Viernes, 12 de diciembre de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › LA POLEMICA BRITANICA POR EL SUICIDIO TELEVISADO LLEGO AL PRIMER MINISTRO
El día después de la televisación de un suicidio asistido, en Gran Bretaña la polémica no paró de crecer. Y hasta incluyó a Gordon Brown. Al mismo tiempo, la fiscalía exculpaba a unos padres que ayudaron morir a su hijo de 23 años, también enfermo terminal.
Por Patricia Tubella *
Desde Londres
“Optar por seguir vivo era lo mismo que elegir el camino de la tortura, en vez de finalizar este viaje y emprender uno nuevo.” Craig Ewert, un académico jubilado de 59 años, pronunciaba esa sentencia ante las cámaras minutos antes de morir por voluntad propia, en la primera emisión de un suicidio asistido en la historia televisiva del Reino Unido. La difusión del polémico documental, el miércoles, coincidía con el anuncio de que la Justicia británica no imputará a unos padres que ayudaron a morir a su hijo de 23 años, enfermo terminal, en la misma clínica de Zurich a la que acudió Ewert.
Ambos casos atizaron el debate sobre el derecho a una muerte digna, al tiempo que abrían interrogantes sobre la necesidad de revisar la ley que condena la práctica de la eutanasia en las islas. La polémica obligó incluso al primer ministro, Gordon Brown, a salir a la palestra. “Es importante” abordar la cuestión “con sensibilidad y sin ninguna tentación de sensacionalismo”, dijo. Pero se negó a intervenir en la emisión del suicidio asistido. “Debe analizarlo el regulador de las comunicaciones”, afirmó.
Ewert padecía una enfermedad neurológica incurable que produce la progresiva paralización del cuerpo. Los médicos le daban entre dos y cinco años de vida. “No estoy cansado de vivir y me gustaría seguir adelante, pero lo cierto es que no puedo”, justificaba así su decisión de acudir a la organización suiza Dignitas, donde se filmó en 2006 el documental televisado por Sky Real Lives.
La grabación mostraba cómo recibe un vaso con una dosis mortal de somnífero, que ingiere con una pajita. Luego acciona con la boca un reloj contemporizador que desactiva la respiración asistida, cierra los ojos y dice: “Gracias”. Fallece 45 minutos después.
La dureza de las imágenes provocó un alud de críticas contra el canal, acusado de hacer amarillismo con un tema de tal gravedad, pero su responsable, Barbara Gibbon, respondía que su objetivo pasaba por ofrecer una visión “informativa, fácilmente comprensible e instructiva sobre una cuestión que cada día afecta a más personas”. Grupos contrarios a la eutanasia reaccionaron contra “esta fascinación macabra por el turismo de la muerte”, crítica avalada por el director del organismo regulador de la programación, John Beyer. “Los informadores deberían ser objetivos”, dijo. “De lo contrario, pueden influir en la opinión pública e inducir a otros a seguir los mismos pasos”.
Al frente de los defensores de la emisión figura la propia esposa de Ewert, Mary, convencida de que el documental ayudará a la gente a “afrontar sus temores” ante el “tabú” de la muerte. Ella misma aparece en la filmación junto al que fue su marido 37 años, apoyándolo en su decisión de no pasar el resto de sus días en “una tumba viviente”. En uno de los momentos de la grabación, Craig le da su último beso antes de beber el líquido y Mary le responde: “Buen viaje. Te veré alguna vez”.
Bajo la dirección del ganador del Oscar John Zaritsky, la cinta ¿Derecho a morir? fue grabada en una clínica de Suiza, país que permite el suicidio asistido. Esa práctica está penalizada en el Reino Unido, donde se contempla una pena máxima de catorce años de prisión desde 1961. La fiscalía descartó, sin embargo, recurrir a esa ley para presentar cargos contra los padres de Daniel James, a pesar de considerar probado que lo ayudaron a suicidarse en septiembre. Keir Starmer apoyó su primera decisión como fiscal de la Corona en el “interés general”, lo que supone un gesto sin precedentes, al igual que el hecho de hacer públicos sus argumentos. Starmer está convencido de que un tribunal hubiera descartado una condena a Mark y Julie James o a lo sumo les hubiera impuesto una pequeña multa, porque “Daniel era un hombre muy independiente, que no fue influido por sus padres en la intención de quitarse la vida. Las pruebas indican que lo hizo a pesar de sus padres”. El jugador de rugby, paralizado tras un lance en un partido, comunicó a la clínica suiza en febrero su deseo de morir: “No pasó un día en el que no desee que sea el último”. Sus padres intentaron disuadirlo, pero su firmeza los condujo a organizar el viaje a Suiza y a acompañarlo en sus últimos momentos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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