La mala o la buena noticia para Juan Carlos Blumberg tras el triunfo de Mauricio Macri en Buenos Aires fue que su destino inmediato quedaba en manos del ingeniero. El resultado en la Capital y su traspié con el falso título circunscribió su capacidad de acción cuando ya se había tirado a la pileta. Cualquier intento de retorno a la virginidad política del referente social alejado de candidaturas y estrategias electorales ya no tendría credibilidad.

De lo social a la político, cambió de caballo en medio del río con la corriente crecida. Su aspiración a gobernador bonaerense ya no es maná del cielo para un centroderecha que tenía muchas figuras pero pocas que sobresalieran y depende ahora de la decisión de Macri, cuya preocupación parece más centrada en el 2011.

En el entorno del jefe de Gobierno electo de la ciudad, la candidatura de un Blumberg extrapartidario tiene más objeciones que respaldos. “Para alguien que construyó su imagen como referente ético intachable, la mentira sobre el título de ingeniero fue mortífera”, asegura uno de los consejeros más influyentes de Macri.

Desde ese lugar aconsejaron a Macri que tomara distancia del escandalete sobre el falso título. Y del Blumberg exultante y extrovertido de los festejos por la primera vuelta porteña en Che Tango, pasó a un Blumberg sigiloso tras el triunfo del candidato del PRO en el ballottage.

Para los que todavía apuestan a un crecimiento más tradicional del PRO, la figura de Blumberg mantiene suficiente gancho como para hacer una buena elección bonaerense y aportar varios diputados a la bancada. De la misma manera, Blumberg mordería el caudal de Daniel Scioli y, en consecuencia, de Cristina Fernández de Kirchner, y se acercaría más a la estrategia de forzar una segunda vuelta en la presidencial de octubre de este año.

Pero en el entorno más cercano a Macri, donde todas las cabezas están puestas en convertirlo en el principal referente del centroderecha y en su posible candidatura presidencial para el 2011, la figura de Blumberg presenta varios puntos ciegos. Desde aquí se esfuerzan por subestimar su potencial electoral, dicen que se pinchó, que está muerto, y se realizan algunas movidas públicas como la de Jorge Vanossi, que presentó un proyecto de ley para penar la ostentación de títulos académicos falsos.

De todos modos, parece difícil que la potencialidad de Blumberg haya caído por debajo de los otros aspirantes del centroderecha. Es probable que siga siendo mejor que los demás. El problema para el macrismo es que Blumberg y Macri son los dos referentes más conocidos de ese palo. Si Blumberg supera el mal momento y se presenta como independiente con el respaldo de las demás opciones del centroderecha, podría convertirse en competidor de Macri para una eventual candidatura presidencial en el 2011.

Un puñado más o menos de diputados bonaerenses no pesa en ese cálculo para el 2011. Pesan el desempeño en la ciudad y la proyección de una figura clara que pueda subordinar y traccionar a todas las demás. Y una figura con liderazgo y carisma de jefe indiscutido sólo puede aceptar a un Blumberg subordinado que acate decisiones partidarias y acepte el puesto que se le indique.

Las ambiciones de Blumberg superan ese horizonte. No se incorporó a la política para ser uno más. Sabe que el capital que consiguió en el plano social se irá diluyendo si acepta encuadrarse en el PRO como asistente de Macri. Las condiciones parecen haber sido ésas y lo convertirían, a lo sumo, en otro diputado del PRO. Nunca más las grandes concentraciones en Congreso o Plaza de Mayo. Una banca en Diputados sería el final de su epopeya. Sin retorno a lo social, la otra opción sería pasar por encima de Macri y el PRO y lanzarse por su cuenta tratando de hacer jugar al máximo el prestigio que le queda. Tendría que resolver un dilema donde la ética entraría en cortocircuito si convoca, igual que sus otras movilizaciones, bajo las fotografías de su hijo Axel y las demás víctimas de la delincuencia.