Viernes, 19 de mayo de 2006 | Hoy
EL PAíS › REPORTAJE A RAFAEL MICHELINI, A TREINTA AÑOS DEL SECUESTRO DE SU PADRE
El legislador uruguayo, cuyo padre fue secuestrado en Buenos Aires, habla del avance de la justicia a uno y otro margen del Río de la Plata. De las extradiciones y de la necesidad de anular la ley de Caducidad, el Punto Final de su país.
“Habría que anular la ley de caducidad. Las extradiciones sólo ocurren si no hay justicia en Uruguay”, sostiene el senador del Frente Amplio y líder del Nuevo Espacio, Rafael Michelini, a 30 años del secuestro y asesinato de su padre, el legislador uruguayo Zelmar Michelini, que se había exiliado en Buenos Aires junto con Héctor Gutiérrez Ruiz tras el golpe de Estado del 27 de junio de 1973. Ambos fueron secuestrados el 18 de mayo de 1976 y sus cuerpos fueron abandonados en un auto cuatro días después. Rafael Michelini se convirtió en una de las figuras centrales en la lucha por los derechos humanos en Uruguay. Gracias a una investigación personal que hizo en 2001, pudo dar con Simón Riquelo y logró que se reencontrase con su madre, Sara Méndez, una ex detenida uruguaya. Por este motivo viajó a Buenos Aires a declarar en la causa que instruye el juez Norberto Oyarbide.
–¿Sobre qué va a declarar?
–Me citó por el secuestro y desaparición de Simón Riquelo. Yo tuve el triste privilegio de ser el nexo que permitió que en mayo de 2002 Sara Méndez se pudiera encontrar con su hijo. Fue de las cosas más lindas de mi vida ver ese reencuentro después de 25. Simón era uno de los niños desaparecidos emblemáticos de Uruguay.
–¿Cómo vivió el exilio de su padre?
–Somos diez hermanos. Cuando mi padre se exilió, yo tenía 14 años. Una parte de mi familia quedó allá –yo incluido– porque teníamos una hermana (Elisa) presa ya en ese momento. Me acuerdo de mi padre llevándonos en el auto, pateando la pelota, acá en Buenos Aires, en el Hotel Liberty, lavándose las medias. Para mí, él era una figura paternal, pero también con un aura impresionante, y ver que se lavaba las medias con mucha humildad me llamó la atención.
–¿Ya en ese momento los seguían?
–Claro, nos vigilaban a nosotros allá y acá a él. El año 1976 fue un terremoto para mi familia: matan a mi padre, se llevan a mi otra hermana que está desaparecida cuatro meses y sobrevive, dos hermanos míos terminan exiliados. Un sobrino, de un año y medio, está diez días desaparecido y podría haber sido uno de los tantos niños que no aparecieron por mucho tiempo. Nosotros nos quedamos, porque ya teníamos dos hermanas presas.
–A 30 años del asesinato de su padre, ¿cómo avanza la causa para juzgar a los culpables?
–El tribunal de apelaciones en Uruguay habilitó que no hay prescripción por la ley de caducidad y están iniciadas las investigaciones. El canciller de la época, Juan Carlos Blanco, y el presidente dictador (Juan María) Bordaberry están indagados y después se interrogará a los militares. A la vez, avanza la causa en la Argentina y puede pedirse la extradición de ellos dos. Ha venido un gobierno progresista que está en contra de la impunidad. Tuvimos cuatro gobiernos blancos y colorados que estaban a favor de la impunidad o que la contemplaron. Vino un presidente, Tabaré Vázquez, que dijo: ‘Vamos a juzgar, vamos a entrar en los cuarteles, vamos a buscar los restos de los desaparecidos’.
–¿Son los principales responsables del asesinato?
–Los responsables los tendrá que determinar el juez, pero sin duda Bordaberry era la cabeza de la dictadura uruguaya, que es responsable junto con el ejército uruguayo. No tengo la menor duda de que hubo una decisión arriba, porque nadie iba a secuestrar y matar al que era presidente de la Cámara de Diputados, Gutiérrez Ruiz, y a uno de los líderes de la oposición, Zelmar Michelini, sin orden de arriba.
La carta que publican los diez comandantes retirados, asumiendo toda la responsabilidad, demuestra que esa decisión existió. Es una confesión de lo que hicieron (ver página 19).
–¿Cómo funcionó el Plan Cóndor en el caso de su padre?
–El Plan Cóndor tenía tres aspectos: el traspaso de información de inteligencia, el asesinato de los líderes y la aniquilación de las organizaciones sociales y guerrilleras. En este último caso, es donde seproducen las desapariciones. En el caso de los líderes, no actúan haciendo desaparecer, sino asesinándolos a la vista de todo el mundo para generar el terror. “Si los dictadores somos capaces de secuestrar y matar a los líderes políticos, entonces no hay nadie quien esté a salvo.” Y lo hicieron en la Argentina, en los Estados Unidos, en combinación con todas las fuerzas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur.
–¿Dónde se los debería juzgar, aquí o en Uruguay?
–Lo que hacemos es pelear para que se juzgue en el caso de todos los hechos de delitos de lesa humanidad tanto dentro de Uruguay como más allá de nuestras fronteras. Ya hay pedidos de extradición por el caso de la nuera de (Juan) Gelman. Van a ser extraditados, salvo que la justicia uruguaya actúe en el caso. Las extradiciones sólo ocurren si no hay justicia en Uruguay. Yo quiero que sean juzgados en Uruguay. De cualquier manera, las extradiciones son muy importantes, como ocurrió con (Augusto) Pinochet en Chile, que desencadenó un proceso de juzgamiento.
–¿Cómo evalúa el impulso en la región para juzgar a los represores?
–Es el avance de la justicia en el mundo, donde no se pueden generar islas de impunidad. Y, por lo tanto, los delincuentes uruguayos que se quieran refugiar en otros países pueden ser extraditados. Y de la Argentina también. La gente tiene un don de justicia y ha tenido una enorme paciencia esperando, pero ya no se puede esperar más. La sociedad reclama que la justicia actúe.
–¿Habría que anular la ley de caducidad?
–Algunas de las causas en Uruguay están avanzando. Otras pueden tener esa valla insalvable y, por lo tanto, habrá que anularla. Empieza a haber un convencimiento colectivo de que hay que hacer justicia en Uruguay. Ya no sólo de la izquierda y de los que estamos contra la impunidad, sino de todos. La ley de caducidad tuvo como fin que el coronel (José) Gavazzo no fuera a declarar. Y se ha vuelto obsoleta, porque Gavazzo está detenido por la causas de Gelman y Plan Cóndor, en la que tuvo responsabilidad.
–¿Existen presiones de las Fuerzas Armadas para que esto no ocurra?
–¿Presiones? No, ninguna. Si se toma esta carta como una presión... pero yo creo que es una confesión. Están diciendo: “Acá estamos los responsables”. Hace 30 años la dictadura uruguaya escribió las peores páginas de horror del país. Hace 30 años que estamos pidiendo justicia y luchando contra la impunidad. Estamos cerca de que toda la verdad aparezca y de que la Justicia actúe, para que nunca más vuelvan a suceder las cosas que pasaron. El mayor homenaje a las víctimas, incluido mi padre, no son ni las calles, ni las plazas, ni las placas, ni los discursos: el mayor homenaje es que haya justicia.
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