DEPORTES › SóLIDO TRIUNFO DE LA SELECCIóN CONTRA LA MEZQUINA GRECIA; EN OCTAVOS ESPERA MéXICO

Cuando Argentina acelera, aplasta a los rivales

Le llevó 77 minutos abrir el duro cerrojo helénico, pero cuando Martín Demichelis abrió la cuenta, pisó el pedal y arrolló al rival, al punto de que Martín Palermo volvió a vivir un momento antológico, marcando el segundo gol en el cierre.

Argentina dio un nuevo paso en su camino mundialista. Cumplió con el trámite (literal) que significaba garantizar la clasificación a los octavos de final, cuidó a los titulares golpeados o amonestados y se sacó de encima a la molesta Grecia, que con un planteo ultradefensivo complicó el partido durante 75 minutos. Pero en cuanto Martín Demichelis rompió el cerrojo, el partido se abrió y se encauzó en un desarrollo más lógico y previsible, de acuerdo con las intenciones de cada equipo. Para el final quedó el gol de Martín Palermo, que provocó más alegría por el protagonista que por la importancia del tanto. Ahora, el paso siguiente es el próximo domingo en Johannesburgo ante México, el mismo rival que tocó en esta instancia en Alemania 2006.

Un rival duro es el calificativo que le calza perfecto a esta Grecia, sin luces pero aplicada. En el boxeo encajaría en la figura del “probador”, un pugilista limitado, con un record pobre –incluso con más derrotas que victorias–, pero con asimilación al castigo y que a menudo lo ponen en el camino del proyecto de campeón. Con mañas, trabando, ensuciando la pelea/el partido, el probador se encarga de sumarle problemas y fastidiar a la figura promisoria, que debe superar ese examen si pretende tener aspiraciones más encumbradas. A veces, cuando el favorito no da la talla, el probador pega el batacazo. Pero generalmente, el probador se limita a perder de manera digna, aguantar los diez asaltos y deslucir a su rival. Ese es su objetivo.

Grecia es un probador. Como lo es Suiza, que dio el gran golpe ante España, pero cuando necesitó ir a más con Chile no contó con argumentos ofensivos. Con esas armas, los griegos dieron el batacazo en la Euro 2004, pero no les alcanzó para llegar a Alemania 2006 y se fueron sin goles de la Euro 2008. Y ayer se despidieron casi mansos de Sudáfrica 2010. Pero como buenos probadores, cumplieron su objetivo: aguantaron casi todo el partido, deslucieron a Argentina, metieron una sola mano en toda la pelea/partido –la corrida de Samaras tras ganarle a Demichelis– y perdieron de manera digna. Pero, lo más importante, el proyecto de campeón, Argentina, pasó su examen.

Esa analogía del boxeo sirve para analizar el triunfo del conjunto de Maradona. Es muy difícil lucir ante un rival que no regala espacios, que utiliza la falta como recurso táctico, que resigna a un hombre (Papastathopoulos) para correr a Messi por todos los sectores del campo y a un segundo e incluso a un tercero para ir en su ayuda, que a su ataque lo limita a pelotazos a una liebre solitaria como Samaras, que no patea un solo tiro al arco en el primer tiempo... A los 25 minutos, la televisión reveló un dato sobre la posesión del balón: Argentina 70 por ciento, Grecia 30 por ciento. En la segunda mitad, casi a la misma altura del juego, se redujo a 68 por ciento a 32 por ciento. Bajo todas esas circunstancias, lo valorable del equipo de Maradona es que mantuvo la paciencia, se desordenó poco atrás, más allá de algunas dudas de Demichelis, y pudo romper el innovador 6-3-1 que planteó el zorro Rehhagel.

No hay dudas de que la victoria de Argentina fue merecida. Por propuesta de juego, por ejecución y por cantidad de llegadas debió ser más abultada que el 2-0 final. Pero también es cierto que durante muchos pasajes confundió la manera de atacar. Con Messi molestado por la marca personal, con Milito y Agüero, los dos con tendencia a ir por adentro, y con Maxi Rodríguez llamativamente jugando por el medio, la ofensiva argentina se centralizó demasiado, cayendo en el embudo de piernas griegas. Con ese panorama, lo más productivo eran las subidas de Clemente Rodríguez, que abría la cancha por la izquierda. En la segunda mitad, con el ingreso de Di María, más el cambio de posición de Messi, esa idea se corrigió, aunque el gol llegó con una pelota parada y, otra vez, con algo de fortuna.

Los griegos sintieron el impacto y ya no tuvieron plan B: aflojaron las marcas y se resignaron. Siguiendo con el combate, quedaron al borde del nocaut. Entonces, en los últimos diez minutos aparecieron los espacios para las corridas electrizantes de Messi, algunos toques de distinción de Pastore y el debut en las redes mundialistas de Palermo.

El primer objetivo está cumplido. En una zona fácil, Argentina, a diferencia de otras potencias que todavía no tienen su presencia en octavos garantizada, dominó sus tres partidos, no pasó sobresaltos y confirmó los pronósticos de favoritismo. Pero además del factor numérico, en los intangibles mandó un mensaje para el resto: ninguna otra selección, ni siquiera Brasil, tiene tanto poder ofensivo ni genera la sensación de peligro que provocan los arranques de sus delanteros, en especial Messi. Es cierto que la defensa, ni con los titulares ni con suplentes, aparenta ser muy sólida. Pero en concreto, casi no la atacaron, su arquero casi no debió intervenir y apenas le provocaron un gol y un par de chances de riesgo en tres partidos. No es poco como balance de cara al verdadero inicio de la Copa del Mundo.

2- ARGENTINA

Romero; Otamendi, Demichelis, Burdisso, C. Rodríguez; M. Rodríguez, Bolatti, Verón; Messi, Milito, Agüero.

DT: Diego Maradona.

0- GRECIA

Tzorvas; Kyrgiakos, Vyntra, Papadopoulos, Torosidis, Moras, Papastathopoulos; Tziolis, Karagounis, Katsouranis; Samaras.

DT: Otto Rehhagel.

Estadio: Peter Mokaba (Polokwane).

Arbitro: Ravshan Irmatov (Uzbekistán).

Goles: 77m, Demichelis (A); 89m, Palermo (A).

Cambios: 45m, Spyropoulos por Karagounis (G); 54m, Ninis por Katsouranis (G); 55m, Patsatzoglou por Torosidis (G); 62m, Di María por M. Rodríguez (A); 76m, Pastore por Agüero (A); 85m, Palermo por Milito (A).

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El primer gol argentino, con el remate de Demichelis después del rebote en Milito. El zaguero la clavó de zurda y dejó sin reacción al arquero Tsorvas.
Imagen: EFE
 
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