Miércoles, 23 de junio de 2010 | Hoy
- Tres jugados, tres ganados, puntaje ideal, siete goles a favor, uno solo en contra, los futbolistas entran y salen y el equipo no se resiente. ¿Qué más se le puede pedir a la Argentina?
- Que siga jugando así, claro, con paciencia y vocación de ataque. Que ahora, que verdaderamente empieza el Mundial, no tenga piedad cuando pueda golear, y que cuando la ataquen en serio responda con la solidez defensiva que todavía no fue puesta a prueba.
- Quizá México, el próximo rival, no sea casualmente esa medida: este equipo del Vasco Aguirre es de inferior calidad que el que entrenaba Ricardo Lavolpe cuatro años atrás. Es más veterano, menos capaz individualmente y endeble como conjunto.
- Mientras tanto, los brasileños empúan con eso de que “la Argentina ganó sin brillo”. Como si ellos encandilaran. Lo que sí es cierto es que Brasil juega con una conciencia de su peso histórico que no pone en juego ninguna otra selección. No regalan lujo, pero juegan sabiendo íntimamente que cuando quieran lo liquidan.
- Por fortuna Uruguay sigue adelante, con el equipo más rendidor de las últimas cuatro décadas, sin tener que cruzarse con la Argentina, para que tengamos más chances de inundar las semifinales con los representantes de Sudamérica. A los pibes de Tabárez un rival como Corea del Sur les cae a medida.
- Francia, que entró al Mundial por la ventana con la mano de Henry y en repechaje, continuó el camino que le dicta su pobre actualidad. ¿A quién le sorprende su eliminación?
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