El cuerpo de Débora Castillo apareció anteayer en un baldío de San Miguel, con sus manos atadas por delante, como obligándola a suplicar, y un disparo en la frente. Tenía 14 años y había desaparecido de su casa en la tarde del martes. Su cadáver apareció en un descampado a dos cuadras del hogar. En su ropa y alrededor de ella estaban todas sus pertenencias. Nadie le robó y las pericias médicas indicaron que Débora tampoco fue abusada sexualmente. Ayer por la tarde, la Policía Científica halló en el mismo terreno una vaina calibre 3.80, el mismo con el que se mató a la víctima. Las versiones sobre el caso son encontradas. La policía sospecha de los padres. Y los padres sospechan de la policía.

El robo y el crimen sexual ya fueron desestimados, pero una de las líneas de investigación más fuertes involucran a su familia, que denunció que la policía no actuó con celeridad para encontrar a Débora cuando hicieron la denuncia. “Vaya a su casa y espere”, dijo el padre de la joven, José Luis Castillo, que le sugirió la policía.

Según los vecinos y la propia familia Castillo, el cuerpo fue hallado por un grupo de nenes del barrio que jugaban en un baldío en la calle Intendente Arricau al 3200, cerca del cementerio de San Miguel y a dos cuadras de la casa.

Los chicos le avisaron a una vecina que había “una nena tirada con las manitos hacia adelante”. También tenía un balazo en el parietal derecho. La señora contó que se acercó al lugar y se encontró con el macabro hallazgo: “Primero le vi la mitad del cuerpo y luego el cuerpo entero. Era mi vecina, me di cuenta de que era Débora por el pelo”, contó.

La chica “había discutido con sus padres y se escapó”. Eso decían en el barrio las personas que se enteraban de la búsqueda, que se inició tras una denuncia de su familia por “averiguación de paradero”. Según la policía, los padres habrían dejado asentado que, antes de que Débora se fuera, había discutido con ellos. Sin embargo, ayer el padre de la nena, José Luis Castillo, lo desmintió: “(Esa versión) es cualquier cosa”.