Domingo, 7 de septiembre de 2008 | Hoy
En la semana, Alfio Basile tiró sobre la mesa la cuestión de la localía, con la inquietud de los jugadores de poder trasladar los partidos de la Selección al interior. Ayer, el Monumental lució frío, como para darles la razón a los futbolistas. Incluso, por más que estaban todas las localidades vendidas, hubo varios claros, tanto en las plateas como en las populares, probablemente por el frío y la lluvia. Ya durante el juego, muy pocas veces el público se encendió, salvo cuando la Selección consiguió el empate y en los minutos posteriores al tanto de Agüero, cuando parecía que podía llegar el segundo. Lo cierto es que el equipo tampoco contagió mucho, por lo que durante muchos pasajes el que se hizo sentir fue el público paraguayo, que llegó en gran número al estadio. El grueso de la parcialidad visitante se ubicó sobre la cabecera Almirante Brown, tanto en la bandeja media como en la baja. Pero también hubo grupitos importantes en la popular alta, en la platea San Martín y en la tribuna Sívori. El hit de la tarde mandaría al psicólogo a cualquier profesora de música: “Hay que saltar/ hay que saltar/ el que no salta/ es curepí”. Ni consonante ni asonante, cero rima. En las eliminatorias del Mundial de Francia, en el estadio Defensores del Chaco, había pasado algo parecido, cuando los hinchas argentinos coparon la cancha y festejaron el 2-1 que logró el equipo de Passarella. Ayer, a los 7 mil paraguayos, el grito se les atragantó.
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