Domingo, 29 de junio de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › UNA RADIO COMUNITARIA, LA CARA QUE NO SE MUESTRA DEL BAJO FLORES
La 1.11.14 suele ser noticia por la guerra narco, las muertes y los tiroteos. La radio del barrio difunde la otra realidad: la que viven día a día los 80 mil vecinos que habitan el barrio.
Por Carlos Rodríguez
“Vamos a ser la voz, vamos a ser la palabra del Bajo Flores.” Montado en una vieja Estanciera, el cura Ernesto Narcisi fue a buscar el transmisor y la “antenita” que les había ofrecido, por teléfono, el sacerdote Carlos Moia. No bien volvieron al barrio, Narcisi, Eduardo Nájera y Miguel Sánchez instalaron la antena, que salía por una ventana, y conectaron todo el cablerío. Metieron la mano en una bolsa donde guardaban “la música para los cumpleaños” y el que primero asomó la cabeza fue un casete de León Gieco. “Hombres de hierro” comenzó a sonar por la bocina, instalada sobre la misma ventana, y Nájera empezó a caminar por la calle Camilo Torres, con una radio portátil en la mano, para ver cómo se escuchaba la voz de Gieco. Así nació, hace ya doce años, la FM del Bajo Flores, la 88.1. Los antecedentes, en materia de comunicación, habían sido igual de precarios, como todo en el barrio que se estira a lo largo de Perito Moreno, allá por la cancha de San Lorenzo, y que oficialmente se llama villa 1.11.14. Antes de la radio, la difusión se hacía con una propaladora, un gran parlante montado sobre un techo. Noticias y música, a razón de dos horas de lunes a viernes y un poco más los fines de semana. Hasta que en el ’96 llegó la tecnología.
El escenario donde comenzó a gestarse la idea de la radio fue el Comedor Infantil Monseñor Enrique Angelelli, que había sido creado en 1989, en plena hiperinflación, por un grupo de militantes de la Juventud Peronista que habían roto en forma temprana con el proyecto político de Carlos Menem. De hecho, las primeras transmisiones fueron desde el estudio instalado en la cocina del comedor Angelelli, cerca del baño. Cajas de huevos fueron usadas para ensanchar las paredes y lograr una mejor acústica. Claro que en todos los programas igual salía al aire el ruido de la cadena del baño. Los equipos, siempre al filo del abismo, se fueron cayendo uno a uno, pero fueron reemplazados por otros y hoy hasta cuentan con un estudio propio, construido por la gente del barrio, y una programación que cubre las 24 horas, todos los días del año.
“Hay muchos medios que prestan el aire a los sectores populares o a las organizaciones comunitarias y se definen como comunicación popular, pero creo que a eso le falta una pata, porque me parece que los sectores populares no sólo tienen que estar en el aire, sino también en la dirección y en la producción de sus medios.” Eduardo Nájera marca lo que es “el proyecto político” de la radio del Bajo Flores.
“La concientización popular la hacen los sectores populares, por eso la radio pasa y reivindica la cumbia villera. Hay quienes preguntan y hay quienes afirman que la cumbia villera ‘nivela para abajo’, que es música de segunda. Pasamos cumbia villera por una cuestión de identidad, porque es la música que refleja lo que pasa en el barrio y en los sectores populares. Si no pasáramos esa música no seríamos ni una radio popular, seríamos una radio para minorías.” Nájera recuerda que “las letras de los grupos de cumbia fueron las primeras en denunciar al gatillo fácil”. En la radio también se escucha rock o están los programas de tango y de folklore, pero lo que más se oye y más se pide es la cumbia villera.
En la recorrida por la radio, además de Nájera, acompañan y aportan Gustavo García, Carlos Castro, Paola Huallpa, Erika Cabral y Mariela Pugliese. El nacimiento de la radio, coinciden todos, fue contemporáneo del proceso de concentración de medios en unas pocas y poderosas manos. “El nuestro es un proyecto ligado al barrio, por eso la mayoría de los programas son hechos por personas que viven acá y por esa misma razón venimos impulsando la derogación de la Ley de Radiodifusión, la 22.285, que fue sancionada por la dictadura militar. Es una bandera de siempre, que ahora se ha fortalecido porque existe la voluntad política de terminar con esa ley.” Desde la radio se propicia una nueva ley, de 21 puntos, que está a favor de la “libertad de expresión, del derecho a la información y de la independencia de los medios” y en contra de “los monopolios y oligopolios que conspiran contra la democracia”.
Al principio, la radio sólo se escuchaba dentro de los límites de la 1.11.14. Hoy llega a Soldati, Pompeya, al barrio Ramón Carrillo, a la villa Cildáñez y a otras barriadas populares. Además de las voces del barrio, tienen salida los presos de Ezeiza, Devoto o Marcos Paz, que aprovechan los micrófonos abiertos para hacer llegar los saludos a sus familias. Hay mil anécdotas sobre los programas pioneros. Uno de ellos se llamaba Haciendo embrollo. La idea era simple y efectiva: ante los micrófonos, un grupo de vecinas se despachaba a gusto contando los chismes del barrio, con pelos y señales. La audiencia, a favor y en contra, estaba garantizada. Claro que también la radio sirvió para la denuncia de muchos casos de gatillo fácil policial. Por ejemplo, fue la primera que señaló a la Policía Federal como responsable del asesinato de Ezequiel Demonty, que fue obligado a arrojarse a las aguas del Riachuelo. Demonty vivía en el Barrio Illia, que está pegado a la 1.11.14.
En la actual programación hay para todos los gustos. Las comunidades latinoamericanas, sobre todo los peruanos, paraguayos y bolivianos, tienen una presencia permanente. Concierto Boliviano, La voz de los Pueblos (sobre la lucha del pueblo boliviano), La voz de los Derechos Humanos (Paraguay) o El Angel Vengador, de la colectividad peruana. Todas las mañanas, de 8 a 12, está el Informativo Diario, con noticias locales, además de los noticieros del Foro Argentino de Radios Comunitarias, Contacto Sur de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica o Sonidos del Alba, con noticias de Latinoamérica. Los domingos sale al aire Aló Presidente, conducido por el mandatario de Venezuela, Hugo Chávez. Radio Nacional de Venezuela envía los audios por Internet.
La grilla está llena de programas musicales, pero también hay ciclos dedicados a las cuestiones políticas. Entre ellos se destaca Cuentas Pendientes, que conduce, los sábados al mediodía, Graciela Daleo, ex detenida-desaparecida. El ciclo es patrocinado por la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Universidad de Buenos Aires. Uno de los programas con más años en la radio es Volver a Empezar, a cargo de las mamás de chicos con capacidades especiales, que comparten experiencias, problemas y aportes a la búsqueda de soluciones.
“La radio tiene como proyecto dar información sobre el barrio, sin ocultar nada de lo que pasa, pero a través de la visión de las personas que viven en el barrio. La mirada de los observadores de derecha a izquierda que llegan al barrio con sus prejuicios no cambia una vez que se van. Y nuestra realidad tampoco cambia. Los noticieros y los diarios sólo hablan del narcotráfico y de que es imposible vivir en este barrio. Pero nosotros vivimos acá y hacemos un montón de cosas de las que nadie se entera por los grandes medios.” Los que hacen la FM del Bajo Flores escriben cada día su propia historia. Nadie mejor que ellos para hacerlo. Por eso los chicos que encuentran refugio en la radio dejaron escrito en las paredes: “Bajo Flores es mi lugar, el cielo puede esperar”.
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