SOCIEDAD

Quiere ser docente especial y no se lo permiten por ser sordomudo

Juan Carlos Druetta fue rechazado en un instituto de Córdoba por su condición de discapacitado. Precisamente, pretende ser maestro para chicos hipoacúsicos. Denuncia por discriminación.

Quiere ser maestro y no piensa aceptar ninguna excusa que se lo impida. Juan Carlos Druetta tiene 37 años, trabaja como asistente de docente en un colegio de la localidad cordobesa de Villa María, participa de un proyecto de relato de cuentos y junto a una investigadora del Conicet está elaborando un diccionario en CD. Y es sordo. Esta última condición fue la que lo dejó fuera de la posibilidad de obtener el título de profesor que tanto desea. Juan Carlos presentó una denuncia por discriminación en el Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi) contra el instituto Domingo Cabred, que le prohibió el ingreso a la carrera con la explicación de que él no podría cursar cinco materias relacionadas con la reeducación del habla, que son necesarias para recibirse. Su caso cuenta con el apoyo de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
En la escuela de Villa María donde trabaja con chicos sordos de entre 5 y 18 años, Juan acompaña la tarea del maestro. Fue justamente esta experiencia la que lo decidió a estudiar el “Profesorado de Educación Especial con orientación en alteraciones sensoriales: hipoacusia y sordera” que se dicta en el instituto cordobés Domingo Cabred y tiene una duración de cuatro años. Pero no pudo. Las autoridades le exigieron que rubricara una eximición de cursar ciertas materias, con lo que no obtendría el título.
“Se hace constar que (...) no reúne las condiciones físicas de correcta audición y articulación exigidas en los diseños curriculares de las siguientes asignaturas”, comienza el texto que el Cabred pretendió hacerle firmar a Juan Carlos. Y a continuación enumera las materias para las que no tiene “condiciones”: Estimulación audiviso oral, Didáctica de la lengua oral, Práctica III, Práctica IV y Abordaje metodológico y atención. “A cambio del profesorado que quiero estudiar me ofrecieron un plan de tecnicatura exclusiva para personas sordas que dura dos años y medio, y es el rol de asistente que estoy cumpliendo actualmente”, explica Juan, a través de una rápida sucesión de señas que convierte en lenguaje oral Fabiola, su asesora.
“El Cabred viola la Constitución de Córdoba y todas las leyes antidiscriminatorias, además sacaron una resolución en 2001, que impide el ingreso de sordos, cuando se enteraron que había un grupo que quería hacer la carrera”, asegura. Juan sostiene que los directivos “no tenían fundamentos para decirme que no podía entrar” y dice haberse sentido maltratado, por lo que en abril radicó una denuncia ante el Inadi.
Hace pocos días acompañó una nueva presentación –el profesorado había dado ya una respuesta insatisfactoria– con documentación que avala su postura, entre la que se incluyen artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos y de la Convención sobre Derechos del Niño. La posibilidad de que se gestionara un pedido de exención para su caso no le gustó demasiado. “Dije que un dictamen así no, lo que quiero es una discusión de fondo –añade y recuerda–: La directora (del Cabred) me decía: ‘Si vos entrás, entran todos los sordos con vos’ y yo le dije: ‘¿Cuál es el problema? Todos tienen derecho a estudiar’.” Juan está siendo asesorado por abogados de la APDH, quienes lo orientaron para sus próximos reclamos ante la Defensoría del Pueblo de la Nación y de Córdoba.
La educación para niños sordos presenta tres corrientes centrales: el método oralista, el bilingüe y la lengua de señas. Juan opina que “la educación oral nos discapacita más” y propone crear una “escuela de, para y por sordos”. A Juan le encanta trabajar con niños y por eso también es integrante de un taller de relato de cuentos en lengua de señas. Su militancia por el reconocimiento de los derechos de los sordos incluye la participación en un proyecto de investigación de una becaria del Conicet para la elaboración de un diccionario de lengua de señas en CD.
La justificación central que esgrime el profesorado cordobés para dejarlo afuera no lo convence. “Dicen que no puedo escuchar si los chicos pronuncian mal, pero el rol de enseñar a hablar le corresponde a un fonoaudiólogo”, concluye.

Informe: Romina Ruffato.

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Juan Carlos Druetta ya trabaja como asistente en un colegio de la localidad de Villa María.
 
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