Jueves, 15 de noviembre de 2007 | Hoy
NICOLAS CASULLO *
Es tirando a escaso el cambio que refleja el Gabinete de la nueva presidenta en relación con lo que podría pensarse como un oportuno aireamiento político que la ubicara como definitivamente ella. No obstante, resulta evidente que las comprensiones son bien distintas desde uno u otro lado del mostrador nacional y remiten a lógicas y climas de lecturas encontradas. El oficialismo procesa hoy la política desde un triunfo holgado de más del 45 por ciento, contundente frente a una oposición alejada en guarismos, cubierto de provincias propias y con cardúmenes de legisladores en ambas cámaras. Desde esos datos ratifica lo actuado con muchos de los mismos ministros que lo llevaron a cabo. Difícil de refutar tal opción. En la oposición y muchos medios están en el boliche de al lado. Saldrán sin duda y no sin argumentos oportunos a cuestionar severamente esta galería de reelegidos “sin cambio”, dentro de ese extraño clima que hace tiempo produce el kirchnerismo: una suerte de aburrido toma y daca que jamás se detiene, se llame tarifas, retenciones, tomates, Gualeguaychú, gabinete o el precio del té con leche. La política argentina se divide entre días comiciales aparentemente “anodinos” y meses y meses de roñas y apocalípticas. Estampa criolla. El staff ministerial es otra buena oportunidad al respecto.
* Ensayista, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
MIGUEL DE LUCA *
La primera sorpresa, en líneas generales, es el alto número de miembros del gabinete que siguen en sus cargos. Después de todo lo que se habló en las últimas semanas, que De Vido no seguía y que si seguía se iba Alberto Fernández, este primer gabinete del nuevo gobierno refleja una fuerte continuidad entre Néstor y Cristina Kirchner. Con esta decisión, creo que se buscó no generar demasiada conmoción ahora y guardar fusibles de reserva para el futuro. En ese sentido, la idea sería no gastar la posibilidad de cambiar un ministro si se lo puede conservar para aliviar una eventual crisis. El otro dato que surge del nuevo gabinete es que no hay ningún representante del radicalismo K. Esto parece directamente vinculable a la performance de este sector del radicalismo en las elecciones. En general, perdieron en sus distritos: Cobos en Mendoza, Katz en Mar del Plata, incluso el radicalismo de Río Negro quedó en segunda línea. El tercer dato interesante es la cada vez más débil figura de quien ocupa el Ministerio de Economía, una tendencia que se puede ver mirando uno tras otro a los ministros del kirchnerismo, y que va en sentido contrario a lo que venía pasando con los gobiernos anteriores: desde Alfonsín, todos los presidentes tuvieron a su ministro de Economía como emblema.
* Politólogo, secretario académico de la carrera de Ciencia Política (UBA).
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