EL PAíS › BARRIONUEVO PROMETIO QUE NO SE PRESENTARA A NINGUNA ELECCION

Los catamarqueños lo mandaron a casa

Al hombre que sobrevivió a los embates de la senadora Cristina Fernández de Kirchner para expulsarlo del Senado en abril de 2003 lo terminaron de enterrar los votantes catamarqueños. Hace cuatro años, cuando Luis Barrionuevo quemó las urnas en la última elección tensó aún más su relación con los Kirchner, que nunca terminaron de perdonarle su amistad con Carlos Menem. Igual, este histórico dirigente de la ortodoxia peronista sabe que nunca se va a quedar sin trabajo. Hace 20 años que maneja el gremio de los gastronómicos, tiene las llaves de Chacarita Juniors y amigos que nunca lo van a dejar en banda, como el radical Enrique Nosiglia.

Nacido en 1942, contó que fue monaguillo, lavacopas, cadete, peón de albañil, verdulero, cafetero y conserje de un hotel alojamiento. Mucho tiempo después diría que en este país “nadie hace plata trabajando”. Por eso, y haciendo honor premisa de que “es mejor pedir perdón que pedir permiso”, Barrionuevo comenzó su trayectoria en 1975 cuando tomó a mano armada la sede de la Unión de Empleados Gastronómicos en Catamarca. 48 horas después la Justicia le obligó a devolver la conducción de Ramón Elorza.

Durante la última dictadura, aseguró, fue torturado con la picana eléctrica (algunos años después recomendaba su uso para quienes se habían robado los dineros públicos). De todas formas, el delegado de la dictadura, Carlos Manuel Valladares, lo puso nuevamente al frente del gremio en 1979. Cuatro años después, supo ser el tercero en la lista del PJ que encabezaban Herminio Iglesias y Jorge Triaca, coautores intelectuales de la estruendosa derrota del peronismo.

Por esos años, cuando los radicales intervinieron el gremio gastronómico, Barrionuevo los enfrentó. De estrecho vínculo con el monje negro del alfonsinismo, Enrique “Coti” Nosiglia, en 1985 consiguió que nombraran a Rafael Pascual al frente de la obra social y él volvió a mover los hilos. Con el correr del tiempo, anquilosado en ese gremio, admitió una donación generosa para impulsar la candidatura de Menem y hasta le armó el acto central de su campaña en la cancha de River Plate. Los favores se devuelven. Después de asumir, el riojano lo puso al frente del Instituto Nacional de Obras Sociales (INOS), que pasaría a llamarse después Administración Nacional del Seguro de Salud (Anssal). Por bocón, lo pasaron a un segundo plano: “En la Argentina hay que dejar de robar por lo menos dos años”, fue la frase que alumbró para la posteridad.

Barrionuevo intentó reivindicarse a través de los votos como candidato a gobernador de Catamarca, para lo que se peleó y luego se unió a los Saadi. Sabía que la de ayer era la última elección en la que se presentaría. Sus comprovincianos lo enterraron.

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Luis Barrionuevo votó ayer y prometió que habría sorpresas.
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