Las tapas de los diarios de hoy mostrarán una o dos fotos. La de Kirchner hablando desde el atril, en un escenario que compartió con las Abuelas y Madres de plaza de Mayo. O, en su defecto, la de una Plaza colmada de una colorida presencia de aparato y militancia peronistas. Pero hay otras fotos que reflejaron lo vivido desde dentro de la Casa Rosada. Aquí, algunas de ellas.

Alturas. Kirchner no pudo con su ansiedad. Poco antes de las dos de la tarde, cuando aún no había comenzado a cantar Raúl Lavié con la Selección del Tango, decidió subir a la terraza de la Rosada para mirar la plaza. Estuvo con su vocero, Miguel Núñez; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el secretario de Medios, Enrique Albistur, entre otros. Se entusiasmó tanto que le dijo a Cristina que haga lo propio. La primera dama dejó pasar un hora y terminó en lo más alto del edificio a puro beso y saludo. Llegó acompañada por Carlos Zannini, Héctor Icazuriaga, Jorge Telerman, Francisco Gutiérrez, Agustín Rossi, Carlos “Cuto” Moreno y Dante Dovena.

- - -

Deportivos. Nadie les preguntó si venían del maratón de las Fiestas Mayas, que se corrió ayer en la ciudad, pero el look deportivo –o algo parecido– que ofrecieron Felipe Solá y Florencio Randazzo fue la comidilla de la jornada. El gobernador apareció con unas zapatillas deportivas y su ministro de gobierno con un buzo azul que desentonaba el atuendo de otros bonaerenses, como el intendente de La Plata, Julio Alak. Alguien, al pasar, dijo que Solá estaba preparándose para la carrera por la vicepresidencia.

- - -

Besos y abrazos. Kirchner parecía un adolescente. Se cruzó con Soledad Pastorutti y con Alejandro Lerner. “Gracias, presi”, le agradecieron mientras algunos acólitos le sacaban fotos con los celulares. Se besó con los hermanos Korol, saludó a Daniel Aráoz y a Coco Silly, los locutores del acto. Bajó el escenario a los saltitos y en el patio principal de la Rosada se fotografió con un grupo gobernadores. “¡Qué actazo!”, le gritó José Manuel de la Sota, primereando al resto. Las vueltas de la vida: hace tres años, el Presidente no podía ver al gobernador por su militancia menemista.

- - -

Números. Oscar Parrilli, acaso uno de los más felices con el resultado del acto –por el número y la ausencia de incidentes– parecía un chico con chiche nuevo. Tan entusiasmado se lo veía al secretario general de la Presidencia, que ante la consulta sobre cuánta gente estuvo en la Plaza arrancó estimando 300 mil personas, pero después terminó diciendo 400 mil si se toma en cuenta la gente que andaba alrededor. Ni hablar de Carlos Zannini. El secretario de Legal y Técnica no anduvo con chiquitas. “Hubo medio millón de personas”, decía a quien quería oírlo.

- - -

Atril. Julio De Vido siguió el discurso en el hall que precede a la salida de Balcarce 50, en la Rosada. El ministro de Planificación sabía que desde el palco asignado a los funcionarios no se veía al Presidente. Se paró para cantar el Himno, comentó con su vocero Alfredo Scoccimarro tramos del discurso presidencial y soltó una carcajada cuando vio que Kirchner utilizó un atril para hablar. Ese atril despertó críticas en algunos medios por la utilización que le da el mandatario como tribuna política cada vez que habla desde el Salón Blanco.

- - -

Top model. Hugo Moyano mostró que lo suyo es la coquetería. Cuando se dirigió a la Catedral Metropolitana para participar del Tedéum, el titular de la CGT apeló a un poco habitual traje y corbata. Pero al regresar a la Rosada para el acto oficial se cambió y recobró su aspecto habitual, con jeans, camisa y campera. Otro que no pasó inadvertido fue el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, quien, a modo de chalina, utilizó una remera argentina con la leyenda “peronismo de la Capital”, la misma que se repartió en las inmediaciones de la Plaza.