Domingo, 30 de diciembre de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › LA PRESIDENTA DE LA ASOCIACIóN DE MUJERES JUECES
Susana Medina explica cómo se tratan los testimonios en un poder del Estado todavía sujeto a pautas que no incluyen los temas de género y no permiten “una visión abarcativa, diferente, comprensiva de otras cosas”.
La presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces (AMJ), Susana Medina, encuentra que “la forma de valorar la prueba” es clave para entender un fallo como el del caso Verón. No ha leído la sentencia y se reserva la opinión sobre el caso en sí, pero construye un contexto para entender de dónde surge. Medina razona que si a los testimonios de las víctimas se les resta credibilidad, o se los relativiza en algunas cosas pero no en otras, en gran parte se debe a que “los integrantes del Poder Judicial venimos de una formación tradicional y somos, tal vez, el más conservador de los poderes”. Por eso, los estereotipos todavía pesan, aun cuando “es necesaria una mirada de género, abarcativa, diferente, comprensiva de otras cosas que hasta ahora no nos las habían enseñado”.
Durante los dos últimos años, la AMJ realizó capacitaciones sobre justicia, género y lucha contra la trata en todo el país. Los jueces Piedrabuena, Herrera Molina y Romero Lascano no participaron. Por formación y edad (todos rondan los 60 años), integran una generación graduada cuando “de estos temas no se hablaba ni se estudiaba, porque ni pasaba por la cabeza de nadie”. Medina, egresada en 1978 (“con –el ministro Ricardo– Lorenze-tti”), recuerda que estudió “el Código Penal de 1921, con esos parámetros”. Por eso, explica, la generación de los jueces del caso Verón “naturaliza estereotipos, considera a la prostitución como natural y la confunde con la trata”. No terminan de entender, explica, que “acá tratamos sobre la esclavitud de una mujer que ha sido raptada, engañada, explotada”.
–¿Con qué cosas se encontraron durante el proceso de capacitación?
–No había conocimiento acabado de los compromisos internacionales asumidos por el Estado nacional en materia de trata. No había conocimiento, sobre todo en las provincias, de la legislación internacional. Entonces, no había tampoco conocimiento de lo que estaba pasando en países fronterizos. Esto permitió, por ejemplo, cuando trabajamos en Misiones, Formosa, Chaco, Corrientes y Entre Ríos, hacer visible el problema porque lo instalamos en la sociedad a través de los medios de comunicación. En cada lugar adonde íbamos, en un taller, hacíamos la discusión y dábamos debate público a través de los medios. Entre Ríos se movilizó de una manera increíble.
–¿En qué cosas?
–De un año a la fecha se cerraron 53 prostíbulos y se rescataron 25 mujeres; se lograron sentencias importantes en trata. En la municipalidad de Paraná se clausuraron todos los prostíbulos en cinco meses: prostíbulos, cabarets, whiskerías, todas las casas de cualquier denominación que permitían la explotación sexual. La intendenta Blanca Osuna llevó adelante estas clausuras, se aplicaron fuertes multas. Se inhabilitó de por vida a los titulares de estos lugares para la tramitación de cualquier licencia comercial. Hoy Paraná está libre de prostíbulos, aun de lugares emblemáticos que estaban hacía 50 años, como la famosa Pensión Almafuerte 14. Hace 20 años, cuando era yo jueza de instrucción, lo clausuraban y abrían a cada rato. Hoy está cerrado, recuperado el inmueble y ahí funciona la Casa de la Mujer. Hacen capacitación para chicas que vivían de la prostitución y quedaron sin sustento diario.
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