Sábado, 14 de enero de 2006 | Hoy
La toma de rehenes fue un recurso al que acudieron los asaltantes en un intento de eludir a la Justicia. Ese recurso dejó de utilizarse después de que una modificación del Código Penal agravó las penas para ese delito.
Entre los casos más resonantes de tomas de rehenes de los últimos tiempos se recuerda el asalto a la sucursal del Banco Nación de Villa Ramallo. Este episodio que luego se conoció como “Masacre de Ramallo” comenzó minutos antes de las 8 de la mañana el 16 de septiembre de 1999. A esa hora tres ladrones asaltaron el banco, pero la policía los rodeó y tomaron rehenes. Así estuvieron 20 horas hasta que a las 4 de la madrugada del día siguiente decidieron fugarse en el Volkswagen Polo del gerente del Banco, Carlos Chávez. A él lo pusieron al volante, junto a su esposa Flora Lacave, y al contador, Carlos Santillán. Rodeados por casi 200 policías no llegaron lejos, en 150 metros, las balas policiales destrozaron el auto, mataron a Chávez, a Santillán y a uno de los delincuentes mientras que otro de ellos fue apresado y horas después apareció ahorcado en su celda.
Otra toma inquietante fue la que protagonizaron Salvador Ranieri, de 40 años, y Diego Martín Lucero, de 23, quienes tuvieron en vilo a todos en la noche del 2 de marzo de 2000, luego de asaltar un negocio en Villa Urquiza. La fuga, en la que usaron a sus rehenes como escudos humanos, concluyó en el barrio de La Paternal poco después, cuando miembros de la Policía Federal los acribillaron a balazos.
El 29 de junio de 2001 un delincuente redujo dentro de su finca a una administradora de empresas y la mantuvo reducida 5 horas en el barrio porteño de Santa Rita. Más tarde las autoridades redujeron al asaltante.
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