Un grupo de amigas caminaba por el barrio de Flores cuando una de ellas cayó tendida en la vereda. La angustia y la alarma invadieron a las adolescentes cuando vieron que un hilo de sangre corría por el rostro de su amiga. Pocas horas después la joven era intervenida con el objeto de extraer un balín de plomo alojado en la zona cervical. Ocurrió el sábado último, a la noche. El supuesto agresor habría sido un chico, de 16 años, que vive justo enfrente del lugar donde la chica cayó herida. Ayer, la policía secuestró dos rifles de aire comprimido en la casa del adolescente. También habrían demorado al joven por unas horas.

Aunque el hecho ocurrió el sábado pasado, recién se conoció ayer, cuando un equipo de policía balística y personal de la Comisaría 50, llegaron a la casa del joven, ubicada en Gavilán 659, en Flores. Según una vecina, en ese momento la casa estaba vacía. “Cayeron como a las 10 y no había nadie. Luego llamaron a mi casa para pedirme el teléfono de la madre del chico, pero les dije que no lo tenía y se fueron”, relató. Al parecer, en un segundo intento, los agentes lograron hallar al supuesto agresor de la adolescente.

Fuentes policiales informaron que el chico estuvo demorado durante la jornada de ayer. Sin embargo, desde la seccional negaron anoche que hubiera habido una detención y señalaron que sólo se realizó un operativo de allanamiento en la vivienda. La policía secuestró en la casa dos rifles de aire comprimido. Uno de ellos tendría una mira telescópica.

La casa del joven tiene una única planta y está ubicada enfrente del jardín de infantes Los naranjos. En una oportunidad, relataron los vecinos, el jardín habría sufrido agresiones por parte del chico. “Una vez tiró piedras hacia las ventanas del jardín. Gracias a Dios que no hubo heridos ni destrozos”, recordó el portero del establecimiento. “Después me crucé a la casa para quejarme, pero nunca me atendió nadie”, agregó.

Los vecinos cuentan que el joven usa el árbol ubicado en la vereda del jardín para jugar al tiro al blanco: colgaba botellas de sus ramas y les disparaba con su arma desde su casa. Aunque en las paredes del lugar no se hallaron signos de los disparos, la policía balística encontró tres impactos de plomo en un portón de madera ubicado al lado del establecimiento educativo.

Tanto él como la mayoría de los vecinos coincidieron en calificar de “extraño” al joven, de 16 años, de mediana contextura y con sobrepeso. En el barrio le dicen “el gordo Michell” y vive con sus padres y dos hermanas más chicas que él. Clara, vecina de Gavilán 651, dio otra opinión del adolescente. “Es un chico bueno. Yo nunca tuve problemas con él. Lo que pasa que a los vecinos les molesta que tenga amigos y se junten en la puerta de la casa”, contó.

Blanca, vecina de la esquina, vio el momento en el que la adolescente caía al piso. “Estaba viendo si llegaban mis hijos cuando vi a la chica en la vereda y los gritos de las otras que pedían ayuda. Tenía sangre en la cabeza”, relató. “Lo que me extraña es por qué llegó la policía hoy (por ayer) cuando el hecho ocurrió el sábado a la noche”, señaló.

La joven fue auxiliada por un automovilista que la trasladó hasta el Hospital Alvarez, ubicado a sólo cuatro cuadras del lugar del ataque. Allí le indicaron que se trataba de una herida de balín de plomo y fue derivada a un sanatorio privado, donde fue operada para extraerle el proyectil.

Los investigadores realizaron una pesquisa por la zona y descubrieron que muchos vecinos habían recibido balinazos en la cabeza, cuello, hombros y otras partes del cuerpo, pero como no habían sido lesiones graves no hicieron la denuncia policial.