Domingo, 18 de mayo de 2008 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Ernesto Tenembaum
Cierta gente bien intencionada cree sinceramente en el “relato” del oficialismo, según el cual los sectores agropecuarios contaron en los últimos meses con la complicidad de los grandes medios de comunicación que “gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo” y realizan una “práctica de auténtica barbarie política diaria” (sic). Es una percepción posible, como tantas otras. Por momentos, llama la atención el tono apodíctico con que se la proclama: como si tal cosa fuera una obviedad. Para que esta visión tenga algún tipo de vínculo con la realidad debería sobrevivir al test que se propone en los párrafos que siguen. Son diez preguntas. En caso de que sólo una de ellas obtenga como respuesta la opción A o la opción B, quedará confirmada la hipótesis. Si la opción, en todos los casos, es C, quedará puesta en duda y habrá que trabajar un poquito para confirmarla. Trabajar no siempre es agradable en la vida. Pero a veces es necesario.
Se trata de una mera cuestión matemática.
En un canal de televisión se difunde lo siguiente: imagen de archivo de Luis D’Elía donde denuncia la complicidad de la Sociedad Rural con la dictadura. Luego un aviso, identificado exactamente así “Publicidad dictadura”. En ese aviso se ve una vaquita rozagante. Dice la voz en off: “Argentina. Tierra de paz y de enorme riqueza. Argentina. Bocado deseado por la subversión internacional que intentó debilitarla para poder dominarla. Fueron épocas tristes, de vacas flacas. Hasta que dijimos: ¡Basta! Basta de despojo, de abuso y de vergüenza. Hoy vuelve la paz a nuestra tierra. Y esa paz nos plantea un desafío, el de saber unirnos como hermanos en el esfuerzo de construir la Argentina que soñamos”. Vuelve Luis D’Elía. Dice: “Estar hablando de piquetes de la Sociedad Rural a 32 años de ese golpe que dio la Sociedad Rural entre otros”. Entra imagen del film La República Perdida. Se escucha: “En el primer aniversario del golpe, la Sociedad Rural agradece la gestión gubernamental. Una solicitada exhorta a desarmar el andamiaje creado durante treinta y cinco años de estatización socializante”. Se ve una vaca gorda. Videla aplaude. La vaca muge. Vuelve D’Elía y dice: “Tienen doscientos años de sangre en las manos, de desprecio por la soberanía popular”. Entra imagen del acto de 1988, donde Raúl Alfonsín fue silbado en la Rural. Dice el ex presidente: “Son los que muertos de miedo se han quedado en silencio cuando han venido acá a hablar en representación de la dictadura”. Ahora entra en escena otro líder piquetero, Edgardo Depetri y recuerda la alianza de la Sociedad Rural con el menemismo. Se lo ve a Carlos Menem, en el acto de apertura de la Feria Rural. “Ya he enviado al Congreso el proyecto de ley para anular las retenciones”, anuncia. Lo ovacionan.
Es un documental que refleja los vínculos entre la dictadura genocida y el poder concentrado del campo. El relato de los hechos lo hacen los líderes piqueteros. Fue difundido con evidente intención, en los días del conflicto. ¿Quién lo difundió?
a) El oficialista Eduardo Feinmann en el canal C5N.
b) Las Madres de Plaza de Mayo en un seminario de su universidad.
c) Canal 13.
En primer plano, aparece un rozagante ruralista. Lo interroga un joven cronista. Dice el gordo: “Nosotros no somos guerrilleros como los que mandó esa hija de remilputas que es la presidenta de la Nación. En cambio, a los negros, esos mugrientos, los está apoyando el intendente de Ceiba y les están dando de comer y vino para que vengan bien en pedo y se pongan a pelear. Son unos negros mugrientos. Son negros villeros”. El cronista se irrita.
–¿No es un poco elitista esa definición?
–No, ¿por qué? Si es verdad lo que digo.
El cronista insiste: –¿El negro villero tiene menos derechos que usted?
–No, el negro villero, no ¿eh?
–Usted dijo negro villero...
–Pero no lo dije despreciando...
El ruralista rozagante queda expuesto como un nazi y como un imbécil, a la vez. La pregunta es: ¿A qué medio pertenecía el cronista y dónde se difundió la escena?
a) A C5N y se difundió en el programa revolucionario de Eduardo Feinmann.
b) A un equipo de documentalistas coordinado por Claudio Morgado y se difundió en el canal parlamentario.
c) Era de Telefé. Y se difundió en prime time.
Otra pregunta, vinculada a la anterior. ¿Qué otro medio difundió la misma imagen, con el objetivo obvio de amplificarla?
a) El kirchnerista Eduardo Feinmann en C5N.
b) El kirchnerista Oscar González Oro en C5N.
c) Canal 13.
Se escucha la voz de la presentadora del noticiero. Dice: “Vamos a mostrar un material exclusivo de un hecho de violencia. Son imágenes propias. (Entra la imagen). Aquí se ve –insiste la periodista– a un integrante de un piquete rural intentando tajear a un camión”. ¿Quién fue la presentadora, que incluyó ese material tan delicado para la imagen de los piquetes rurales?
a) Rosario Lufrano en la “televisión pública”.
b) La mujer de Rudy Ulloa Igor, que abandonó por unos minutos su cartera LV, para dedicarse al periodismo.
c) María Laura Santillán en Telenoche.
“Me cuesta interpretar la protesta de ayer, de grupos con los que no me sentí identificado. Los que iban a gritar ‘que se vayan todos’, ‘que renuncie’. ¿Cómo a alguien que fue votada hace tres meses, la van a sacar porque no les gustó un discurso.”
¿Quién es el periodista que pronunció esa opinión?
a) Nacha Ferragut.
b) Orlando Barone.
c) Matías Martin, en una de las radios del poderoso grupo CIE.
Era la noche de los cacerolazos. Tres señores se burlaban de ellos. Decía uno: “Ahhh, van a lograr muchas cosas con esto”. Decía el otro: “La última vez pedíamos que se fueran todos. Y la bola que nos dieron”. El tercero ironizaba: “A mí no me importa. Yo voy a agarrar la olla Essen, la más cara de todas, esa que sale como trescientos pesos, y le voy a dar con todo”. ¿Quiénes eran?
a) Sociólogos en el café Gandhi.
b) Intendentes del conurbano.
c) Mario Pergolini, Juan Di Natale y Eduardo de la Puente en Telefé.
En el tape, se lo ve y escucha a Luis D’Elía en una de sus reflexiones sobre el odio hacia los “oligarcas”. D’Elía concluye: “Eso no lo digo yo. Lo ha dicho la señora Eva Perón”. Inmediatamente, aparecen imágenes del velorio de Evita y su conmovedora voz, que dice: “No puede haber amor donde hay explotadores y explotados. No puede haber amor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblos desposeídos y miserables. Porque nunca los explotadores pudieron ser ni sentirse hermanos de sus explotados. Y ninguna oligarquía pudo darse con ningún pueblo el abrazo sincero de la fraternidad”. ¿Quién lo puso al aire?
a) En un sistema dominado por el consenso de Washington, jamás se podría poner al aire ese editado.
b) Es un trabajo de la CCC que verá la luz en el canal que el Gobierno otorgará a Hugo Moyano.
c) TVR, en el horario central de los sábados, por Canal 13.
¿Qué periodista dijo: “A D’Elía se le pega más de la cuenta porque es un dirigente piquetero. Si viniera del lado empresarial seguramente se lo respetaría un poco más, porque éste es un país de gorilas”?
a) Eduardo Feinmann, en la oficialista –y para nada discriminadora– Radio 10.
b) Nadie. Los medios masivos “demonizan” a D’Elía.
c) El “Chavo” Fuks, en Duro de Domar, por Canal 13.
¿Qué otro periodista insistió: “El prejuicio clasista que hay hacia D’Elía refleja cierta reacción clasista, discriminatoria, racista, de la sociedad argentina”?
a) Ernesto Semán.
b)Daniel Aráoz.
c) Marcelo Zlotogwiazda, en Magazine, reproducido durante las semanas del conflicto por TVR, Canal 13.
En qué canal se emitió un tape en el que se recalcaba que el diario La Nación “enloqueció” al calificar al Gobierno como “comunista”.
a) En ninguno.
b) En el sistema de circuito cerrado de la Casa Rosada.
c) En TN.
Uno puede no querer pensar y está en todo su derecho. Los buenos son buenos siempre, los malos son malos siempre. Pero si alguien tiene interés en cuestionar los propios preconceptos, debe hacerse esas preguntas. Si la respuesta a todas ellas es la opción C, deberá concluir que es, al menos, discutible, el “relato” oficial sobre la actitud de los medios privados durante el conflicto.
Y, obviamente, la respuestas son todas C.
Se podrían reproducir hasta cien preguntas por el estilo. Y la respuesta seguiría siendo C. Y también fragmentos importantes –tanto o más– del discurso mediático donde se refleja una línea más favorable a la protesta rural. Pero hay demasiados contraejemplos como para concluir que los grandes medios intentan controlar a la opinión pública con un mensaje único.
Desde el 2003 para aquí hay demasiados discursos en espejo en la Argentina. Néstor Kirchner es Hitler, sostienen unos. Néstor Kirchner es una mezcla de José de San Martín y el Che Guevara, gritan otros. No hay libertad de prensa en la Argentina, sostiene un grupo. Todos los medios son opositores, racistas, digitados desde Washington, replican de la otra parte. Los periodistas están casi todos comprados por el Gobierno, difunden los unos. Los periodistas son todos empleados de patrones golpistas, opinan los otros.
Ahora, los hechos suelen alumbrar realidades mucho más complejas. La dinámica de la relación entre el Estado, los dueños de los medios y las personas que producen sus contenidos es riquísima. Para analizarla, valen todas las teorías. Pero reducir todo a una conspiración para defender los privilegios de los monopolios es apenas una expresión de haraganería intelectual o, más bien, refleja un apego llamativo a ciertas teorías comunicacionales berretas. Y si a todo eso se le agrega que el proceso está digitado desde Washington, en fin, todo se empieza a parecer a un sketch de Cha cha chá.
Hay un ejemplo muy ilustrativo que incluye al autor de estas líneas. El 23 de abril, este diario publicó una nota del “doctor en Ciencias de la Comunicación”, Martín Becerra. Sostiene: “La cobertura mediática del conflicto del campo fue reveladora: las radios casi en cadena aplaudieron los piquetes del agro y las cacerolas del norte porteño (hubo excepciones: Víctor Hugo Morales o Ernesto Tenembaum)”. La referencia es cierta pero también injusta por dos razones. Primero: omite decir que las dos excepciones ocupan espacios centrales en dos de las radios más escuchadas del país. Segundo: no fueron excepciones, ya que en los dos programas más escuchados de la radiofonía argentina –El Oro y el Moro, y ¿Cuál es?– la posición frente a los caceroleros fue crítica y hasta burlona. De nuevo: son los dos programas, por lejos, más escuchados de la radio.
Si se ignoran los hechos, puede ocurrir, además, que se ofenda a un gran número de profesionales íntegros acostumbrados a hacer su trabajo con dedicación, que se han hecho espacio en los grandes medios y transformaron su contenido en más democrático y, por momentos, casi anárquico. Y que no son títeres.
La primera persona que intentó instalar la idea de que los medios conspiraban contra el Gobierno fue la Presidenta de la Nación en su discurso de Plaza de Mayo, donde acusó de golpistas a los “generales multimediáticos” y de “casi cuasimafioso” a Hermenegildo Sábat.
Que un gobierno defienda sus intereses –el control de la información, entre ellos– tiene su lógica. No es el primero. No será el último.
Que se repitan esas ideas sin confrontarlas con los hechos reales también tiene su lógica.
Esto es, finalmente, la Argentina, el país de los discursos en espejo.
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