Viernes, 13 de febrero de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › INéDITO CHOQUE DE DOS SATéLITES, UNO RUSO Y EL OTRO NORTEAMERICANO
El satélite de Estados Unidos era comercial y estaba activo. El ruso era militar y estaba “muerto” pero intacto. La nube de escombros generados por el impacto pone en riesgo a otros satélites y a la habitada estación espacial internacional.
Dos satélites chocaron el martes. Aunque el impacto se podría haber evitado, la consecuencia más importante de la colisión es inmodificable: dos nubes de escombros de tamaño considerable quedaron literalmente vagando en la órbita espacial terrestre, con el peligro de que se produzca un nuevo impacto con otros objetos. Los especialistas temen, sobre todo, algún posible choque sobre la estación espacial internacional (ISS) que tiene presencia humana continua.
Desde 1957, cuando se instaló el primer satélite humano en el espacio, nunca ocurrió un accidente similar. Como un destello de la Guerra Fría, el impacto se produjo entre un satélite comercial norteamericano –Iridium33– y uno militar ruso –Kosmos 2251–. Según Marcelo Suárez, astrónomo y especialista en órbitas de la Comisión Nacional de Actividad Espacial (Conae), “en la actualidad, la densidad satelital es baja, pero a medida que va aumentando la cantidad de objetos en el espacio, en especial por el énfasis comunicacional privado, la probabilidad de colisión aumenta”.
El impacto entre los satélites se produjo a unos 800 kilómetros de altitud, en la órbita espacial terrestre. “La probabilidad de que un choque de esa naturaleza suceda es muy baja –aseguró a Página/12 Suárez–. Pero no es nula.” Para el especialista, una de las consecuencias más nocivas del impacto es que “la posibilidad de un nuevo accidente espacial aumenta, puesto que algo que era compacto y estaba bien ubicado, ahora es una nube desparramada y puede llegar a colisionar con otro objeto espacial”.
Además de los 2200 satélites abandonados y los 12.000 objetos de más de 10 centímetros en órbita, unos 200.000 residuos de 1 a 10 centímetros gravitan alrededor de la Tierra y amenazan a los 600 satélites en actividad. De hecho, los encuentros cósmicos entre restos de naves o basura orbital no son nuevos, pero los funcionarios de la NASA señalaron que éste es el primer accidente que involucra a dos satélites intactos.
Los Iridium son una verdadera flota de 66 satélites comerciales: le dan cuerpo a una red mundial de telefonía móvil que comenzó a funcionar en 1998, primero en manos de la compañía Motorola y, luego de la quiebra de ésta, pasó a la empresa Boeing. En cambio, el Kosmos2251 ruso estaba inactivo desde 1995. “Pero no era un residuo, ya que estaba entero y pesaba 900 kilos”, aseguró Suárez.
En realidad, la inactividad del satélite ruso es una de las causas que posibilitaron el impacto. “Como es un objeto que está ‘muerto’, no hubo ningún tipo de posibilidad de que desde la Tierra se modificara su trayectoria”, explicó el especialista de la Conae. La segunda responsabilidad recae sobre la falta de control humano. Según Philippe Goudy, director adjunto del Centro espacial de Toulouse, Francia, “el ejército estadounidense y la NASA tienen radares que pueden seguir los satélites y los residuos más voluminosos, superiores a 10 centímetros, lo que permite alertar a otras agencias espaciales para que efectúen operaciones con las que evitar colisiones entre residuos y satélites”.
Para Suárez, el “error de vigilancia” es también responsabilidad de la empresa Iridium: “El control del satélite lo tiene la compañía norteamericana, mientras que el gobierno solamente posee datos de su órbita”, confirmó el astrónomo de la Conae. En un comunicado, Iridium se justificó indicando que este tipo de colisión a cientos de kilómetros de la Tierra es “extremadamente inusual” y “muy poco probable”.
No obstante, “estos mínimos escombros –a velocidades que pueden alcanzar miles de kilómetros por hora– pueden dañar o destruir otros satélites espaciales”, confirmó Suárez. Lo que temían los expertos, de hecho, era que algún material del impacto alcanzara la ISS. Funcionarios de la NASA determinaron que el riesgo para la estación espacial “es elevado, (aunque) estimamos que está dentro de los límites aceptables”. Si bien existe un pequeño riesgo de que la ISS ingrese en las nubes de escombros, la estación espacial orbita a 436 kilómetros por debajo de la zona de la colisión.
Sin embargo, el pronóstico de Suárez es alarmante: “El problema es en el futuro. Si no se controla la cantidad de chatarra orbitando, un viaje espacial podría ser muy inseguro”.
Informe: Mariana Seghezzo.
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