Domingo, 27 de septiembre de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › ENTREVISTA CON MARCOS CRISTAL, CONSULTOR DE EMPRESAS Y AUTOR DE UN LIBRO DE AUTOAYUDA PARA EMPLEADOS
La creciente demanda del mundo laboral tiene su efecto en la vida privada y es causa de insatisfacción entre los trabajadores. Buscar estímulos que los entusiasmen o entablar relaciones menos exigentes puede beneficiar a empleados y empleadores.
Por Soledad Vallejos
Tanto se ha extendido el malestar que incluso en Argentina se ha comenzado a producir literatura sobre las dificultades de mantener una vida privada, y hasta hallar momentos de ocio, ante la creciente demanda del mundo laboral. Y es que algunos padecimientos ya no indican status. Si hasta hace unos años padecer estrés, sentir la presión de las decisiones difíciles y comunicarse usando jerga corporativa eran patrimonio de los cuadros dirigentes empresariales y sus gurúes, los cambios tecnológicos y las crisis económicas operaron modificaciones sobre el panorama; tanto que las angustias terminaron por democratizarse. Evidencia contundente de que las demandas y los malabarismos para responder se han expandido es, por ejemplo, que un consultor de empresas se ha convertido en el nuevo hit... de la autoayuda para los empleados. Economista, especializado en modelos de gestión, Marcos Cristal comprendió que existía un terreno disponible para hacer crecer lo que eran sólo seminarios, y a partir de allí nació El equilibrista. Cómo integrar tu vida privada y tu trabajo (Grijalbo), que debe gran parte de su argumentación (y razón de ser) al intento de remediar las pérdidas económicas que la insatisfacción de los empleados puede provocar en las empresas.
Ya desde antes de la crisis económica de fines de 2008, la vida en el capitalismo venía exigiendo tributos cada vez más elevados. ¿Dónde, si no en el campo laboral, podían ese cambio y ese malestar volverse casi transparentes? Más horas de dedicación, mayor especialización, la adopción de formas intuitivas de la flexibilidad, la disponibilidad como principio rector (y ya no la institución burguesa de segmentar vida privada, y ociosa, de mundo productivo) fueron sólo los pasos que, de veinte años a esta parte, dejaron de ser novedad o rareza para integrarse al paisaje habitual.
–¿Cuál es la fuente de ese malestar? La preocupación que lleva a convocar a un experto en gestión, ¿viene de los empleados, de las empresas?
–Es una preocupación creciente de la gente como consecuencia de dos cosas: por un lado, que cada vez realmente hay una exigencia mayor entre el tema de que no hay horarios y que la tecnología te permite estar cada vez más conectado, se hace demasiado fácil que estés enganchado y sigas enganchado. Pero creo que tiene que ver también con requerimientos de las empresas para que la gente trabaje, produzca, esté cada vez más metida en su tarea, independientemente de que tenga otros intereses u otras aspiraciones.
–¿A qué puede atribuirse ese cambio?
–Tiene que ver con que se ha acelerado todo, con que las empresas necesitan que las personas aprendan cada vez más cosas nuevas, hagan más cosas. La situación económica está difícil y hace que uno tenga que redoblar esfuerzos para ganar un cliente, para vender, para bajar costos. Entonces hay una demanda creciente de trabajo y de exigencia. Por otro lado, también hay un cambio cultural. La gente está queriendo vivir además de trabajar, y a veces tiene hasta la pretensión de que lo que hace en su trabajo le agrade, le dé satisfacción...
–Pero antes también se vivía en estrecha vinculación con el trabajo.
–Sí, pero el ritmo con el que se trabaja hoy, la intensidad, la cantidad de horas, la incertidumbre, hace que las cosas no estén tan claras como estaban hace unos años, cuando uno podía entrar en una empresa buena y más o menos podía prever que hacía su carrera y tenía relativa tranquilidad. Ahora esa tranquilidad no existe. Además hay otro cambio cultural: antes la gente aceptaba más que el trabajo era parte del sacrificio que hay que hacer en la vida; hoy la gente joven, pero no sólo la gente joven, está pensando “bueno, el trabajo, además de ser un esfuerzo, tiene que ser algo que me dé satisfacción, tiene que ser algo que me permita crecer, que me permita desplegar mis proyectos y mi capacidad y sentirme creativo”.
–Eso es justamente un arma de doble filo, porque no hay un límite preciso entre vida privada y vida laboral.
–En ese sentido es difícil, pero tampoco estamos pretendiendo que el trabajo sea una panacea. Obviamente el trabajo siempre tiene alguna parte rutinaria, una parte de esfuerzo, pero el tema es cuando uno entra en la empresa y se pasa tal vez 8, 9 horas al día sintiendo que tiene que dejar su mochila de emociones, de sueños, de sentimientos, y mucha gente está esperando la hora de irse para poder recuperar y reconectarse con todo eso. Ahí es donde yo creo que no cierra bien, ni para la gente ni para la empresa. Ahora, ¿quién demanda estos temas? Bueno, por un lado la gente, aunque también hay mucha gente que tiene negado este tema, en el sentido de que no se cuestiona el hecho de que podría ser más feliz y llevadera la tarea que tiene todos los días. Toma la incomodidad como algo natural.
–Actualmente, en el mercado de trabajo conviven generaciones con diferentes trayectorias y expectativas laborales. Esto de las fronteras permeables entre esos dos territorios no es novedoso para quienes recién se incorporan, como los de 20 y tantos, pero no es lo mismo para los de 30, y mucho menos para personas de 40, 50 años, que conocieron el modelo anterior y tal vez se niegan a esta nueva manera de trabajar.
–Sí, eso se ve claramente, hay una diferencia. Pero a la vez hay gente de 50 años que empieza a tomar conciencia de que se pasó 20 años haciendo algo que no le atrae y de repente dice: “Los años que me quedan de vida y de capacidad de trabajo los quiero aprovechar en algo que me guste”. Lo ves en distintas edades. Y además hoy la gente empieza a tomar cada vez más conciencia de que sería bueno intentar equilibrar las cosas que a uno le gustan con el trabajo, e intentar, en lo posible, integrar los proyectos personales con los proyectos profesionales. La idea es que uno, en lo que hace en su trabajo, puede encontrar satisfacción, felicidad, desafío, que son las cosas que nos mueven en la vida. Lo interesante es que también haya empresas que se preocupan por esto.
–Esta presión que hace diez años empezó a hacerse sentir fuertemente en Estados Unidos y algunos países de Europa, donde empezó a estudiarse como consecuencia de la globalización, ahora parece haberse instalado también en Argentina, pero ¿es algo más habitual en algún tipo de empresas en particular?
–Trabajo más con empresas grandes que pequeñas, pero de todos modos el contacto que tengo con empresas o empresarios pequeños viene del mismo tema, y te diría que incluso me cruzo con empresarios pequeños que en algunos casos están enamorados de su empresa, de su trabajo, y no ven diferencia entre el placer que les da trabajar o hacer otra cosa. Pero muchos de ellos viven en un nivel de esfuerzo y de sacrificio tan alto que realmente los sueños de uno respecto de vivir mejor, de vivir más tranquilo, de concretar algunas cosas que te interesan en particular, se postergan siempre. Y eso es triste porque una de las cuestiones clave es que la gente tiene mucha ilusión acerca de que si logra determinadas cosas que implican esfuerzo, después va a obtener finalmente esa felicidad...
–Pero esa certeza era del modelo laboral anterior...
–Ahora también la gente se ilusiona. El problema es que antes, ahora y siempre esa ilusión se va corriendo, porque logro determinada cosa o no la logro del todo, y siempre encuentro alguna otra ilusión... la felicidad esa que estamos buscando queda siempre postergada. Y al final se pasa la vida uno en eso... Ahora podría decirse que es más complejo, pero eso, tal vez, se deba a que el sistema en el que vivimos te ofrece tantas alternativas para ilusionarte con que gracias a eso vas a dar vuelta tu vida, que si uno cae en la trampa comercial, nunca se satisface. Porque la cantidad de cosas que podés hacer o comprar es enorme. Primero uno tiene que ir más a la esencia y decir qué es lo que realmente le interesa, y cuáles son los medios para llegar, y no dejar que el medio se transforme en un fin. Después de todo, ganar una cantidad de dinero para vivir bien para mucha gente se transforma en un fin en sí mismo. Y es una carrera interminable de querer juntar y juntar dinero...
–Además de los nuevos requisitos para insertarse en el mundo laboral, todo esto también significa que existe un nuevo modelo de gestión empresaria.
–Obviamente. Y que tiene sus riesgos también.
–¿Por qué?
–Porque puede haber gente valiosa para la empresa que descubra que quiere hacer otra cosa. Suelen ser pocos casos, porque en realidad si uno trabaja este tema, el desafío siguiente es cómo lograr que la persona que toma conciencia de que hay cosas que lo entusiasman... cómo lograr que lo que necesita la empresa esté alineado con lo que esa persona quiere. No siempre es fácil, pero se puede lograr. Conozco casos en los que cuando se pone a pensar: “¿Qué de lo que hace esta empresa a mí me puede motivar?” decide empezar el día interesándose por algún proyecto de la empresa que tenga más que ver con lo que le gusta, y te dicen cosas como: “Otra parte de mi día lo dedicaré a las cosas que hago habitualmente”. Claro, ya ahí hay un espacio donde se justifica mucho más y entusiasma mucho más seguir yendo a trabajar a esa empresa. Por eso creo que es bueno que las dos partes se preocupen del tema.
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