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Hasta que las encuestas (o la opinión pública que, se supone, éstas expresan) digan lo contrario la real batalla de la oposición es por el segundo puesto en las presidenciales de octubre. En el peor de los casos, el más factible a hoy, ese sitial habilita un espacio virtual frente al futuro gobierno. En el mejor escenario para los adversarios del kirchnerismo podría tener como bonus una segunda vuelta, si Cristina Fernández de Kirchner “se cae”. El tercero es de palo, vaya si lo saben Elisa Carrió y Roberto Lavagna, los dos competidores que (hoy y aquí) pugnan por la medalla de plata.

El cuadro de situación es, vale consignar, engañoso. En ese conjunto coyuntural falta Mauricio Macri, quien es al día de la fecha el principal prospecto del centroderecha para 2011. Si no hay segunda vuelta o si, habiéndola, prevalece Cristina Fernández de Kirchner, el jefe de Gobierno electo será mucho más que el primus inter pares: sencillamente la gran esperanza blanca.

“Mauricio” debe esperar que llegue su tiempo en esta transición que lo fastidia. Carrió, Lavagna y (si usted quiere) Alberto Rodríguez Saá tienen unas fichas que jugar. Difícil que coronen pleno pero nada es imposible, máxime cuando los agentes del Gobierno parecen ser sus avispados jefes de campaña

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Imagen corporal: Ricardo López Murphy afronta un problema de imagen corporal: se mira en el espejo y no percibe la realidad. No es el candidato nacional competitivo de 2003, se asemeja más al que hizo papelón en Buenos Aires en 2005. Correrse de su obstinación por salir cuarto no le es sencillo, Lilita le ofreció una salida elegante, casi mágica: trocar una goleada en contra por una boleta con buenas chances para ser senador por Capital. LM, cuya autoestima es envidiable, embellece ese elegante mutis describiéndolo como un acto sacrificial por la república. Es un punto de vista curioso, en general los mártires se inmolan en el fuego y no huyen de él para buscar un ambiente refrigerado.

Claro que el Bulldog hace bien en buscarle la vuelta a su laberinto. La ingeniería política y la retórica de campaña admiten esas licencias, a condición de no tomárselas muy a pecho.

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Competencia: La puja entre Carrió y Lavagna encuentra un medio ambiente amigable merced a las desventuras del oficialismo, casi todas autoinflingidas. La líder de la Coalición Cívica se hace fuerte en sus denuncias sobre corrupción. El agregado de LM y de Alfonso Prat Gay, dicen consultores que le son afines, le adiciona un plus de previsibilidad en el árido terreno de la gestión. La querella penal en su contra le proporciona un atril a su medida, mañana tiene una chance de convertirse en fiscal, no de su acusador, sino del oficialismo en tropel.

Lavagna, su publicidad gráfica lo subraya, ilumina su perfil de hombre de Estado. Saber gobernar es su blasón. Los avales del duhaldismo y del alfonsinismo poco le agregan en términos simbólicos, si es que no le restan. Pero el ex ministro de Economía cree que le garantizan logística para fiscalizar todas las mesas del país. Y que su condición de peronista le permitiría ser un prospecto mejor de gobernabilidad si llegara a vencer. En ese caso, vaticina socarrón, los compañeros correrán prestos en socorro del triunfador.

El cuadro general sugiere una preeminencia enorme del oficialismo nacional en el Congreso y en las provincias. Puesto a comparar esta elección con las precedentes, con las diferencias del caso, evoca la de 1995 en la que Carlos Menem superó al Frepaso, dejando tercero al radicalismo. La coalición que encabezaban José Octavio Bordón y Carlos “Chacho” Alvarez hizo una elección digna pero no jaqueó la amplia victoria del peronismo. Carrió y Lavagna aspiran a superar ese precedente. En el oficialismo aseguran, sondeos propios en mano, que ninguno llegará a la marca del Frepaso, más del 30 por ciento de los sufragios válidos.

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El que espera en el limbo: Tironeado de la manga por LM, ninguneado por Carrió, Macri espera que llegue el 10 de diciembre. Sus reclamos por la policía tienen buena acogida mediática pero no le valen la tapa de los diarios, ocluidas por los tópicos de campaña nacional. El Gobierno lo friza un poquito, no tanto como para darle realce. Sólo Jorge Telerman le da todos los gustos, incluyendo un exorbitante aumento del ABL. Huero de autoridad política, con su gestión frisando el cero, no se sabe si el alcalde trata de salvar la ropa de sus desquicios presupuestarios o si es un rehén de Macri.

O si, siéndolo, está aquejado del síndrome de Estocolmo.

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Juguemos al TEG: Un sistema político desbaratado fomenta la creatividad y la discrecionalidad de los referentes. Cualquier coalición es imaginable, porque no debe atravesar las horcas caudinas de instancias orgánicas ni la molestia de los acuerdos programáticos. Se puede acordar boleta única, colectora, “colgarse” de otras, listas separadas o siguen las firmas. Puede haber apoyos a media máquina como el que ofrece Macri a LM.

Nadie queda especialmente excluido de ese TEG donde las alianzas pueden modificarse minuto a minuto.

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Una lección en el Sur: El gesto político más destacable de la semana provino de la gobernadora electa de Tierra del Fuego. Fabiana Ríos avaló a Melina Gutiérrez, la docente travesti que enseña historia en un secundario de su provincia. Discriminada por un grupo de padres, perseguida por sus preferencias sexuales, la profesora Gutiérrez fue defendida por la dirigente del ARI. “Las cuestiones de orientación sexual no afectan la función docente”, precisó. Es una definición inobjetable, coincidente con los principios de la Constitución y los tratados internaciones suscriptos por la Argentina. Es bastante factible que no sea ése el punto de vista medio de la población fueguina (o de cualquier otro distrito), cuanto menos es una posición expuesta a polémica. Poniendo los principios y los valores por encima de un tacticismo de opinión pública, Ríos dio una sobria lección de pluralismo, tolerancia y apego a la ley.

Cumple acotar que el oficialismo provincial también se solidarizó con la profesora, lo que demuestra que las flores pueden germinar aun en el fango.