hacia Chile por el paso del Cristo Redentor. Cuatro meses después, la DNM sostuvo que no se encontró la ficha de salida de El Rubio y en una declaración posterior afirmaron que se trató de un error, aunque una persona con ese número de documento salió hacia Chile. El juzgado de Lijo todavía investiga esa pista, pero lo cierto es que nadie supone que El Rubio se haya ido del país y que en un año no haya llamado a sus padres o amigos.
La hipótesis principal es que a El Rubio lo asesinaron. El joven de clase media se metió en el submundo de La Cava en el cual grupos distintos se enfrentan, entre otras cosas, por la venta de drogas. Sin embargo, parece que Serrano salía con las chicas de una y otra banda y aquello habría terminado mal. Alguien se vengó. Lo asombroso es que la Justicia no logró romper el pacto de silencio, nadie habla y nadie sugiere una pista para encontrar al Rubio vivo o, al menos, para encontrar sus restos.
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