Domingo, 31 de octubre de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › DETERMINAN COMO INCIDE EL ESTILO DE VIDA EN UN TIPO DE CANCER
Una investigación llevada a cabo en Dinamarca durante diez años evidenció que casi un cuarto de los casos de cáncer de colon es atribuible al incumplimiento de las pautas de vida saludable. Fue publicada en el prestigioso British Medical Journal.
Por Pedro Lipcovich
El 23 por ciento de los casos de cáncer de colon es atribuible al incumplimiento de las siguientes cinco pautas de vida saludable: ejercicio físico cotidiano; moderación en el consumo de alcohol; mantenerse delgado; comer sanito; no fumar tabaco. Así lo indica un estudio sobre más de cincuenta mil personas, a lo largo de casi diez años, efectuado en Dinamarca. El prestigioso British Medical Journal dedica buena parte de su último número a esta forma de cáncer, “directamente ligada con el estilo de vida de Occidente”. Además de la importancia del estilo de vida, se destaca la importancia de los exámenes preventivos en todas las personas mayores de 50 años.
El estudio publicado en el British fue efectuado por un equipo de la Sociedad Danesa del Cáncer y de la Universidad Aarhus, dirigido por Helene Kirkegaard. Participaron 55.487 hombres y mujeres que tenían entre 50 y 64 años en 1997, cuando comenzó el estudio, que duró 9,9 años. Para reclutar a los participantes, entre 1993 y 1997 se invitó a 160.725 daneses, cuyos nombres se obtuvieron a partir del Registro Civil. El 35 por ciento aceptó la invitación.
Se empezó por establecer las condiciones iniciales de su estilo de vida, de acuerdo con los siguientes criterios de vida saludable: 1) no fumar; 2) mantener actividad física por lo menos 30 minutos por día, o bien tener un trabajo que implique actividad física; 3) no tomar más de catorce medidas de alcohol por semana, los varones, o no más de 7 medidas, las mujeres; 4) tener menos de 102 centímetros de cintura, los hombres, o menos de 88 centímetros, las mujeres; 5) consumir una dieta que incluya no menos de 600 gramos de frutas y vegetales por día, no más de medio kilo de carne roja o procesada por semana, que fuese reducida en grasas y alta en fibras.
A cada participante se le asignó un punto por el cumplimiento de cada uno de los criterios: el “índice de estilo de vida” iba así desde cero –menos saludable– a cinco puntos –más saludable–. Los resultados fueron aceptables en la mayoría de los casos: el 64 por ciento de los participantes no fumaba; el 82 por ciento hacía suficiente ejercicio físico; el 59 por ciento no se excedía en el alcohol; el 76 por ciento no tenía gorda la cintura; pero sólo el 2 por ciento llegaba a reunir los parámetros de la dieta saludable.
El 8 por ciento de los participantes registró sólo 0 o 1 en el índice de estilo de vida; el 26 por ciento marcó 2; el 40 por ciento llegó a 3; el 25 por ciento se anotó 4 y sólo el 1 por ciento alcanzó los 5 puntos. Los autores observan que los participantes con mejores índices de estilo de vida tenían “mayor nivel de educación, menor proporción de uso de antiinflamatorios no esteroides (aspirina y otros, que implican riesgo gastrointestinal) y la mayoría eran mujeres”.
Los participantes fueron seguidos hasta el 27 de abril de 2006, fecha tope de la investigación. En ese lapso, 678 de ellos fueron diagnosticados con cáncer colorrectal: 1,22 por ciento del total; en 420, se trató de cáncer de colon; en 258, de cáncer de recto. El estudio constató que “para cada persona, por cada punto obtenido en el índice de estilo de vida (por ejemplo, dejar de fumar o hacer ejercicio), la incidencia de cáncer bajó un 0,89 por ciento”. Y “si toda la población hubiera seguido las cinco recomendaciones de estilo de vida, la incidencia de estos cánceres habría bajado un 23 por ciento”. Además, “si todos los participantes hubieran seguido apenas una recomendación más de estilo de vida, el 13 por ciento de los casos de cáncer colorrectal se hubieran prevenido”.
El punto parece estar en cumplir por lo menos cuatro de las recomendaciones: “Comparado con el grupo que tenía el índice más bajo de estilo de vida, los grupos que lograron dos o tres puntos no bajaron significativamente el riesgo, pero lograr cuatro puntos se asoció con una reducción del 30 por ciento en el riesgo”. Estos índices fueron más significativos para varones que para mujeres. “Nuestro estudio destaca la utilidad de los mensajes públicos de promoción de salud, ya que aun diferencias modestas en el estilo de vida pueden tener un impacto sustancial en el cáncer”, concluye el trabajo.
El British Medical Journal da a conocer también un estudio efectuado en Gran Bretaña, donde se muestra la efectividad de que los médicos generalistas y el sistema de salud efectúen “invitaciones reiteradas” para que la población participe en los testeos que detectan riesgo de cáncer de colon. En la Argentina, Jorge Galperín (ver recuadro) insistía en la importancia de estos análisis, ya que “a diferencia de otros que proveen diagnóstico precoz cuando el cáncer ya se declaró, los estudios de colon permiten detectar y extirpar los pólipos intestinales, antes de que se transformen en cáncer”, decía.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH), entidad de referencia, requieren “examen de detección de pólipos y cánceres incipientes a partir de los 50 años, tanto para hombres como para mujeres”. Los que tengan factores de riesgo –por ejemplo, padre, hermano o hijo que hayan padecido estas afecciones antes de los 60 años– “pueden necesitar pruebas más tempranas o más frecuentes”.
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