Miércoles, 26 de abril de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › UNA INVESTIGACION SOBRE LOS HABITOS ALIMENTARIOS DE LOS NIÑOS
Según una encuesta, los preadolescentes de clases media alta y alta comen alimentos pobres en nutrientes y con demasiadas calorías.
La mayoría de los chicos de 9 a 13 años, de clases media alta y alta, comen alimentos “pobres en nutrientes” aunque “de elevado aporte calórico”, según una investigación que se dio a conocer ayer. El consumo de golosinas, galletitas dulces, bebidas azucaradas, facturas y snacks les provee hasta el 20 por ciento de las calorías diarias, proporción que en una dieta sana no debería superar el 8 por ciento. Más de la mitad come más de lo necesario y, además, casi uno de cada diez chicos de estos niveles sociales no desayuna. Estos defectos se potencian por el hecho de que pasan cuatro horas ante la pantalla de la TV o de la computadora, mientras que sólo hacen una o ninguna hora diaria de ejercicio físico. Si así están los ricos, cómo estarán los pobres: en efecto, “en los niveles socioeconómicos más bajos hay todavía más tendencia a la obesidad; hoy en la Argentina, el problema principal no es la desnutrición, sino la mala calidad de la dieta”, señaló el titular del Cesni.
La investigación se denomina “Hábitos alimentarios y actividad física en adolescentes de Buenos Aires y Rosario, de nivel socioeconómico medio-alto y alto”, y se presentará hoy en el Congreso Internacional de Cardiología, que se realiza en esa ciudad santafesina. Fue efectuada por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), dirigida por Alejandro O’Donnell y Sergio Britos y auspiciada por una firma fabricante de hamburguesas. El estudio abarcó 553 preadolescentes de 9 a 13 años (53 por ciento mujeres y 47 por ciento varones), en siete escuelas en la ciudad de Buenos Aires y en Rosario.
“Un 53 por ciento de los encuestados ingiere más kilocalorías que las recomendadas”, puntualizan los investigadores, y destacan que “en el segmento de mayor ingesta de energía, la proporción provista por bebidas azucaradas (principalmente gaseosas y jugos), galletitas dulces, alfajores y productos de repostería aumenta proporcionalmente más”. Es decir, aclaró Britos, que “los que más calorías ingieren, la obtienen básicamente de esos alimentos llamados obesogénicos”, que deberían ser “de consumo ocasional” a diferencia de los alimentos esenciales o de consumo regular: lácteos, vegetales, frutas y carnes. Los principales déficit registrados en las dietas de estos chicos fueron de calcio y vitamina C.
En la investigación hay zonas particularmente preocupantes. El nueve por ciento de los chicos encuestados no desayuna “nunca”; el dos por ciento sólo desayuna hasta tres veces por mes; el tres por ciento desayuna una vez por semana; el 10 por ciento de estos chicos toma desayuno de dos a cuatro veces por semana; el 10 por ciento lo hace cinco o seis veces por semana y sólo el 64 por ciento desayuna todos los días pero, de éstos, “un 25 por ciento no consume leche”.
Los investigadores también ponen en “alarma roja” el hecho de que el 16 por ciento de estos chicos sólo come con la familia una vez por semana o menos (el tres por ciento no lo hace “nunca”). El 11 por ciento come con los padres de dos a cuatro veces por semana, el 17 por ciento comparte la mesa cinco a seis veces semanales, y no más que el 54 por ciento come diariamente con la familia.
La concurrencia al fast-food no resulta tan elevada entre los chicos encuestados: el 26 por ciento no va “nunca”, el 44 por ciento va una a tres veces por mes y el 21 por ciento –alarma amarilla, para los investigadores– va una vez por semana. Un nueve por ciento cae en la zona de alarma roja, ya que va de dos a cuatro veces por semana al fast-food.
El 98 por ciento de los chicos investigados consumen golosinas y de ellas obtienen el ocho por ciento de las calorías totales que consumen. El 83 por ciento consume galletitas dulces, de las que reciben el cinco por ciento de sus calorías diarias. El 99 por ciento toma bebidas azucaradas, de las que obtienen el cinco por ciento de sus calorías (en los varones, esta proporción llega al siete por ciento). El 82 por ciento consume facturas y repostería, que les dan el tres por ciento de sus calorías diarias. Los snacks les proporcionan el 1,5 por ciento de sus calorías. Britos explicó que “en una dieta razonable, las golosinas, galletitas, bebidas azucaradas, repostería y snacks no deberían representar más del siete u ocho por ciento de las calorías ingeridas, pero en la muestra investigada esta proporción llega al 20 por ciento”.
Todo esto se articula con el hecho de que los preadolescentes encuestados pasaban un promedio de dos horas ante la tele, y otras dos navegando en Internet u otras actividades con la computadora; la actividad física duraba un promedio de una hora, lo cual incluye que algunos hacían deporte dos horas diarias pero muchos, no tenían ningún tiempo de actividad física durante el día.
Como resultado, el 16 por ciento de estos jóvenes estaban excedidos de peso, lo cual se desglosa en un 12 por ciento con sobrepeso y un cuatro por ciento de obesos. De entre los obesos, el 78 por ciento eran varones y el 22 por ciento mujeres. De los que tenían sobrepeso, los varones llegaban al 59 por ciento; 41 por ciento eran mujeres. No se registraron casos de subalimentación.
Alejandro O’Donnell, titular del Cesni, destacó que el problema no se limita a los chicos que ya tienen sobrepeso, sino que “la tendencia a la obesidad se adquiere a temprana edad, aunque pueda expresarse después”. Además, “en los niveles socioeconómicos más bajos se encuentra mayor tendencia al sobrepeso y la obesidad; actualmente en la Argentina, el problema principal no es la desnutrición, en el sentido de insuficiente ingesta de comida, sino la calidad de la dieta”, advirtió O’Donnell.
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