Domingo, 5 de mayo de 2013 | Hoy
Agusto Costanzo, Costhanzo para los fans de sus ilustraciones (en diarios, revistas, libros argentinos y de otros países), troquelados y remeras, dice que como tiene 43 años, es de la época en que la ilustración “era mala palabra, no estaba buena, era la hija boba. Hasta pensarla como arte menor era mucho”. Cuando le llegó el turno de empezar a trabajar, los humoristas gráficos no estaban en su apogeo, “y como la pasión mía es dibujar caí en la ilustración. No era cool”. Llegó el siglo XXI y, dice, la generación que creció entre los ’70 y los ’80 “tomó por asalto las imágenes. Todos vomitamos la infancia a veces, pero esto fue muy evidente porque estaban el ambiente, la información, los videojuegos, el muñecaje que todavía hoy ves en la calle”. Y el campo para los ilustradores creció, crece hasta hoy.
¿Cómo se entienden el mercado y el público que muere por comprar productos ilustrados? “Hay una revalorización del objeto y del original. A principios del 2000 todos celebramos la digitalización. Yo, por ejemplo, pude acelerar el proceso de laburo, mandar e-mails y no tener que ir en colectivo a entregar originales. Pero paradojalmente lo digital trajo una revalorización del original. Entonces muchas de las cosas que ves en una galería son originales de algo publicado, y a eso la gente le da mucho valor. También las remeras han pasado a ser objetos de arte. Se está buscando eso con la ilustración: algo único o con muy poca repetición, creo.”
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