Domingo, 15 de octubre de 2006 | Hoy
“A Evo no van a darle luna de miel –dijo durante esta semana el presidente Hugo Chávez al clausurar un congreso de industriales y empresarios–, ya está en marcha un plan desestabilizador para impedirle gobernar.” Chávez fue más preciso en sus denuncias, detallando las huelgas de transporte y las amenazas de secesión como parte de un golpe de Estado en trámite. Identificó a “la oposición boliviana” con el gobierno norteamericano.
El discurso de Chávez, transmitido en directo por la televisión de su país, fue réplica al pedido de expulsión del embajador venezolano en Bolivia, Julio Montes, formulado por la oposición a Evo Morales. Montes había prenunciado las tendencias golpistas de la oposición y anunciado que “los que defendemos el ideal bolivariano estamos dispuestos a defender al pueblo boliviano con nuestra propia sangre”.
En línea con su embajador, el líder venezolano expresó su apoyo “al legítimo gobierno del compañero presidente Evo Morales”. Exigió “respeto al gobierno de Bolivia” y adelantó que “Venezuela desconocerá a cualquier gobierno que surja de un movimiento insurreccional (...) y hará todo lo posible para que ese gobierno dure lo que duró el Carmonazo”, en referencia al golpe que lo desplazó por unas horas de la presidencia de su país.
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