Parecía que se le escapaba. Sin embargo, con mucho sufrimiento, Independiente logró el empate que necesitaba para ingresar a la Copa Sudamericana gracias a un disparo de Carlos Matheu que se desvió en Mosquera. José Luis Calderón había puesto en ventaja a Arsenal, que ayer tuvo a Gustavo Alfaro por última vez en su banco de suplentes.

Resulta difícil explicar cómo Independiente se fue al descanso en desventaja. Es que desde el arranque, el conjunto de Claudio Borghi marcó las pautas del partido, con un dominio abrumador en todos los sectores de la cancha. Lo de Arsenal se limitaba a refugiarse cerca de Cuenca y tratar de salvar los incendios que se le presentaban por todos los flancos. Sin embargo, Independiente no acertó en el arco, en parte por impericia propia y otro poco por acierto de Cuenca, que en la más clara le tapó muy bien un mano a mano a Montenegro.

Del otro lado, Arsenal hizo la inversa. Aguantó un rato como pudo, pero fue letal en el área de enfrente. Gómez recibió por izquierda y cedió para Leguizamón, que giró y metió un pase perfecto para el ingreso de Calderón. Mitad pecho, mitad mano, el goleador bajó la pelota y definió con un toque cruzado ante la salida de Assmann. Entonces, ya el partido fue diferente. Es que Independiente perdió su compostura y se desdibujó muy rápido. Empezaron a jugar los nervios, aparecieron las imprecisiones y surgieron espacios en la última línea. Por eso, el conjunto de Sarandí pudo salir del asedio y emparejó el desarrollo.

Con empuje, pero sin fútbol, Independiente intentó llevarse por delante a su rival. Y lo consiguió a medias. Sus ideas no eran tan claras y Arsenal se mostraba más firme y mejor parado. Pero con el correr de los minutos, el dominio se tornó abrumador, aunque siempre aparecía Cuenca para salvar la situación. Hasta que una corajeada de Matheu significó el desahogo, luego de que su derechazo se desviara en Mosquera y descolocara al arquero. Entonces, Independiente tuvo su gran festejo.