EL PAíS › A TRES AÑOS DE GOBIERNO, KIRCHNER REALIZO AYER SU PRIMER ACTO MASIVO

Una demostración de fuerza a toda plaza

El Gobierno convocó ayer a una multitud en la Plaza de Mayo, en su primer acto masivo. No hubo referencias a la reelección, aunque el clima llevó a eso. Kirchner destacó los logros de su gestión e hizo una breve referencia a la concertación. El grueso de la concurrencia estuvo puesto por el tradicional aparato del PJ. Hubo una destacada presencia de Madres y Abuelas.

 Por Diego Schurman

Se subió al atril, miró de soslayo. Y resumió en su primera frase el objetivo de la convocatoria.

–¡¡¡Y un día volvimos a la gloriosa Plaza de Mayo!!!

Un 25 de Mayo, a tres años de asumir la gestión, Néstor Kirchner le dio sentido de pertenencia al espacio público con más historia política de la Argentina. El “volvimos” fue una autorreferencia, pero también una alusión taxativa a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y, sobre todo, como dato novedoso, a la ortodoxia peronista de la que tanto renegó en el inicio de su Gobierno. No le hizo falta mencionar ni una vez la palabra reelección: flotaba en el aire y aparecía, tácita, en su prédica, y la de su entorno, de profundizar el camino elegido.


La vista área de la Plaza de Mayo ofreció un imagen multicolor, con banderas, globos y aerostáticos. Los organizadores hablaron de más de 300 mil personas. Discusión de cifras al margen, la concentración fue masiva y las columnas se extendieron por los alrededores. No obstante, es probable que la discusión de la jornada no se centre tanto en el número como en el perfil de la concurrencia.

Los movimientos sociales, organismos de derechos humanos y sectores del peronismo de izquierda que supieron nutrir al kirchnerismo esta vez compartieron una plaza con un importante núcleo de intendentes y sindicalistas de la CGT que hace apenas medio año enfrentaron electoralmente a Kirchner. El dirigente estatal Andrés Rodríguez, recordado menemista de pura cepa, y el intendente Manuel Quindimil, último bastión del duhaldismo, son los mejores ejemplos.

El aparato del PJ se mostró en todo su esplendor y esto incluyó la impronta y la simbología partidaria. Si no fue un típico día peronista, habrá que adjudicárselo a la presencia de Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto, cuyo protagonismo en el escenario contrastaba con el que recobraron debajo de él aquellos que, años atrás, aplaudieron los indultos y las privatizaciones.

Al mandatario lo presentaron como un campeón de box. “Habla Nestoooooooooooooooor Carlooooooooooooooooooos Kirchneeeeeeeeeer”, estiró el locutor como si estuviera en un ring de Las Vegas. Hubo un tibio ademán triunfalista del Presidente, aunque sin premeditación escénica.

La gestualidad la había derramado segundos antes con estentóreos saludos a la Plaza –“levantando el brazo izquierdo”, remarcó un peronista de los ’70– estrujando y besando banderas que le arrojaron los militantes y fundiéndose en abrazos con Carlotto y Bonafini.

Hubo espacio para gustos personales. La apertura con un Himno cantado a capella por Teresa Parodi, Mercedes Sosa y Víctor Heredia. Y también la lluvia de papelitos celestes y blancos, en un revival de los últimos actos de campaña de Cristina en la provincia de Buenos Aires. La senadora ama ese recurso escénico del proselitismo norteamericano.

–El pueblo unido jamás será vencido –cantaban arriba y abajo del estrado la consigna que supo ser himno del comunismo sesentista mientras Kirchner se acomodaba en el atril.

Y entonces, en su primer discurso en la Plaza de Mayo, habló del peronismo y de Perón, en un giro de aquella arenga que supo acompañar sus primeros tres años de gestión. Recordó la convocatoria, el mismo día y lugar, pero del ’73, en la asunción de Héctor Cámpora, que lo tuvo como un militante más. Y reivindicó la Plaza, la de “los trabajadores, Eva Perón, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo”.

Aprovechó entonces para poner punto final a lo que terminó siendo la polémica de la semana: el lugar desde donde ofreció su discurso. Dijo, entonces, que hablaba desde el escenario porque los “dueños” del balcón de la Rosada se llamaban Eva y Perón, amén de los intentos, en ese sentido, de Galtieri con su arenga contra los ingleses.

Kirchner no leyó el discurso ni tampoco soslayó al pronunciarlo el componente de la Plaza. Esta vez, además del entramado que acompañó sus inicios, estaban, como se dijo, las columnas de la ortodoxia partidaria que históricamente supo cobijarse bajo el calor del poder sin reparar en apellidos. Lo hicieron con Menem y también con Duhalde.

Para decirlo sin ambages: el Gobierno no renegó ayer del aparato partidario ni de una puesta en escena típicamente peronista, con marcha, bombos, micros y recursos necesarios para garantizar presencia. Hasta el Presidente se sacó la corbata.

No es ajeno este giro a la estrategia reeleccionista. Kirchner ya no plantea dilemas sobre la vieja y la nueva política. Prefiere sumar y convivir con las contradicciones propias del peronismo. De lo contrario sería difícil entender la presencia, en un mismo lugar, de Luis D’Elía y una ristra de intendentes que el propio subsecretario de Tierras para el Hábitat Social consideró en público corruptos.

“Esta es la Plaza del amor, de la reconstrucción, queremos una Plaza para todos”, saldó Kirchner. El anclaje lo ofreció el cartel de fondo. “La patria somos todos”. En rigor, la convocatoria “amplia y plural” no se reflejó en la concurrencia, exigua en referentes de la oposición.

No obstante, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, abrió las puertas del Gobierno a dirigentes radicales y de otros partidos políticos. A eso, reconoció el funcionario, se limitará por ahora la llamada concertación, según dijo detrás del escenario.

El afán pluralista no frenó el impulso del Presidente de separar la paja y el trigo. Por eso apeló a un parangón –que de paso sirvió de balance– sobre los índices de pobreza, desocupación e indigencia actual con los registrados al asumir, en 2003.

Previsiblemente sacó a relucir, como lo haría cualquier mandatario que se precie, la cancelación de la deuda con el FMI. “Esta es la Plaza del chau al Fondo Monetario Internacional”, se despachó. Un mensaje con un aditivo especial ya que la próxima semana llegará al país una misión de ese organismo de crédito.

–Borombombón, borombombón, todos queremos la reelección –devolvieron tímidamente desde la Plaza. Kirchner se hizo al distraído. Ni siquiera se conmovió con un pingüino gigante que llevaba una banda cruzada con el año 2007 estampado.

Sin duda, los derechos humanos ocuparon un lugar central del acto. Desde lo simbólico, ya que las Madres y Abuelas desplazaron al gabinete del escenario. Y también desde lo discursivo. “Nuestros 30 mil desaparecidos vuelven a la Plaza de Mayo”, consideró un afónico Presidente. La anulación de las leyes de obediencia debida y punto final se presentó entonces con el orgullo de los que cambiaron una tendencia. Kirchner le puso palabras a ese caballito de batalla. “Es el valor de la memoria y la justicia.”

En ese sentido, no pudo evitar hacer mención al encuentro que el miércoles mantuvieron militares para homenajear a “las víctimas de las subversión”. Y había una razón: fue organizado por Cecilia Pando, quien increpó en plena Casa Rosada a Kirchner por haber pasado a retiro a su esposo. Aquella decisión se tomó cuando Pando reivindicó el terrorismo de Estado. “Ese acto chiquitito”, minimizó Kirchner, ofreciendo como contraste la Plaza de ayer, la mayor demostración de fuerza desde el inicio de su gestión.

Hubo otra referencia que no fue menor. A pesar de la vuelta a la Plaza de sectores del PJ que han sido blanco de sus críticas, los intelectuales aparecieron en el horizonte kirchnerista para su prometido proyecto de cambio. Una muestra palmaria de otro guiño a sectores progres, y sobre todo en un distrito tan reacio al peronismo como lo es la Capital, fue la convocatoria de Heredia o “La Negra” Sosa, siempre reivindicados por los sectores de izquierda. Fueron los músicos que, curiosamente, ayer más hablaron lo que es un secreto a voces en la Rosada: de la continuidad de Kirchner en el poder.

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El presidente Kirchner salió al escenario envuelto en una lluvia de papelitos celestes y blancos.
Imagen: DYN
 
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