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“Si alguien siente que su pene es diminuto, es porque también se siente disminuido en otros sentidos”, advirtió un destacado sexólogo, y una destacada sexóloga recordó que “el mejor amante no es el que tiene el pene más grande, sino el que no se apura y sabe lo que la mujer necesita”. De todos modos, la destacada sexóloga admitió que “a algunas mujeres se les hace agua la boca” al pensar en un gran pene, pero señaló que “también están las que se asustan” por la magnitud. Por último, la misma sexóloga advirtió sobre otro factor, que podría revolucionar los criterios sobre el tema: “Un pene muy grande puede causar dificultades para el sexo anal”.

León Gindin –académico de número en la Academia Mundial de Sexología Médica y titular del Cetis, Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad– comentó que “el cuestionario propuesto por el King’s College puede ser útil, y uno de los que lo desarrollaron es Kevan Wylie, presidente del Comité Científico de la Asociación Mundial de Salud Sexual”. Sin embargo, Gindin planteó una fuerte objeción: “El cuestionario no se mete en la profundidad del tema”. Porque “esa creencia debe ser trabajada psicológicamente. Si la persona tiene un capitis diminutio en el pene, también lo tiene en otros sentidos: está en una situación de minusvalor”.

“En mi trabajo clínico –precisó Gindin–, cuando se plantea esta cuestión le pido al hombre que dibuje su pene; luego lo miro y comparo el tamaño real con el del dibujo. Viendo un pene en flaccidez es posible discernir si se trata o no de un micropene. El micropene es una patología que debiera detectar en la infancia el pediatra: son casos muy poco frecuentes y requieren tratamiento quirúrgico. Pero en la mayoría de los casos se trata de ‘dismorfofobias’, percepciones alteradas de partes del cuerpo; están reconocidas como trastornos en el DSM-5” (manual diagnóstico de trastornos mentales de la Asociación de Psiquiatras de Estados Unidos).

“Claro que no sólo se trata de la percepción errónea, sino de un error de concepto: él vio la película porno, lo impresionaron los tamaños y supone que un pene más grande dará más placer que uno chico. Y está la influencia de los valores sociales predominantes, la misma que promueve que muchas chicas se operen la nariz”, agregó Gindin.

Y el sexólogo hizo una aclaración alentadora: “Hay también un problema de figura y fondo: el hombre que mira su propio pene lo ve más chico porque, al contemplarlo desde arriba, el ángulo de visión se achica”.

Virginia Martínez Verdier –ex presidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana y titular de Sexuar– afirmó que “la sociedad de consumo vende al hombre y a la mujer los ideales de cuerpo perfecto, pero quienes compran eso son las personas inseguras, con baja autoestima. Los hombres más preocupados son los que, en el orden del erotismo, no pueden mostrar otra cosa de sí mismos que no sea el pene: en cambio, entre los que tienen un erotismo rico, el pene es importante pero forma parte de todo lo demás. Como escribió Francesco Alberoni en Sexo y amor, el mejor amante es el que con una mujer se comporta como si él fuera una mujer: el que sabe lo que la mujer necesita, no se apura, no va directamente a los genitales, es capaz de un juego prolongado y es capaz de decidir cuándo va a eyacular”.

En cuanto al punto de vista de las mujeres, “hay dos extremos –reveló la sexóloga–: están las que se les hace agua la boca de sólo pensar en un pene grande, atentas a si al tipo se le marca el bulto, con la fantasía de que va a ser ‘más macho’, más potente; claro que después, cuando la fantasía se haga realidad, no hay garantía de que el hombre no sea un pésimo amante. Y en el otro extremo están las mujeres que se asustan con el pene grande. Esto es según se haya estructurado desde la infancia el mapa de amor de cada una. Además, de hecho –advirtió la especialista–, un pene muy grande puede causar dificultades para practicar el sexo anal”.