Carlos probó uno de los nuevos bebederos. Presionó el botón y se tranquilizó al ver el chorro cristalino. Tomó de la mano a Marta, su pareja, y cruzó las rejas que ahora separan el anillo central del resto del Parque Centenario. Luego de más de un año de obras, ayer se reabrió al público el centro del parque renovado. Las obras incluyeron caminos, rejas, limpieza y modificación del lago, una isla, parquización y juegos para chicos. “Vinimos especialmente a verlo y nos parece bárbaro, porque estaba muy abandonado”, dijo Carlos. En el pequeño muelle –una de las novedades del lugar– un hombre hacía volar un barrilete y un nene en un cochecito pretendía llevarse uno de los patos: “Dale paaaa, uno solo”. La respuesta fue lógica: “No hijo, ¿dónde lo vamos a poner?”

El muelle mirador, el lago, los dos patios de juegos y la isla biológica, dentro de las 6 hectáreas en las que hubo refacciones (el parque tiene 12), empezaron a recibir visitantes al mediodía. En ese momento algunos vecinos con una pancarta que decía “Gracias Ibarra” intercambiaron insultos con otros que fueron a presenciar el acto de inauguración, encabezado por el jefe de Gobierno, Jorge Telerman.

“En realidad, nosotros estamos de paso, somos de Palermo –explicó Marta a Página/12, ya a la tarde–. Estaría muy bien que tenga cuidadores, pero me gusta el cerramiento que hicieron, así no rompen nada. Lo que sí, es una pena que las estatuas no tengan nombre, aunque sea con placas de plástico.” Las esculturas son las de siempre, les cambiaron los pedestales, aunque no las repararon, incluso a una le sigue faltando una mano.

La zona modificada, el anillo central del parque diseñado por Carlos Thays, fue rodeada con un cerco de protección. Cuenta con tres ingresos, que coinciden con los senderos que conducen al lago. Sobre este cerramiento hay opiniones contrarias: algunos están de acuerdo porque previene actos de vandalismo mientras que otros consideran que restringen la circulación. Por lo pronto, al lado de cada una de las entradas hay puestos de control.

Todos los trabajos fueron realizados sobre el anillo central que forma parte del diseño realizado por el paisajista Carlos Thays para el Centenario de la Revolución de Mayo. Faltan dos etapas y en total se invertirá poco menos de 16 millones de pesos. Parte del dinero se gastó en la isla, ocupada alternativamente por alguno de los dos grupos de patos que conviven con las palomas.

“Está muy lindo”, contó Carolina, mientras tomaba mate con facturas junto a su esposo Gustavo y su hija, asombrada por los plumíferos que se acercaban a comer las galletitas que les arrojaba la gente. “Hace más de diez años que vivo en el barrio y lo habían arreglado tres o cuatro veces, pero ésta es la mejor reforma. Ahora espero que la gente lo cuide”, comentó. Gustavo asentía mientras terminaba de tragar un vigilante: “El único problema es que nos costó encontrar la entrada, pero debe ser porque es la primera vez.”

Las etapas restantes se espera que estén finalizadas para el primer semestre de 2007. Y entre ellas se incluye al construcción de un anfiteatro y de caniles.

Allí podrá ir a pasear y a conocer perritos Sofi, que descansaba sobre el regazo de Angeles, su dueña, recostada sobre una de las estatuas. “Lo veo lindo, arregladito –describió–. Pero tardaron un montón, para el tiempo que estuvo cerrado no arreglaron mucho, capaz que me parece porque no lo recorrí todo. Ya me había olvidado de cómo era por dentro.”