SOCIEDAD › UNA PAREJA DE ANCIANOS ASESINADA Y SU HIJA, HERIDA A PUÑALADAS
El horror en una casona de Boedo
Una mujer de 28 años descubrió a su madre herida en el zaguán. Corrió a la calle desesperada. Un policía que la socorrió encontró a los abuelos asesinados. Los investigadores creen que fue un robo, pero no descartan otras hipótesis.
Aldana Mazzía jamás pensó encontrar lo que el miércoles por la noche vio al llegar a la casa de sus abuelos, cuando pasaba a buscar a su madre. Apenas se acercó a José Mármol 788, en el barrio porteño de Boedo, supo que algo no estaba bien. La antigua puerta de hierro estaba entornada, y la de madera, que separa el zaguán del interior de la casona, abierta. En el pasillo, ensangrentada y apuñalada, pero aún con vida, yacía su madre, Liliana. Aterrada, sin poder ver más, Aldana corrió gritando hasta ubicar a un policía. La exploración oficial halló el resto: habían asesinado a puñaladas a su abuela y a su abuelo. El interior de la vivienda estaba desordenado, por lo que los investigadores piensan que pudo haber sido un robo. Sin embargo, no descartan ninguna posibilidad, porque los delincuentes no tuvieron necesidad de violentar las puertas para entrar.
Según recuerda la gente de la cuadra, Josefina Nápoli, de 84 años, y Nicola Mazzía, de 85, vivían en la casa de Boedo desde hace alrededor de seis décadas. “El Tano era plomero como yo –recordaba Miguel, reunido con otros vecinos en un kiosco cercano–. El Tano era un buen vecino. No salían demasiado; mucho menos desde que empezó esto de los robos a ancianos. Iban a hacer alguna compra, pero después se metían en la casa y no salían más. Además, con la puerta de vidrio te veían y si no te conocían no te abrían.” Otros vecinos aseguran que Josefina salía de la casa sólo lo necesario, porque para caminar necesitaba apoyarse en un andador. De todos modos, contaba con la ayuda de su hija, Liliana, de 52, que la visitaba seguido. Nicola, cada tanto, pasaba por un club de la colectividad italiana.
Esa zona del barrio, en José Mármol entre Independencia y Estados Unidos, “es tranquila, no pasan estas cosas ni hay robos”, concuerdan sus pobladores. Las calles de casas bajas, y casi desiertas de comercios, no son demasiado transitadas y disfrutan de la custodia de árboles de copas frondosas. “Es un barrio atípico, acá los vecinos nos conocemos todos”, dice Miguel, quien también indica que incluso en ciertas ocasiones festivas organizan asados en la vereda.
Para la policía, el doble crimen tiene que haber ocurrido entre las 21.30 y las 22. Poco después, cerca de las 22.10, llegó Aldana, de 28 años, que pasaba a buscar a su madre. Liliana ahora permanece internada en grave estado en la Clínica Santa Isabel, como consecuencia de las múltiples heridas cortantes recibidas en la cara y la cabeza.
“Es raro por la forma, por cómo fue. Los dos tenían las cabezas tapadas con frazadas y es extraño que no hayan forzado la puerta. Y aparentemente no robaron nada”, explicaban los vecinos tratando de dilucidar el misterio.
Los investigadores comenzaron evaluando la hipótesis de un robo, aunque el fiscal del caso, Aldo de la Fuente, señaló que “no se descartan otros móviles” y lo caratuló como “doble homicidio y lesiones”. Es que los investigadores hallaron desorden en la casa, pero no lograron establecer si los delincuentes –están convencidos de que se trató de al menos de dos– se llevaron algo.
En principio no hubo testigos del momento en el que los atacantes ingresaron. “Ya a las siete no hay nadie en la vereda. Y a las nueve el kiosco y los talleres mecánicos (hay uno en la misma vereda y otro justo frente a la casa) están cerrados”, indicó Martín, otro vecino que, consternado, comentaba lo ocurrido.
Además, si alguien pudo estar presenciando lo sucedido, posiblemente no hubiese logrado ver los detalles. “De noche esta cuadra es un desastre, está todo oscuro porque las ramas de los árboles tapan las luces”, se quejó señalando al cielo, oculto detrás de las hojas.
Quienes pudieron ver algo salieron a la calle sólo cuando escucharon los gritos de Aldana. La joven, que junto a su madre solía visitar con frecuencia a sus abuelos, había llegado en su auto, desde donde logró divisar la silueta de un extraño en el zaguán. Entonces decidió dar una vuelta manzana. Al regresar se atrevió a bajar, encontró la puerta apenas entreabierta y al ingresar se topó con su madre golpeada en la cara y tirada en el piso. La reacción la hizo salir corriendo, pidiendo a gritos por la policía. Encontró uno a la vuelta de la esquina, que estaba de consigna sobre Estados Unidos. Fue el primero en entrar a la casa. Salió “alterado” por el panorama que había dentro, según los vecinos que se acercaron a ver qué había pasado. Adentro estaban Josefina y Nicola, apuñalados y fuertemente golpeados.
Los investigadores sostienen que como la puerta no tenía señales de haber sido violentada alguno de los atacantes debía ser conocido del matrimonio o podría haber tenido llaves. Las armas blancas usadas en los homicidios no estaban en el lugar. Sus esfuerzos se centraban en encontrar testigos que pudieran aportar algún dato.
Informe: Lucas Livchits.