Domingo, 13 de octubre de 2013 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Ignacio Ramírez *
Dediquemos el comienzo a una obviedad: cualquier episodio político en contextos electorales se interpreta electoralmente, aun aquellos incorporados al calendario electoral de manera casual. Por estos días, el análisis suele reducirse y subordinarse a una pregunta ansiosa, recurrente, inevitable: ¿Esto impacta en el voto? ¿El debate puede impactar? ¿Determinada medida de gobierno puede impactar? ¿Una noticia periodística? ¿El episodio de salud de la Presidenta? Aunque parezca elusiva y superficial, la respuesta más rigurosa a estos interrogantes es: depende, todo depende. Antes de avanzar un poco más, conviene examinar la anatomía del voto:
El voto es una acción en cuyo subsuelo motivacional interviene un conjunto de factores que el elector resuelve de manera excluyente, atendiendo el aspecto “imperativo” de cualquier elección. Asimismo, en el comportamiento electoral interactúan factores de corto plazo (la coyuntura envolvente, episodios que irrumpen, las campañas electorales), con factores de mediano plazo (el balance sobre el gobierno en curso y la evolución percibida de la economía) y factores de largo plazo (orientaciones ideológicas de los votantes, sus herencias políticas y las matrices culturales que tiñen su mirada del mundo). La ecuación es todavía más compleja, ya que en elecciones legislativas estos tres grupos de factores no tienen el mismo peso que en las elecciones presidenciales, donde los elementos de mediano y largo plazo incrementan su injerencia.
Asumida su naturaleza compleja, las preferencias electorales no reaccionan en forma mecánica ante un solo fenómeno. Por otra parte, las tendencias electorales esbozadas en las PASO son inerciales y, por lo tanto, ariscas a cambio bruscos. De cualquier manera, sí debemos considerar el efecto que podrían causar algunos cambios o procesos. Por ejemplo: la gestualidad desplegada por el gobierno nacional tras las PASO. Una reacción apoyada fundamentalmente sobre dos elementos:
1) Adopción de medidas que recogen los mensajes subyacentes del “voto paso”.
2) Nuevos registros y modalidades de comunicación, como el transitado por la Presidenta durante las entrevistas con Jorge Rial. El formato es el mensaje; la entrevista irrumpió como un mecanismo de comunicación más íntimo y horizontal.
Estas dos “razones”, al combinarse con la confluencia afectiva suscitada en la opinión pública por el problema de salud de Cristina Fernández, han configurado una atmósfera más favorable para el gobierno nacional. Y entonces... ¿impacta? Depende, todo depende.
* Director de Ibarómetro.
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