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Despidos y Obsba. Intervino la obra social y echó masivamente a contratados, a los que calificó de “ñoquis”. Fueron los primeros frentes de batalla con los gremios estatales. Finalmente, Macri negoció con Sutecba y ninguneó a ATE. Hubo varios amparos que concedieron los jueces contenciosos, con los que Macri tuvo un enfrentamiento público. La Justicia finalmente convalidó los despidos. Más adelante, Macri dispuso que se echara a los empleados contratados mayores a 65 años y a las mujeres de más de 60. Después dio marcha atrás con la medida.

Conflictos educativos. Macri se embarcó luego en una disputa con los secundarios, que reclamaron por el recorte de las becas a la mitad. El ministro de Educación, Mariano Narodowski, recurrió al armado de listas identificatorias de los estudiantes. También hubo protestas de los comedores escolares, por la inclusión en el menú de la trisoja. Los docentes hicieron 13 días de paro en reclamo de un aumento salarial. El gobierno porteño cerró un acuerdo con 14 gremios por una suma fija de 110 pesos.

Hospitales. El ministro Jorge Lemus anunció se les iba a dar prioridad a los porteños en los turnos de los hospitales, postergando a los bonaerenses que vienen a atenderse a la Ciudad. La medida generó una polémica que luego fue tapada por otra mayor: la falta de insumos, después de que el macrismo centralizó su compra.

Villa 31. Macri propuso un plebiscito para que decidieran si se aumentan los impuestos para urbanizar las villas. Con la Villa 31 mantiene una relación tensa, que explotó en el último mes con el corte de la Autopista Illia. Desde la gestión PRO, insisten en demoler las viviendas.

Policía. No logró que el gobierno nacional le transfiera “con los fondos” la Policía Federal, por lo que decidió crear una policía propia. Macri dejó trascender una idea de crear una fuerza de choque para reprimir manifestaciones, que por el momento descartó.