Viernes, 12 de octubre de 2007 | Hoy
Así lo consideró la Legislatura porteña, que sancionó anoche una ley para penar a los conductores que leen o escriben mensajes de texto. Las multas serán el doble que para los que hablan por celular. Y serán más graves para los choferes profesionales.
Por Pedro Lipcovich
Hablar ya es bastante malo, pero leer y escribir es todavía peor: por lo menos, si se lo hace con el teléfono celular y mientras se maneja. Así lo estableció ayer la Legislatura porteña, al determinar que “cuando el conductor se encuentre redactando o enviando mensajes de texto”, merecerá una multa de hasta 2000 pesos, que duplica la correspondiente al uso de celulares en general. La sanción se elevará hasta un máximo de 3000 pesos para choferes profesionales. El mayor riesgo de chocar cuando se utiliza el teléfono mientras se conduce ya estaba demostrado –incluso para aparatos “manos libres”–. Y un reciente estudio de una entidad de seguridad vial advierte que, sólo por leer un mensaje de texto, se maneja a ciegas el doble de tiempo que cuando se atiende una llamada de voz. La normativa debería articularse con el sistema de prevención y sanciones previsto en el Código de Tránsito porteño, del que resta legislar sobre dos aspectos: la instauración de un sistema de puntajes para las infracciones y la creación de un cuerpo, policial o civil, de control del tránsito.
El Código de Faltas porteño establecía ya que “el/la que conduce un vehículo manipulando teléfonos celulares o auriculares conectados a equipos reproductores de sonido es sancionado con multa de 100 a 1000 pesos”: desde ayer, especifica que “cuando el conductor se encuentre redactando o enviando mensajes de texto, la multa es de 200 a 2000 pesos”, y “cuando esta falta sea cometida en un vehículo de pasajeros, escolares, camiones, remises, taxímetros, la multa es de 300 a 3000 pesos”.
El proyecto, presentado por Alejandro Rabinovich (Autonomía Porteña), fue aprobado por unanimidad de los 31 legisladores presentes. La fundamentación destaca que “estudios internacionales demostraron que el uso de teléfonos celulares mientras se conduce aumenta hasta cuatro veces el riesgo de accidentes”, y observa que en el año 2000, cuando se había aprobado la prohibición del uso de celulares mientras se conduce, todavía “no se contaba con la tecnología del envío de mensajes de texto”. Según precisó Rabinovich, “todas las ONG especializadas aportaron la experiencia de que enviar mensajes de texto mientras se conduce provoca choques”.
El Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi) dio a conocer un informe sobre celulares: “A partir de reportes de choques inexplicables en rutas bien señalizadas, hicimos un chequeo de llamadas y advertimos que la última coincidía con el minuto del desastre”, explicó Gustavo Abranvatti, de esa entidad. El uso de aparatos “manos libres” también es riesgoso, ya que como el interlocutor no está en el auto y no ve las situaciones de manejo, requiere del conductor una atención que resulta distractiva. Según calculó el Cesvi, “un conductor, mientras atiende una llamada de voz, llega a avanzar a ciegas durante cuatro segundos; mientras lee un mensaje de texto, maneja unos ocho segundos a ciegas”.
Rabinovich aclaró que “lo central no es que la multa sea mayor, sino que la falta quede tipificada como grave, lo cual pesará cuando se apruebe un sistema de puntaje cuya máxima sanción sea la pérdida del registro; además, la sanción debe estar atada a programas de prevención, que debería llevar adelante el próximo gobierno de la ciudad”.
Así, el tema se enlaza con los asuntos pendientes luego de la sanción, el año pasado, del Código de Tránsito porteño. Según explicó la legisladora Florencia Polimeni (bloque unipersonal Guardapolvos Blancos), quien había presentado el proyecto original del Código, “quedaron entonces tres grandes cuestiones: la verificación técnica vehicular, que ya se aprobó por separado, el sistema de puntos y la policía o cuerpo de control del tránsito”. En cuanto al sistema de puntaje, “no debe discriminar entre distintos tipos de conductores”, destacó la legisladora. Las empresas de transporte de pasajeros y de carga han presionado a fin de que el sistema no rija para conductores profesionales. En cuanto al cuerpo de control, “se enlaza con el reclamo de una policía propia para la ciudad, con fondos transferidos por la Nación”, contó Polimeni, pero admitió que “en cualquier caso, Buenos Aires necesita un cuerpo de control de tránsito, lo cual no necesariamente equivale a una policía”.
Según reconoció el presidente de la Comisión de Tránsito y Transporte de la Legislatura, Jorge Sanmartino, “estamos contemplando algunos pedidos que hicieron los conductores profesionales”: lo que se concedería “es la posibilidad de postergar unos meses la entrada en vigencia del puntaje, pero sólo para las faltas moderadas o leves: las faltas graves van desde el principio al sistema de puntaje”. Entre éstas se encuentran “cruzar semáforos en rojo” o, precisamente, “utilizar celular mientras se conduce”.
El sistema de sanción que se examina, de creciente uso internacional, consiste en retirar puntos, de una cantidad inicial, según la infracción cometida. De acuerdo con los puntos perdidos y la reincidencia en las infracciones, se producen sanciones que van desde la suspensión transitoria hasta el retiro de la licencia. Además, “existirá la posibilidad de recuperar puntos asistiendo a cursos de educación vial”, puntualizó Sanmartino. La Comisión emitiría su dictamen en una o dos semanas.
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