“Está haciendo un club de amigos”, dice un veterano puntero bonaerense que se resiste a digerir el gabinete que está armando Daniel Scioli. Los intendentes del conurbano pusieron los votos que le permitieron al ex motonauta cosechar más de tres millones de boletas y están expectantes por saber cómo se armará el poder en el principal distrito del país. El vicepresidente dijo que a fin de mes va a confirmar su equipo, pero los nombres ya trascendieron y el malestar corroe al peronismo. “Ni (Carlos) Ruckauf hizo algo así. No llevó tanta gente de Capital. Este está armando un gabinete mediático, pero la provincia hay que gobernarla”, repiten, por ahora en voz baja, cuando el triunfo está en el clímax.

La posible designación de Claudio Zinn en el Ministerio de Salud es una de las novedades que más revuelo causaron en el convulsionado mundillo de los 147 hospitales provinciales. El médico transformado en personaje público desde la pantalla de Canal 9 y los micrófonos de Radio 10 tendrá que enfrentar la resistencia de la Cicop, la poderosa Asociación Sindical de Profesionales de la Salud bonaerense, que ya planteó diferencias con “un hombre que viene con muy buenas relaciones con los laboratorios”. Los conocedores de las demandas de la provincia dicen que los problemas van desde el abastecimiento de comida para los enfermos hasta la asignación de turnos y ni qué decir de los reclamos salariales. “En la Nación hacés política sanitaria, en la provincia tenés que gestionar”, insisten.

Otro de los perfiles que intranquilizan es el de Guillermo Francos, el ex diputado del Partido Federal que dejó la política “asqueado”, según confesó, y poco después recaló como director de Asuntos Corporativos de Aeropuertos Argentina 2000, una de las empresas del grupo de Eduardo Eurnekian, el empresario que se las ingenia para tejer sólidos lazos con cada uno de los gobiernos que se suceden en la Rosada y tiene en su haber excelentes relaciones con Scioli. Francos está postulado para manejar el Banco Provincia. Las dudas surgen sobre el papel que se le dará a la entidad que tiene que motorizar el crédito en el amplio territorio bonaerense, donde abundan las necesidades de pequeños y medianos empresarios.

La posible fusión de la jefatura de Gabinete y Gobierno para ser manejada por Alberto Pérez, un legislador porteño que actúa como el operador de máxima confianza del gobernador electo, tampoco es lo que esperaban los caudillos del conurbano. Desde esa cartera se maneja en forma directa la relación con los intendentes, que son los que tienen el poder territorial definitorio para ganar las elecciones.

Sobre el estratégico cargo de ministro de Seguridad que desempeñará el fiscal Carlos Stornelli se juega gran parte de la suerte del futuro gobernador. En ese punto se silencian las especulaciones. “Sólo Arslanian puede sobrevivir indemne a ese lugar”, se escucha entre quienes hacen el racconto de robos, secuestros y hasta la desaparición de Jorge Julio López que piloteó el ex camarista al mando de una política que apuntó a refundar la Bonaerense.

Entretela

“Hay que mirar bien los resultados, hay cosas llamativas”, provocan los avezados punteros. ¿Cuáles son los indicios de malestar que encuentran? En La Matanza, por ejemplo, sacó más votos Cristina Kirchner que Daniel Scioli. El mandamás de ese distrito es Alberto Ballestrini, el compañero de fórmula del motonauta, que aspira a conducir el Partido Justicialista y es uno de los sorprendidos por los hombres que formarán el staff que se mudará a La Plata.

A la hora de hacer valer el poder, las miradas se posan en Néstor Kirchner. “El Presidente aprendió algo de (Eduardo) Duhalde: tejió lazos directos con los intendentes. Hoy un intendente vale más que un gobernador. Los recibe en la Rosada, les dio obras. El vínculo es directo con él y lo va a seguir fortaleciendo”, dicen los peronistas del conurbano que, al mismo tiempo, leen el agotamiento del más básico clientelismo, que dejó en el camino a más de un caudillo comunal en los comicios del domingo pasado. “Allí donde dieron luz verde para habilitar nuevas listas hubo recambio”, dicen en alusión a la histórica derrota de Manuel Quindimil después de 27 años en Lanús, a la de Sergio Villordo en Quilmes; de Miguel Prince en Luján, entre otros.

La necesidad de revisar el sistema electoral de la provincia es otro de los aprendizajes arrancados a la fuerza por el resultado del domingo pasado. Las colectoras que tributaban a un mismo candidato a gobernador terminaron debilitando a más de un intendente. El colmo es el caso de Jorge Rossi en Lomas de Zamora, que fue reelecto con apenas el 17,4 por ciento de los votos. “O tenemos que volver a las internas o tenemos que idear un sistema de convención –como el norteamericano– para tener un candidato por distrito, si no se licua demasiado el poder”, analizan algunos al plantear las tareas urgentes para reorganizar el partido.

Metidos a escudriñar en cada partido, los peronistas también se quejan por el derrotero de la “Concertación K”. Los resultados en San Isidro, donde el radical K Gustavo Posse obtuvo el 44,6 por ciento, mientras que Scioli apenas trepó al 32 y Cristina Kirchner al 38 por ciento, y en Vicente López, donde Enrique “Japonés” García consiguió 32,8 por ciento para su reelección y apenas 26,5 para Scioli y sólo 24 por ciento para CFK, son levantados como banderas de los que dudan del beneficio de aliarse con los radicales. En el paquete hacen notar la inesperada derrota del candidato de Daniel Katz en Mar del Plata. El intendente radical asumió la debacle y, de inmediato, se excusó ante Scioli de ocupar la cartera de Obras Públicas.

Apenas se corre el velo de la victoria aparece el complejo entramado que tendrá que pilotear Daniel Scioli. La popularidad del motonauta está lejos de amedrentar a los curtidos punteros peronistas de Buenos Aires.