Jueves, 2 de abril de 2009 | Hoy
Suspender por una semana más las clases durante la primavera puede no ser una ventaja. En primer lugar, dos semanas de receso escolar en invierno son suficientes. No es fácil, luego de éste, reinsertarse en la escuela y atravesar agosto y septiembre. Si una vez en carrera, el ritmo escolar se detiene nuevamente y justo cerca del fin del año lectivo, habrá que volver a ponerlo en marcha y esto no es simple. Enseñar y aprender son actividades que no responden a comandos automáticos. Son procesos en los que no conviene comenzar, interrumpir y recomenzar reiteradamente. Finalmente, la prolongación en diciembre será sólo de forma, ya que con edificios nada preparados para trabajar con altas temperaturas, con el año de labor acumulado, con las voluntades de docentes y alumnos más predispuestas a terminar que a otra cosa, de clase seguro habrá poco. No menos problemático será para quienes trabajamos resolver el problema de con quién dejar a nuestros hijos.
Prof. Raúl Moroni
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