“¿Qué más tengo que hacer para que me den la Selección?” La pregunta de Ramón Díaz, el entrenador de San Lorenzo, no es para nada retórica, aunque la oportunidad no sea del todo justificada. Parece que le había puesto excesivamente el cuerpo al partido contra el modesto Caracas FC para que, con el 3-0 consumado y la clasificación asegurada a los octavos de final de la Copa Libertadores –sumados a las seis victorias consecutivas en el Clausura–, el inefable Ramón pretenda transformar ese éxito en pasaporte al cargo más deseado en el fútbol argentino. Quizá, la respuesta a la pregunta es obvia. Tendría acaso San Lorenzo que ganar la Copa Libertadores por primera vez en su historia para poder ser considerado como postulante a un cargo que, por el momento, tiene dueño.

“Me gustaría dirigir la Selección porque sabemos el potencial y la calidad de jóvenes jugadores que tiene la Argentina. Pero se necesita tiempo, tranquilidad, trabajo...”, admitió el entrenador, que se considera el más exitoso del medio local, teniendo en cuenta que Carlos Bianchi no está en actividad y Américo Gallego dirige en México. “Sé que en el día a día tengo que seguir demostrando, esperemos que en un futuro nos tengan en cuenta”, se entusiasmó Díaz, que nunca pudo hacer coincidir los picos de su campaña como técnico con las necesidades urgentes de la Selección.

Mientras Daniel Passarella dirigía a la Argentina rumbo al Mundial de Francia, Díaz acumulaba sus logros en River: Apertura y Copa Libertadores 1996; Clausura, Apertura y Supercopa 1997. Pero cuando Passarella se fue de la Selección tras la caída con Holanda en Marsella, la candidatura de Díaz no era mencionada: se nombraba a José Pekerman, se comentaban las chances de Bianchi, sorprendió Julio Grondona con la elección de Marcelo Bielsa.

En el siguiente ciclo, Ramón Díaz siguió siendo un técnico de equipos campeones, aunque sin tanta frecuencia: River ganó el Apertura 1999 y el Clausura 2002, que terminó justo antes del arranque del Mundial. La oportunidad estaba pintada porque, pese al éxito, José María Aguilar, el titular de River, decidió no renovarle el contrato; sin embargo, tampoco se habla de Díaz cuando la Selección se vuelve a casa tras la ronda inicial en Japón, y ni siquiera antes de que Grondona vuelva a sorprender recontratando a Bielsa.

El riojano no dirigía cuando Bielsa renunció a la Selección, después de los Juegos Olímpicos de 2004, así que en sucesión vinieron –finalmente– Pekerman y, tras el Mundial 2006, Basile. Díaz pudo haber amasado méritos; jamás, en cambio, contó con una oportunidad real para acceder al cargo. “Es lo único que faltaría para completar mi carrera” se ilusionó.