Jueves, 15 de noviembre de 2007 | Hoy
Aníbal Fernández es uno de los ministros que habla desde su MSN, conectado al mundo con su laptop. Asegura que no fuma, no bebe, no se droga, ni come alimentos grasos. Nacido y criado en el corazón del conurbano, empezó su carrera política con el primer año de la democracia como asesor del Concejo Deliberante de Quilmes. Desde entonces dio todos los pasos que tenía que dar en el ascenso político, al lado de todos los que debía estar. Llegó a la intendencia de Quilmes en 1991 con la Liga Federal de Eduardo Duhalde y sostenido por Alberto Pierri. En 1994 su nombre se conoció fuera de las fronteras espinosas de Quilmes, por un pleito con una concejal que lo obligó a permanecer prófugo por un día. Fue secretario de Gobierno de Duhalde, de Trabajo con Carlos Ruckauf, acompañó el gabinete de la crisis y en 2005 era el primer postulante a la sucesión de Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires. Pero allí donde dicen que finalmente desea estar, no estuvo. Padre de un hijo, ministro del Interior de Kirchner, 49 años, ex presidente del Club Quilmes, autoproclamado fan de Los Redonditos de Ricota, es contador y abogado, pero no un abogado cualquiera: dio la última materia el 19 de diciembre de 2001, con el país en llamas.
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