ECONOMíA › PEDRO ALBA, DEL BANCO MUNDIAL

“Más fondos para obras”

 Por Cledis Candelaresi

En su próximo plan presupuestario trianual, el Banco Mundial tiene previsto incrementar los desembolsos para la Argentina en alrededor de 1500 millones de dólares respecto del plan vigente, para totalizar un paquete de préstamos por 4500 millones. Como ocurre actualmente, el grueso de esos recursos será destinado al área de infraestructura para proyectos que, en gran medida, cofinancia el gobierno nacional con fondos presupuestarios, iniciativas éstas que están bajo la órbita del Ministerio de Planificación. “La corrupción es un problema que controlamos mucho: hacemos lo posible para minimizar las posibilidades de que exista”, aseguró ayer el español Pedro Alba, flamante director para la Argentina ante la pregunta de si la entidad tomaba recaudos para evitar que con ese dinero se hagan licitaciones a medida o con sobreprecios. En su primer encuentro con la prensa local, el funcionario opinó que el país está bien “blindado” para enfrentar la crisis financiera internacional, que a juicio de la entidad podría arrojar al mundo 100 millones de pobres.

Para el economista, reemplazante de Axel Von Trotsemburg, el banco debe aumentar su “nivel de exposición” en la Argentina, es decir, reforzar los recursos prestados. De algún modo, esto implicaría revertir la tendencia actual, ya que los aproximadamente 700 millones de dólares anuales que paga el país son superiores a los desembolsos que recibe del organismo multilateral y permitieron ir bajando la deuda a unos 5400 millones de dólares en la actualidad. Con esta estrategia, Argentina fue descendiendo en el ranking de países endeudados con el organismo multilateral y hoy ocupa el quinto lugar, después de China, Brasil, Turquía e Indonesia.

Para Alba esto no expresa el afán kirchnerista de desligarse del organismo, sino que es resultado natural de la reconversión de programas. Argentina “no reduce su nivel de exposición porque seamos más o menos amigos que el BID, sino porque después de la crisis de 2002, muchos proyectos que estaban en marcha perdieron razón de ser y hubo que reemplazarlos por otros. Esto lleva su tiempo”, explica el funcionario.

Hoy Argentina tiene proyectos del BM activos por 3972 millones de dólares, de los cuales un 55 por ciento son para infraestructura. Algo que en parte da sustento a la proclama que viene haciendo la entidad en los últimos años de que destinará a la inversión los préstamos que en otros tiempos utilizaba para financiar programas de ajuste. Pero en cualquier caso, el control del banco sobre cómo se ejecuta efectivamente ese gasto es limitado, a pesar de que la entidad tiene un manual de procedimientos modelo, según subraya Alba.

“Somos muy pesados en esta cuestión. El Banco Mundial es pionero en el cuidado de la calidad de las contrataciones”, asegura el nuevo director para Argentina. Esos rigurosos manuales, sin embargo, no impidieron desvíos de fondos en programas costeados con recursos bancomundialistas, como los que localmente sirvieron para la reconversión de las obras sociales o los planes sociales. Desvíos que se analizan en Tribunales.

El flamante funcionario tampoco considera motivo de desvelo que el dinero muchas veces se destine a costear las unidades ejecutoras, las estructuras burocráticas que se organizan para proyectos que, en casos externos, no han llegado a ejecutarse. “Rara vez absorben más del 5 o 7 por ciento del presupuesto total –defiende–. Sólo en algunos programas como el Prosap pueden necesitar el apoyo de un equipo mayor.”

Ese programa es, precisamente, uno destinado al desa-rrollo agrícola provincial en la Argentina. Para el 2008, el BM prevé desembolsar 37 millones de dólares en el marco de ese plan de ayuda al campo. En una segunda fase pendiente la entidad destinaría 300 millones adicionales, que servirán para costear mejoras relativas al campo, aunque no necesariamente con dinero que manejarán los productores: la mayor parte es para que el Estado remodele la infraestructura rural.

Alba es tan prudente como lo era su antecesor a la hora de hablar sobre cuestiones locales candentes. Omitió opinar sobre las retenciones y sólo sugirió como correcto el camino de combatir la inflación frenando la demanda. Finalmente, fue algo más contundente al sentenciar que Argentina está “bien blindada” para enfrentar la crisis financiera internacional.

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