Son treinta mil los damnificados que perdieron “sus colchones, su ropa, sus heladeras, sus gallinas, sus caballos, o sus casillas”, anunció el titular de Defensa Civil de Tucumán, mientras las aguas, al retirarse, iban dejando a la vista los daños causados por la inundación. Bajo el sol que volvió a brillar sobre la provincia, la mitad de los casi 5000 evacuados ya había retornado anoche a lo que quedaba de sus hogares. Quedó muy dañada la red vial de la provincia, se cayó un puente ferroviario, sufrió destrozos un puente caminero y hay zonas todavía sin luz. El gobierno provincial anunció que la Nación ofrecerá viviendas a “todos los damnificados”. Por otra parte, la inundación amenazaba trasladarse a Santiago del Estero, donde estaban siendo evacuadas 30 familias que tienen sus precarias residencias en el lecho mismo del río Dulce, cuyo caudal se duplicó. Entretanto, los partes meteorológicos anuncian que podrían retornar las lluvias a Tucumán, donde “los suelos están tan saturados que las aguas ya no podrían escurrir”, según Defensa Civil.

“Las aguas han decrecido bastante –anunció ayer Fernando Torres, titular de Defensa Civil de Tucumán–: ya es posible acceder por tierra a la mayor parte de las zonas anegadas del este y sureste de la provincia, especialmente en el departamento de Simoca. Pero todavía hay zonas anegadas en Villa Chilgasta, Melcho y Nueva Trinidad.”

“Ha habido muchos daños en la infraestructura, sobre todo en la red vial de la provincia –agregó Torres–: fueron muy afectados los caminos vecinales, muchas defensas de ríos y protecciones de puentes; en el río Gastona cayó un puente ferroviario y en Alpachiri se rompió una cabecera de puente. Y hay problemas en la provisión de energía eléctrica: en muchos casos la tormenta derribó los postes; hay todavía sectores sin luz en Chicligasta y en Ampata continúa un corte de energía preventivo a causa del anegamiento.”

En cuanto a la población afectada, “la estimamos en 30.000 personas –señaló Torres–, y los daños son cuantiosos: en algunos casos perdieron completamente sus viviendas, sus casillas; se perdieron heladeras y otros artefactos domésticos; colchones, frazadas, ropa, y la correntada se llevó sus pollos, sus gallinas, sus caballos”.

Una buena noticia fue el hallazgo, sano y salvo, del joven Jesús González, de 16 años, que había desaparecido mientras iba a caballo cerca de la localidad de Atahona, 70 kilómetros al sur de la capital. En cambio, un joven de 15 años murió ahogado ayer en el río Medinas, “por imprudencia: estaba con otros chicos jugando a tirarse y a salir”, según Torres.

Según el gobernador de la provincia, José Alperovich, “el presidente Kirchner me dijo que anuncie que todos los damnificados dispondrán de soluciones habitacionales”. Gustavo Durán, interventor en el Instituto Provincial de la Vivienda, señaló que mañana “cada departamento provincial tendrá que brindar un informe sobre las necesidades, para que el gobierno central cuente con una cifra a fin de implementar las soluciones habitacionales”.

Se reciben donaciones de mantas, ropa de abrigo y ropa para chicos en la Casa de la Provincia de Tucumán, Suipacha 140, ciudad de Buenos Aires (4312-0010). La ONG Red Solidaria recibe ropa, calzado, colchones, sábanas y pañales para los damnificados: www.redsolida

ria.org.ar (4796-3923). El Ministerio de Desarrollo Social de la Nación ya envió 12 camiones con víveres y suministros.

Entretanto, la inundación avanzaba por el río Dulce hacia la provincia de Santiago del Estero: “En el dique frontal de Termas de Río Hondo, el caudal, que ayer ya era elevado, con 600 metros cúbicos por segundo, hoy llegó a los 1100”, precisó Santiago Nasif, coordinador del Comité de Emergencias santiagueño. Al anochecer de ayer se efectuaba la evacuación preventiva de unas 30 familias, cuyas casillas están erigidas bajo la cota de inundación, en un sector habitualmente seco del lecho mismo del Dulce.

Pese al sol de ayer sobre Tucumán, los informes meteorológicos pronostican nuevas lluvias para los próximos días. Torres advirtió que los suelos “recibieron tal cantidad de líquidos que están completamente anegados y las aguas ya no pueden ser escurridas”.