Un grupo de trabajadores de la empresa avícola Nuestra Huella reclamó ayer a la Justicia que investigue las condiciones de trabajo en granjas de la compañía, ubicadas en el norte de la provincia de Buenos Aires. Días atrás los abogados del denunciante, Oscar Ortuño Taboada, un ciudadano boliviano de 28 años, presentaron una denuncia penal por reducción a la servidumbre y trabajo infantil contra los responsables de la empresa avícola Nuestra Huella.

En la presentación, la querella pidió la detención de los responsables de la firma. La denuncia fue realizada en el Juzgado de Garantías Nº 2 de Zárate-Campana, a cargo de la jueza Graciela Sione. También elevarán en los próximos días un pedido de informes al Congreso nacional y otra denuncia ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Uno de los testimonios que da cuenta de las condiciones insalubres de trabajo en las estancias de Nuestra Huella es el de Angel De Asis, misionero de 49 años. Con su esposa y cinco hijos (de entre 5 y 14 años), llegó en 2001 a la granja Adomo, en Pilar. Allí, la familia De Asis trabajaba en dos naves. “Mi señora, Rosalía Schulls, que tenía 37 años, fumigaba los galpones sin ninguna protección en la nariz y la boca y eso le provocó la muerte”, contó a PáginaI12 el hombre, despedido en 2004 por denunciar a la firma.

Gustavo Vera, presidente de cooperativa de costureros bolivianos La Alameda, que apoya el reclamo, dijo que cientos de familias son obligadas a trabajar en granjas de Nuestra Huella “en condiciones gravísimas de explotación”.

Nuestra Huella provee huevos a cadenas como Coto, Carrefour y Wal Mart, además de exportar a varios países europeos y a China. La investigación, publicada por este diario, fue hecha a través de cámaras ocultas. Los trabajadores cumplían tareas de lunes a domingo, sin descanso, por lo que muchas veces los chicos no tenían la posibilidad de estudiar.