EL PAíS
Hubo rumores de renuncia que el Gobierno desmintió
La versión circuló a primera hora de la tarde. Hablaba de una pelea entre Lavagna y Alberto Fernández que detonó la dimisión del titular de Economía. El Gobierno la minimizó y la atribuyó a operaciones de los lobbies.
Por Diego Schurman y Felipe Yapur
El Gobierno responsabilizó de la versión a la indefinida figura de “los lobbystas”. Y recordó que por su falta de sustento perdió fuerza con el correr de las horas. Pero el solo hecho de que se especulara con la renuncia de Roberto Lavagna, en momentos en que expiran los plazos de las negociaciones con el FMI, hizo suficiente ruido como para alterar los ánimos de toda la Casa Rosada. Como contrapartida, desde el entorno de Néstor Kirchner se difundió un generoso listado de solidaridad internacional a la postura argentina ante el Fondo.
El disparador de los rumores fue un aparente entredicho entre Lavagna y Alberto Fernández. El ministro y el jefe de Gabinete mantuvieron un encuentro matinal de casi dos horas, al que se sumó el propio presidente Néstor Kirchner, para definir cómo afrontar el vencimiento de los 2900 millones de dólares con el FMI.
Según la versión, reproducida a este diario por un senador justicialista que conoce muy bien los pasillos del Palacio de Hacienda, Lavagna quería hacer frente a la mitad de esa deuda con reservas del Banco Central, pero Kirchner se negó tajantemente a esa posibilidad e insistió con la necesidad de seguir negociando en las actuales condiciones.
Semejante actitud habría molestado al ministro de Economía, por lo que se presentaba como una “desautorización” en su papel de negociador, lo que lo habría llevado a poner su renuncia a disposición del Presidente.
La versión se ramificaba: hablaba de un enojo puntual de Lavagna con Fernández por “inmiscuirse” en las negociaciones con el FMI. Amén de los rumores, es público y notorio que ambos no coinciden en la estrategia ante el organismo internacional de crédito.
Y, como si fuera poco, se señalaba un supuesto “desplante” de Kirchner a su ministro de Economía, cuando éste por la tarde lo buscó para mantener una nueva conversación.
–Es absurdo –dijo una figura clave de la Casa Rosada.
–Son los lobbystas de siempre –completó, seguro de una operación para desestabilizar al Gobierno.
No dio nombres. Pero seguramente aludió a los mismos que Kirchner, cuando temprano achacó: “No nos vengan a asustar con el caos y con las Siete Plagas” si finalmente se llega a la cesación de pagas con el FMI.
Aun así, no pudo frenar la ola de versiones. Fue Fernández quien finalmente abordó el tema a cara descubierta. Al hablar en la sala de conferencia de la Casa Rosada, una periodista le preguntó sobre la “dura discusión” con Lavagna. “No hay absolutamente nada de cierto”, contestó el jefe de Gabinete, sin abundar en detalles. Y siguió con el tema que lo convocaba: el apoyo oficial a la candidatura de Jorge Capitanich a gobernador del Chaco.
Fernández fue uno de los que pregonó días atrás por la continuidad de Lavagna hasta el 2007. Lo hizo en medio de versiones que consignaban un recambio de gabinete en diciembre, y que afectaría especialmente a los ministros “duhaldistas” como José Pampuro, Aníbal Fernández y Ginés González García.
La sala de periodistas del Ministerio de Economía también era un hervidero. Fue entonces que Armando Torres, vocero del Palacio de Hacienda, salió a poner coto a las versiones. “No renunció y está trabajando normalmente”, dijo en referencia a Lavagna.
Como cada vez que hay rumores y desmentidas, un infaltable: el llamado de Eduardo Duhalde para que el cortocircuito entre el ministro de Economía y el jefe de Gabinete no se transformara en un incendio. Sin embargo, desde uno y otro lado se negó la existencia de esa conversación.
La conflictiva tratativa con el FMI no se pudo evitar por la tarde, cuando el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, y el jefe de bloque de senadores, Miguel Angel Pichetto, desembarcaron en el despacho de Fernández. –¿Cómo va la negociación con el Fondo? –preguntaron los invitados a Kirchner, cuando el Presidente se asomó a la reunión.
–No puedo hablar de un acuerdo que no se pueda cumplir y que a los tres meses tenga que pedir waiver (perdón) –les contestó.
Fernández le pidió que bajara un mensaje tranquilizador en el Congreso, donde la versión de la renuncia de Lavagna se había instalado con una fuerza inusitada.
Los dos legisladores coincidieron con un mensaje de “respaldo incondicional” que el bloque justicialista, a través de su presidente José María Díaz Bancalari, le hizo llegar a Kirchner. “La Argentina de la dignidad va a imponerse sobre las miserias de aquellos que nos quieren ver de rodillas”, remata el documento con un sentido épico que en muchos casos no se condice con historia de varios legisladores, quienes votaron a libro cerrado otras exigencias del Fondo.
El Gobierno encontró otra manera de fortalecer su postura: el espaldarazo internacional. Por eso no se privó de difundir el apoyo de los presidentes Ricardo Lagos (Chile), Vicente Fox (México), Alvaro Uribe (Colombia) y Alejandro Toledo (Perú), con quienes Kirchner conversó telefónicamente.