“Tenemos que hacer un sinceramiento brutal, sin hipocresía. A la UCR esta ley la favorece, a pesar de la postura que asumen sus legisladores. La ley apunta a favorecer a los grandes partidos nacionales”, soltó el vehemente Miguel Pichetto para defender el veto presidencial a la Ley de Reforma Política. Luego, el senador rionegrino afirmó que “en algún momento hay que eliminar un montón de partiditos que no existen y que son sellos de goma. Una actividad casi industrial, económica, que se presta a negociados”. La respuesta radical no llegó durante el debate en la Comisión Bicameral Permanente de Trámite Legislativo. Incluso, no cuestionaron el veto en la discusión que tuvieron dentro del abanico opositor mientras redactaban su propio dictamen en contra de la decisión de la Presidenta. Sin embargo, los legisladores de la UCR privilegiaron mantener la unidad del conglomerado de los bloques parlamentarios opositores y firmaron el dictamen conjunto.

La voz cantante en contra del veto la llevó la lilita Marcela Rodríguez. “La decisión de anular la entrada en vigencia de la ley el 31 de diciembre de 2011 y empezar a aplicarla ahora modifica todo el espíritu de la ley. Si el proyecto que votó el Congreso hubiera tenido esta modificación que hizo la Presidenta, no hubieran logrado ni el quórum ni la mayoría especial para aprobarla”, sentenció la diputada de la Coalición Cívica.

El kirchnerista Jorge Landau le salió al cruce con el argumento de que el núcleo central de la ley es la implementación de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias para la elección de candidatos para las generales de 2011, que “serían imposibles de concretar sin antes sincerar el sistema de partidos políticos”. Luego le recriminó a la oposición que propuso más de 50 modificaciones al proyecto, que se hicieron, pero igual votaron en contra.