La medida de fuerza por veinticuatro horas en reclamo de mejoras salariales que aplicaron ayer los tripulantes de Aerolíneas y Austral cambió la fisonomía de Aeroparque, con actividad muy menguada debido a la parálisis de las compañías que conjuntamente ostentan más del 80 por ciento del mercado doméstico. Después de la reprogramación de los vuelos, se preveía reanudar la actividad a partir de la medianoche. Las discusiones entre la Asociación de Aeronavegantes de la Argentina, el gremio que comanda Ricardo Fracia, y la empresa privatizada, con la intermediación del Ministerio de Trabajo, habrían arribado anoche a un acuerdo que permitiría destrabar el conflicto, luego de cuatro meses de discusiones infructuosas.

El acuerdo deberá ser refrendado a las 14 de hoy, cuando Aeronavegantes lleve a cabo la asamblea que ya tenía prevista. La propuesta contemplaría la demanda salarial planteada en las negociaciones que comenzaron hace no menos de cuatro meses y que ya dieron lugar a que la cartera laboral dispusiera la conciliación obligatoria, agotando el recurso al conceder todos los plazos legales posibles.

Durante este tiempo, Aerolíneas y Austral lograron cerrar acuerdos con otros sindicatos aeronáuticos que despejaron el panorama de conflictos sindicales. Los tripulantes quedaron rezagados en el tiempo y venían planteando cierto trato discriminatorio respecto de los sectores nucleados en el resto de los gremios, los pilotos entre ellos.

Hasta la tarde de ayer, la brecha entre las posiciones del gremio anteriormente conducido por la actual embajadora en Venezuela, Alicia Castro, y los representantes de la empresa parecía imposible de cerrar. Aerolíneas sostenía que ya había hecho una oferta de mejora salarial equivalente al 27 por ciento y que este esfuerzo era imposible de superar sin comprometer la estabilidad de la compañía. A decir del vocero patronal, las azafatas y comisarios exigían “un aumento superior al 40 por ciento”, algo que superaría los parámetros utilizados para recomponer los demás sueldos de la actividad.

Para Aeronavegantes, la discusión es mucho más compleja y el planteo no se traduce, necesariamente, en recomposiciones de esa envergadura. La primera reivindicación de los trabajadores es que se incorporen al sueldo 500 pesos no remunerativos que deberían haberse “blanqueado” a comienzos de este año, según un acuerdo firmado en 2006. La empresa habría propuesto subir 100 pesos ese monto, pero posponiendo aquella medida para el año próximo. “No puede ser que un tripulante que recién se inicia gane 1600 pesos, un sueldo que no le sirve ni para solicitar un crédito”, se quejaba ayer ante este diario la secretaria adjunta del gremio, Liliana Carrasco.

Las cifras de recomposición salarial que da la empresa aparentemente resultan de hacer un cálculo integral, en el que tallan otros conceptos además del básico, fijado en 966 pesos. La empresa también suma adicionales como las horas flex (extras), las horas de servicio efectivamente prestadas, la antigüedad y otros.

Con miras a esa sumatoria, resulta importante la habitual reprogramación de los vuelos que suele hacer la empresa por escasez de flota y que también tiene impacto en los tripulantes que cobran un adicional al básico por las horas efectivamente voladas, pero sólo si las concretan en el aire y no si están a disposición de la empresa para cubrir su puesto.

Para sintetizar su posición, Aeronavegantes apunta a la mejora que tuvieron otros trabajadores del transporte, en particular los choferes de colectivos. Pero seguir a rajatabla esta referencia podría conducir a la firma operada por el grupo español Marsans a solicitar aumentos adicionales al subsidio que hoy recibe. “Estuvimos trabajando todo el fin de semana con una preocupación central: garantizar los vuelos de hoy (por ayer)”, declaró el ministro Carlos Tomada, frustrado en su intento por un conflicto que, a esa altura, ya era inevitable que derivara en un paro. Anoche, el panorama parecía haber cambiado, con una propuesta que habría dejado a las partes a un paso del acuerdo.