Desde Mar del Plata

¿Desaforado o entendido en tenis? ¿Descontrolado y agresivo o pasional con límites? El público argentino es ya gran protagonista de la final de la Copa Davis dos días antes de que Argentina y España desenfunden las raquetas. “El público argentino es muy fervoroso, tiene algo del público de fútbol. Quizás por eso se lo siente un poco más, se hace sentir en la cancha”, admitió el capitán argentino, Alberto Mancini.

La discusión acerca de cómo se comportará el público durante la final en Mar del Plata nació el mismo día en que España supo que debía emprender viaje al sur del planeta para intentar ganar su tercer título en la Davis.

“A mí lo que me preocupa es el público de allí”, dijo en aquel momento Feliciano López, uno de los cuatro integrantes de la escuadra española. Y la discusión fue creciendo, incluso en boca del ausente Rafael Nadal. El lunes el diario deportivo Marca lo citó con una frase llamativa: “La ITF debe poner los límites y, si no se puede jugar, lo que hay que hacer es irse de la cancha. Yo no estoy de acuerdo con aquello de lograr la victoria a cualquier precio”. En el equipo español se relativiza el valor de esa frase. La frase data de hace al menos dos semanas, argumentan, y Nadal no está en la Argentina. Lo cierto es que la preocupación del tenista número uno del mundo por el comportamiento del público es real.

“Entre todos, tanto los jugadores españoles como los argentinos, incluyendo al público de los dos países, tenemos que conseguir hacer una final ejemplar para el resto del mundo del deporte”, dijo en una entrevista reciente Nadal, ausente por lesión y de vacaciones.

“Cuanto mejor ambiente haya, mejor. Pero siempre con respeto. Si se vive un ambiente en el que no se puede jugar al tenis, en el que no nos respetamos entre los jugadores, no va a ser un ambiente positivo”, agregó entonces el jugador de 22 años.

¿Es justo poner en la mira al público argentino? Hay argumentos a favor y en contra, aunque nunca una serie en la Argentina terminó con el equipo visitante echado a sillazos por los espectadores, como sucedió en abril del 2000 en Chile.

Es cierto que en la serie de hace dos años ante Suecia la agresividad se desbocó en la persona de Diego Maradona, que se cansó de insultar a Robin Soderling. Algo parecido le sucedió al mismo protagonista este año en cuartos de final, cuando miles de personas se burlaron de él en un tenso partido ganado 9-7 en el quinto set por David Nalbandian.

Pero también es cierto que el público argentino es de los más entendidos de tenis en el mundo. “Sabemos que el público es experto, y que si nos fuera bien no habría ningún problema”, se preocupó por destacar el capitán español, Emilio Sánchez.

Mancini recordó la semifinal que la Argentina perdió ante España 3-2 en septiembre de 2003 en Málaga, último choque entre ambos países. “Yo no estuve allí cuando jugaron los chicos, pero me dicen que el público español fue durísimo con el equipo argentino”, aseguró el capitán.

“El público es un factor muy importante en las series como locales, y en esta final va a ser clave para apoyar al equipo. En una superficie indoor se sentirá más, pero hay que tratar de que sea siempre con respeto al rival, aunque muchas veces es difícil contener al público argentino”, reconoció.

Arturo Grimaldi, vicepresidente primero de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), tiene la esperanza de que los incidentes ante Suecia no se repitan. “Creo que hubo ya un cambio en la gente en ese sentido”, dijo Grimaldi. “Espero que haya un apoyo muy fuerte dentro de lo que debe ser. Respeto al contrario, pero sobre todo a España como país.”

¿Y Maradona? El astro debutará hoy en Glasgow como entrenador de la Selección Argentina de Fútbol, y el viernes llegará a Mar del Plata. Grimaldi espera que el “nuevo” Maradona –que ya fue ejemplar en su comportamiento en la final de Moscú 2006, cuando la Argentina cayó ante Rusia– haya aprendido la lección y no repita lo hecho con Soderling. “No creo que sea necesario hablar con Maradona. ¿Si hoy él es otro? Espero que sí. Una cosa es apoyar, y otra la falta de respeto.”