Desde Santiago

Ni su amplia sonrisa que aplacó los ánimos en la crisis de los pingüinos, su autorreconocido origen diaguita, la sintonía fina con Lagos y Bachelet, el encierro –durante los últimos días– en un claustro religioso y una amplia argumentación sirvieron para frenar lo que muchos daban por sentado, la destitución de la ministra de Educación, Yasna Provoste. Este hecho desató el temporal y cambió radicalmente el mapa político chileno. La caída de la profesora de Estado, con los votos en contra de la derecha y de los independientes Carlos Bianchi, Adolfo Zaldívar (ex demócrata cristiano), Fernando Flores (ex Partido por la Democracia y ex ministro de Allende) y Carlos Cantero (ex Renovación Nacional), desnudó la cruda realidad de la Concertación, esa que dice que ya no es mayoría en el Congreso.

Y es justamente ése, y no otro, el escenario con el que la derecha soñaba desde que el senador de Renovación Nacional (el partido de Sebastián Piñera), Andrés Allamand lanzó su teoría del desalojo, avalado ahora por una mayoría legislativa inclinada a favor de la Alianza más un duro sector de parlamentarios descolgados de la Concertación, que fueron la clave para asestar el duro golpe a la administración Bachelet.

No se debe olvidar, empero, que la coalición de gobierno ganó las elecciones legislativas de 2005; sin embargo, tras la expulsión del senador DC Adolfo Zaldívar, más la salida de ese partido de cinco diputados aliados y la escisión que en el PPD protagonizaron el senador Fernando Flores y el diputado Esteban Valenzuela, las fuerzas se equipararon y aumentó la posibilidad de acusar constitucionalmente a ministros, intendentes y gobernadores. Con ello, a muchos les tiritaron las canillas.

En ese teatro de operaciones, el ministro portavoz de La Moneda, Francisco Vidal, apeló a la historia y dio vuelta un discurso setentero de izquierda para graficar el nuevo panorama dibujado por la oposición: “avanzar sin transar”, dijo en cuanto canal de televisión y radio apareció. El ministro recordó que el miércoles se vio a la verdadera derecha, esa que prohíbe la distribución de la píldora del día después y que “avanza sin transar para ganar a toda costa la próxima elección presidencial”. “Es bueno conocer a quién tenemos al frente... a veces hay derrotas que son triunfos. Tuvimos una derrota táctica, pero un gran triunfo estratégico... esto fue una operación política clara y sin fundamento jurídico... Lo que ganó fue el avanzar sin transar de la derecha y esperamos que esto no marque un precedente”, dijo.

En esa línea, el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, sostuvo que “la mayoría en el Senado se va a restituir con las elecciones de 2009” y se mostró confiado en que no se creará un precedente para “tener un parlamentarismo impropio y estéril”.

A su turno, la timonel de la DC, Soledad Alvear, calificó lo ocurrido como una “vergüenza”, mientras que el timonel del partido radical, José Antonio Gómez, acusó a la derecha de utilizar herramientas institucionales para “actos de revanchismo”.

Más duro fue el senador Guido Girardi, quien recordó que “la derecha no tiene la mayoría, sino que a través de argucias y de triquiñuelas tiene una mayoría espuria y me recuerda que es lo que pasaba antes, cuando la derecha, sin tener la mayoría, tenía el poder (aludiendo a los tiempos de Pinochet), que era una derecha brutal y despiadada, donde el fin justificaba los medios y eso es lo que hemos vuelto a ver hoy”.

Así, el oficialismo dio una señal de unidad que no se veía desde hace rato. Le queremos decir también al país que la Concertación está más unida que nunca, que nosotros hemos sacado también una lección y que este “tremendo dolor que hemos tenido por la destitución de Yasna Provoste es un incentivo para que como Concertación sigamos trabajando por el país”, explicó Alvear.