Sábado, 11 de noviembre de 2006 | Hoy
EL PAíS › EARL WAYNE EN EL SIMULACRO DE LA ONU EN DERECHO
El representante norteamericano cuerpeó con soltura a periodistas, pero confesó que “no es fácil representar a Estados Unidos”.
Con una parsimonia envidiable, el flamante embajador estadounidense en Argentina evitó responder las preguntas de la prensa, que lo interceptó ayer mientras saludaba a los chicos que iban a representar a su país en un modelo de simulado de la Asamblea General de la ONU en la Facultad de Derecho. Earl Anthony Wayne sólo atisbó a responder “hace poco que llegué”, al ser consultado sobre si tenía planes de reunirse con Néstor Kirchner. “En estos círculos no es fácil representar a los Estados Unidos”, admitió el embajador, rodeado de señoras paquetas y jóvenes pulcros, antes de repartir los “regalitos” para los suyos: una gorra azul por cabeza.
“La clave es escuchar con sinceridad y mantener en mente nuestros principios básicos. También buscar esa creatividad que permita resolver los problemas, por más difíciles que sean”, fue el consejo de Wayne a los 40 chicos, de entre 15 y 18 años, que se reunieron con él antes del simulacro, en un costado del auditorio de la Facultad. Uno de ellos se acercó a preguntarle por qué su país había invadido Afganistán, “¿fue por el petróleo?” arremetió. “No tiene reservas probadas. Nosotros sólo ayudamos a mejorar la infraestructura, después de que la guerra civil destruyera el país y sus instituciones. Era un país muy pobre antes de nuestra intervención”, fue la respuesta que llegó por boca de su traductora. Detrás, el decano Atilio Alterini y el jefe de gabinete del Ministerio de Educación, Ignacio Hernaiz, no dejaban de sonreír.
En el salón, más de 800 chicos, muchos caracterizados con los países que representaban, escucharon atentamente a los oradores: Wayne, Alterini, Hernaiz, Lucrecia Lacroze (de la ONG Conciencia) y José Latugaye (representante de SC Johnson & Son, empresa patrocinadora). El tema a debatir era “el agua como fuente de vida”. El decano resaltó la importancia de financiar este tipo de eventos, pese a “esas confusas ideologías que circulan entre algunos, contra las empresas”, y contó una anécdota fresca: “Recién vino una chica, preocupada, a decirme que había árabes en la facultad”, en obvia referencia a “las tensas relaciones con Irán”. A su término, tomó la palabra Lacroze, quien festejó el estatus consultivo que consiguió su organización ante la ONU y afirmó: “Es el sueño de cualquiera poder reunir a las ONG, al Estado, el Gobierno, la diplomacia y las empresas”. “Muchos dicen que los jóvenes son el futuro, para mí, ustedes son el presente”, concluyó.
Hernaiz repasó los números educativos de la Argentina (45 mil escuelas, 10 millones de alumno), reparó en que el país “no integra una región tan pobre como Africa o Asia, pero tiene elevados índices de desigualdad social” y mencionó los “avances” de la gestión (puntualmente, el pronto ingreso al Congreso de la “consensuada” nueva Ley de Educación). Y pidió disculpas por “la extensión” de su discurso. Finalmente, Wayne leyó unas palabras con fuerte acento: “Estoy encantado de estar aquí. Mi impresión es que todos están comprometidos y entusiasmados con la paz, la seguridad, la libertad y los derechos humanos. Tenemos que apoyar a la ONU en su lucha contra el terrorismo y las armas de destrucción masiva; es una de las instituciones más importantes, aunque no puede resolverlo todo”. Luego de elogiar el trabajo de las tropas argentinas en Haití, el embajador destacó como tarea “fundamental fortalecer la democracia”.
Un rato antes, metidos a pleno en el rol de embajadores y delegados, un grupo de chicos discutía en el hall. “Estados Unidos es la mejor nación”, aseguraba una chica del comité ruso, ante la risa de sus colegas de Ucrania, Italia y China. Cerca, dos rubias pintadas de negras al betún (representaban a Senegal) aguardaban impacientes el ingreso al recinto.
Informe: Emilio Ruchansky.
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