SOCIEDAD › CONVIVIENDO CON LA VIOLENCIA

La trama narco

En los últimos años, la villa 1.11.14 del Bajo Flores ha sido noticia en los medios de prensa por las andanzas de una banda encabezada por el narcotraficante peruano Marco Antonio Estrada González, “Marcos”, que el año pasado cayó preso en la localidad paraguaya de Lambaré. En mayo de 2007, el juez federal Jorge Luis Ballestero encabezó un megaoperativo, con personal de la Gendarmería, durante el cual fueron detenidas 17 personas, entre ellas la madre y la esposa de “Marcos”. De acuerdo con la información que maneja la Justicia, con datos aportados por la Policía Federal, en el barrio se han producido al menos 15 muertes producto de lo que llaman la guerra por el control del narcotráfico en la villa.

Esas noticias, que surgen de datos de la realidad, suelen estigmatizar a los habitantes de la 1.11.14 y de los barrios aledaños, cuando la mayoría de ellos sólo son víctimas de esa misma situación. En el libro que editaron los militantes que trabajan en la FM Bajo Flores no se deja de lado el tema de la violencia y de la droga, pero se lo analiza como un fenómeno que tiene causas muy concretas.

“Pero, ¿qué pasa con los millones y millones de jóvenes latinoamericanos condenados a la desocupación o a los salarios de hambre? Entre ellos, la publicidad no estimula la demanda sino la violencia; entre ellas estimula la prostitución. Los avisos proclaman que quien no tiene, no es: quien no tiene auto, o zapatos importados, o perfumes importados, es un nadie, un basura; y así la cultura del consumo imparte clases para el multitudinario alumnado de la Escuela del Crimen.” Citando al escritor uruguayo Eduardo Galeano, en Las patas de la mentira, el libro Micrófonos para el Pueblo busca las raíces del pánico que suele generar un cóctel diabólico: la realidad más el multiplicador de los noticieros.

“Hay periodistas o estudiosos que vienen al barrio con un libreto propio y aunque acá se lleven una visión más amplia, más real de las cosas que ocurren en el barrio, las buenas y las malas, sus propios prejuicios son los que prevalecen y por eso sólo hablan de ‘la guerra del narcotráfico’, sin darle ni siquiera un párrafo al resto de las cosas que hacen los vecinos. Sin tener en cuenta que acá viven 80 mil personas y que la inmensa mayoría son gente de trabajo.”

Ni Eduardo Nájera ni sus compañeros de la radio ignoran la realidad “de un problema como la droga que existe en todo el mundo, no sólo en el Bajo Flores”. Insisten en que “nadie se pone a profundizar en el problema, en la participación que tienen factores del poder como la policía. A veces la droga tapa el peor de los flagelos en nuestros barrios: el gatillo fácil policial”.

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