Domingo, 7 de septiembre de 2008 | Hoy
DEPORTES › BASILE ENSAYO ALGUNAS VARIANTES TACTICAS
Se hablaba del modelo olímpico, pero el Coco jugó la suya y arrancó con tres en el fondo y Di María muy abierto. Después, las circunstancias motivaron el cambio de nombres y de esquema.
Por Ariel Greco
Durante el transcurso de la semana, la aparición de Angel Di María como titular en las prácticas motivó que las todas las especulaciones periodísticas hablaran de la repetición del modelo olímpico, con el ex volante de Central, Riquelme, Messi y Tevez –en lugar de Agüero– en el cuadrado ofensivo. El combo se completaba con Mascherano y Cambiasso –en reemplazo del suspendido Gago–, para que el equipo de Alfio Basile tuviera también el sello de Sergio Batista. Sin embargo, en el césped del Monumental aparecieron esos nombres, pero la manera en que se desparramaron los jugadores sobre la cancha fue diferente.
El arranque trajo la primera sorpresa, ya que Basile plantó su defensa con tres defensores, pasando Zanetti a la mitad de la cancha. De esta forma, en ese sector se movió el jugador del Inter, Cambiasso y Mascherano dividieron el terreno en el centro y Di María se ubicó como un clásico volante izquierdo, una función distinta de la que cumplía en el equipo olímpico. Riquelme, con la marca de Riveros encima, era el enganche, mientras que adelante Messi se tiraba unos metros atrás para arrancar desde tres cuartos de cancha y Tevez se transformaba en el hombre más adelantado del equipo.
Con esa fórmula, Argentina se movió bien en ese pasaje y generó algunas situaciones positivas. Sin embargo, a partir del gol paraguayo, Basile reordenó la línea de cuatro con Zanetti atrás, mientras que Cambiasso pasó a jugar casi de volante derecho. Ese tramo del partido fue el más confuso de la Selección, que no encontraba la pelota y sufría con la asfixiante presión de los paraguayos. Para escaparle a la marca, Riquelme se tiraba de punta, pero nadie tomaba la posta en el medio para conducir. Además, del fondo nunca salía limpio el balón.
Con la expulsión de Tevez, el sistema volvió a cambiar. Zanetti, que no encontraba su lugar en ninguno de los dos sitios, volvió a la mitad de la cancha, para compensar ese sector, por lo que el fondo volvió a pararse con tres defensores. La diferencia esta vez fue que Riquelme abandonó el medio y se paró decididamente como delantero, para conformar un atípico 3-4-2, que tampoco brindó soluciones.
Ya en el entretiempo, Basile tuvo tiempo para reordenar el equipo y mover piezas. En el fondo, Daniel Díaz ingresó por Heinze, aunque se ubicó por derecha, pasando Coloccini como stopper por el otro lado. Y en la mitad de la cancha, el que dejó su lugar fue Di María para que entrara Agüero. Con el ex defensor de Boca, la última línea recuperó algo de solidez, ya que también levantaron su producción Demichelis y Coloccini.
Por su parte, el delantero de Atlético de Madrid le dio más pimienta al ataque argentino, ya que inquietó por propio peso y fue alternativa de pase para Riquelme y Messi, que hasta ese momento habían quedado demasiado aislados.
Claro que más allá de los cambios de piezas y de esquemas, lo que también se modificó y resultó clave en el desarrollo fue la actitud de los futbolistas argentinos, mucho más decididos y combativos que en el primer tiempo. Pero lo cierto es que del modelo olímpico sólo hubo similitud en los nombres.
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