Domingo, 14 de febrero de 2016 | Hoy
Por Mario Wainfeld
Comenzaron las sesiones extraordinarias en el Senado, con formidable quórum. El Frente para la Victoria (FpV) contribuyó al pleno. Los acuerdos para embajadores saldrán como por un tubo, una práctica razonable.
El bloque del FpV discutió durante horas puertas adentro. El saldo fue positivo, señalan desde varias de sus fracciones. No hubo ruptura como en Diputados aunque sí discusiones intensas. Se convino bajar al recinto, autorizar el tratamiento de los pliegos de los embajadores, de jefes militares y de los dos aspirantes a entrar en la Corte Suprema. No se adelantaron decisiones colectivas sobre el último ítem, el más importante. Escuchar las audiencias e ir orejeando, se consensuó. Los compañeros saben que hay votos aprobatorios “cantados” pero calculan que no los necesarios, por ahora.
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Los senadores son setenta y dos, cualquier voto gravita. Representan a las provincias y se narra que tienen lazos muy firmes con los gobernadores, en particular si son del mismo partido. En general es así pero el mapa detallado revela mayor complejidad. Las renovaciones de bancas cada dos años y los mandatos de seis (versus cuatro de los mandatarios provinciales) generan una casuística variada.
La lógica política de cada legislador consulta variables distintas. Por ejemplo, debe tomarse en cuenta que en Santiago del Estero y Corrientes hay elecciones para renovar gobernador en 2016. Un factor potente para condicionar las movidas de los diputados y senadores nacionales de ambos distritos. Por ejemplo del flamante senador correntino Carlos Mauricio “Camau” Espínola que perdió con el actual gobernador radical Ricardo Colombi y ansía desquite.
El cruce entre las necesidades territoriales y las propias conforma un cuadro complejo, que incidirá en movidas futuras.
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El titular del bloque del FpV, Miguel Pichetto, encabeza a quienes proponen un trato amigable con el oficialismo. Es un senador avezado, con mucho millaje y saber. Colecciona cuitas, despechos, críticas políticas y subjetivas respecto del kirchnerismo. Algunas son válidas, otras pecan de autocentradas.
En este año añadió una nueva: culpó al ex ministro de Economía Axel Kicillof de su propia derrota en las elecciones a gobernador en Río Negro. Fue una goleada, con diferencia de más de veinte puntos porcentuales. En ese trance, Pichetto asumió (con hidalguía y seguramente mejor lectura) que él era el principal responsable del fracaso. Su arremetida contra Kicillof omite que es un perdedor serial en las elecciones para el Ejecutivo de su provincia. Fue batido en 2007 por el gobernador radical Miguel Saiz. En aquel entonces se enfadó aduciendo que el presidente Néstor Kirchner lo había desamparado, privilegiando la Concertación Plural con los radicales. La simultánea victoria del FpV en Mendoza contra el radicalismo de Julio Cobos acicateaba su enojo y la bronca prematura que amasó contra el ex vicepresidente. En 2011 Carlos Soria consiguió la candidatura y arrebatarles la provincia a los radicales porque tenía más apoyos internos en la provincia y medía mucho mejor en las encuestas.
Pichetto es un hombre de gabinete, huraño en el trato, poco dispuesto al acercamiento o roce personal con los ciudadanos o los militantes que todo candidato debe practicar. Ese factor acaso sumó motivos a sus fracasos antes y después de Kicillof.
En su salsa, dentro del Congreso, Pichetto conoce al dedillo la Cámara, sabe manejar el bloque. Su postura ante el macrismo es entre conciliadora y aquiescente... cada quien juzgará y el tiempo permitirá lecturas más certeras. Esa inclinación cuenta con el apoyo firme de algo así como un tercio del bloque. Tal vez la lista se parecería mucho a la nómina de senadores del FpV que asistió a la asunción del presidente Mauricio Macri.
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Las audiencias públicas con los candidatos a jueces supremos, Horacio Rosatti y Carlos Federico Rosenkrantz, se realizarán a principios de marzo. Hay margen para que se converse en el ínterin en los pasillos una eventual ampliación del número de integrantes de la Corte. Pero no para que se resuelva y se dicte la ley correspondiente.
Los paliques se multiplican. Una idea fuerza compartida es que los potenciales nuevos magistrados sean elegidos, en parte, por su pertenencia político-partidaria. Fue un criterio clásico, que el presidente Néstor Kirchner prefirió desechar, meritoriamente, en 2003.
En la menguada Corte actual queda un solo miembro old fashion: el peronista Juan Carlos Maqueda, propuesto por el ex presidente Eduardo Duhalde. El encumbramiento nacional reciente del ex gobernador cordobés José Manuel de la Sota reformula el rol de Maqueda. Fungió por años como una “célula dormida” del delasotismo. En el nuevo contexto, la célula se activa.
Los casos de Rosatti y Rosenkrantz son diferenciables aunque sus pliegos y las polémicas que desataron vengan en combo. Por ahí, se demarcarán fisuras entre ambos cuando sean necesarios los dos tercios de la Cámara para concederles el acuerdo. Es un punto que da para más. Ampliaremos.
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También funcionará en extraordinarias la Comisión Bicameral que tratará los Decretos de Necesidad y Urgencia del presidente Mauricio Macri. Los compañeros peronistas seguramente concentrarán su oposición en algunos.
La Bicameral es presidida durante un año por el senador radical Luis Naidenoff (Cambiemos) lo que es una ventaja porque puede desempatar en un cuerpo que, se supone, cuenta con ocho integrantes del FpV y ocho oficialistas o aliados. De cualquier modo, en la cancha se verán los pingos.
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