Martes, 7 de marzo de 2006 | Hoy
Desde el inicio del proceso no hubo dirigentes de primera línea que se mostraran a favor de la destitución. Sólo la izquierda la reclamó en público. En cambio, una buena parte del arco político, desde Alfonsín a Scioli, de Solá a Binner, salió a apoyarlo.
Aunque algunos no han mantenido la misma postura desde el inicio del proceso, se registró una constante a lo largo del juicio político a Aníbal Ibarra: ningún dirigente político de primera línea se pronunció a favor de la destitución. Sí, en cambio, aparecieron las voces a favor del suspendido jefe de Gobierno porteño como la de los ex presidentes Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde, gobernadores como Felipe Solá y Jorge Alperovich y la de los dirigentes e intendentes afines como el socialista Hermes Binner o el cordobés Luis Juez. En contrapartida, los partidos de izquierda fueron los únicos que responsabilizaron políticamente a Ibarra por la tragedia de Cromañón. El PRO y el ARI, en cambio, aunque activos en los hechos, siempre aseguraron en público su prescindencia y terminaron otorgando a sus legisladores “libertad de conciencia” para definir hoy sus votos.
Las quejas de buena parte de la dirigencia política sobre el desarrollo del juicio político eran sostenidas en voz baja. Pero el desprolijo trámite de la Sala Acusadora que terminó con escándalo luego del sorpresivo pase de Lorenzo Borocotó y el vacilante voto del kirchnerista Chango Farías Gómez, animó a muchos a pronunciarse en público. Comenzaron los más amigos de Ibarra: Binner, Juez o el intendente de Morón, Martín Sabbatella. Pero luego los siguieron pesos pesados de la política como Alfonsín y Duhalde. Y otros que nunca se los consideró cercanos a Ibarra: el vicepresidente Daniel Scioli o el gobernador bonaerense Felipe Solá.
Desde entonces, los ibarristas exigen que Mauricio Macri y Elisa Carrió sigan el ejemplo y exhiban también sus posturas sobre el veredicto. Sin embargo, los líderes del PRO y el ARI se mantuvieron en silencio y se mostraron a favor de que se investigue lo sucedido. Sin embargo, desde el vamos –y en ese sentido fue más notorio el entusiasmo de los seguidores de Macri que los aristas– se convirtieron en los motores de la continuidad del proceso contra Ibarra.
“No vamos a emitir una opinión partidaria. No queremos presionar sobre el voto de los legisladores, aunque a nuestro partido sólo tiene un legislador en la Sala Juzgadora. Los demás son aliados”, dijo a Página/12 Horacio Rodríguez Larreta, el segundo de Mauricio Macri en el PRO. Antes, el empresario había dicho que “la mayoría de los analistas dice que no nos conviene políticamente que se destituya a Ibarra y yo puedo acordar con eso, pero nosotros buscamos la verdad”.
El ARI también concedió a sus dos legisladores que integran la Sala Juzgadora “libertad de conciencia” para definir su voto. Carrió trató de sacarle el cuerpo a las definiciones sobre la suerte que debería correr Ibarra, a quien respaldó para que arribara a la jefatura del gobierno porteño. Los legisladores del ARI debieron cargar durante todo el proceso los cabildeos de su propio partido.
Incluso, ayer, una importante referente partidaria como Marta Maffei opinó en forma “absolutamente personal” en contra de la destitución de Ibarra. Pero, en declaraciones a Radio Ciudad, explicó que prefería no abundar para no generarle una presión a los dos legisladores aristas que deben votar hoy. Consultada por Página/12, Maffei relativizó su oposición a la destitución al jefe de Gobierno. Dijo que podía decir eso en forma personal pero que no conocía el detalle de la investigación realizada por la Legislatura como para dar una opinión al respecto.
En el ARI negaron que la fuerza se encuentre en estado de debate interno por la falta de una definición pública que los diferencie de la postura asumida por el partido de Macri. “Estamos convencidos de la conveniencia de darle a nuestros legisladores libertad de conciencia para votar”, explicaron allí.
Luego de algunas diferencias iniciales, el kirchnerismo parece haberse encolumnado en defensa del jefe de gobierno. Una última recepción amistosa del presidente Néstor Kirchner a Ibarra durante un acto en la Casa de Gobierno terminó con las dudas de los indiferentes. Pocos días atrás, muchos diputados nacionales del Frente por la Victoria firmaron una solicitada en contra de la destitución de Ibarra. Una actitud que ya habían reflejado la mayoría de los gobernadores del PJ. Aunque no ha sido orgánica, toda la dirigencia justicialista que habló sobre el proceso lo hizo en defensa de Ibarra.
La izquierda fue la única que rápidamente tomó partido por la destitución de Ibarra y militó por llevarla adelante por todos los medios. A pesar que la mayoría de sus representantes en el proceso al jefe de Gobierno venían de partidos diferentes o fracciones de una misma agrupación en la que habían terminado peleados. Una excepción fue el zamorismo de Autodeterminación y Libertad, que pasó por la acusación de Ibarra, el intento de deserción de su único legislador en la Sala, Gerardo Romagnoli, con el argumento que no se sumaría “al show” y una indefinición del voto, que tiene en vilo a todo el arco político atento al menor movimiento de piezas. A ninguna de todas estas posturas es ajena la decisión política de sus partidos ni mucho menos el resultado que se logre hoy en la Legislatura.
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